Síguenos
May Serrano

Soy de las que celebran noche vieja dos veces al año una, la oficial, la de las campanadas y las uvas, aunque yo no como uvas y en su lugar bebo 12 sorbitos de cava. Y la otra ahora. Hoy. 31 de agosto.

Última noche del año 22/23. Preparada para decir adiós a lo viejo y dar la bienvenida con los brazos abiertos al nuevo año que empieza: 23/24.

¡¡¡Feliz año nuevo!!!

Justo hoy me parece que podría ser un buen momento para recapitular y poner dirección para los próximos 12 meses.

Hacer memoria de los objetivos que nos marcamos y ver con cuantos hemos cumplido o cuales pensábamos que nos haría muy felices pero no lo han conseguido. ¿Nos hemos rendido o simplemente hemos cambiado de opinión?

Esta noche vieja se presenta también como una oportunidad única para agradecer todo lo que hemos vivido.

Una vez más podemos parar, respirar y mirar para adentro para ser soberanas de nuestras decisiones o, dejarnos llevar por la publicidad y comenzar alguna colección por fascículos o una nueva dieta.

Me molesta especialmente esto último. Me da rabia escuchar “ahora a portarse bien”. Es como si necesitásemos un castigo por pasarlo bien en vacaciones. Un mensaje como “se acabó lo bueno, vuelve a tu vida sacrificada, vuelve a pasar hambre, no te mereces menos”.

Como si el disfrutar fuese solo para el verano.

¿Se imaginan que hoy todo el mundo se hiciera el propósito de gozar de lo lindo durante todo el curso?

¡AH! ¡que cosa más loca! ¡qué delicia!! Salir a la calle y ver solo gente disfrutando.

¿Qué pasaría? La industria del sobrepeso se iría a la quiebra, los gimnasios vacíos, las extraescolares sin nadie, las oficinas cerradas, las teles apagadas...

¡¡El fin del mundo!!

Hay una novela, Happiness, que cuenta cómo un libro de auto ayuda triunfa en el mundo porque todo lo que dice funciona, la gente empieza a aplicarlo y a ser feliz de verdad y la industria se viene abajo, los casinos, los narcotraficantes, el consumismo...

Podíamos probar esta vía este año que entra ya que las otras parece que están fallando. El cambio climático nos ha recordado cada día este verano con sus 40 grados a la sombra que nos estamos pasando, el covid, que ha venido para quedarse, nos dio un ultimatun: PARAD pero han pasado 2 años y hemos vuelto a las andadas a un ritmo que la tierra no puede soportar más. Todo indica que tendríamos que ir más lento, estar más atentas a lo que de verdad importa.

¡FELIZ AÑO NUEVO!

Que me despisto y se me va la alegría a otra parte...

Que yo quería poner el foco en agradecer todo lo que he vivido este año de vuelta a mi tierra, hacerle espacio a reconocerme bienvenida, a volver a lo de siempre que es completamente nuevo...

Y, desde aquí, desde tierra firme mirar con los ojos bien abiertos al año que empieza. Le pido, me pido, estar atenta y disfrutar al máximo de todo lo se presente.

Deseo que este año traiga fuerza para mí y para todos lo turolenses que están luchando por nuestros paisajes, que podamos permanecer en pie cuando vengan empujando de fuera y quieran ocupar espacios que no les pertenecen. Le pido al 23/24 que el #seacabó deje de ser un       hashtag para convertirse en una realidad.

A este año que empieza le ofrezco mi ilusión recién estrenada, con olor a goma de Milán de nata y libros nuevos recién forrados.

¡Feliz año nuevo!!