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May Serrano

Busco en el diccionario la definición y ni siquiera María Moliner me ayuda a entender.: “Sirve para aclarar o acentuar que algo que se dice de la cosa designada por el nombre a que afecta se aplica a esa cosa sin excluir ninguna parte de ella”. Pues vale.

La definición es un poco retorcida, ¿no? y ya les digo que es más sencilla que la de la RAE. ¿Y si el TODO no existe y por eso se complica su definición?

A lo mejor, cada vez que estamos utilizando esta palabra nos estamos refiriendo a una pequeña parte “esta todo patas arriba” pienso cada vez que levanto la vista del ordenador y veo el desorden de mi salón. Bueno, chica, todo no, hay cosas que están en su sitio, es verdad que no pinta nada el bañador sobre esa silla pero por fin has conseguido poner orden en la estantería...”

No soy muy fan del pensamiento positivo que la new age quiere imponer donde todo es perfecto, todo está bien y con hacer cuatro respiraciones y tragar saliva nos proponen salir del paso de cualquier situación.

Pero tampoco soy del equipo de “todo mal”. Y aquí encuentro una clave importante: la palabra TODO.

Al utilizarla estamos haciendo un conjunto cerrado imposible de modificar. Todo es una mierda o todo está fetén.

Pues mira, ni lo uno, ni lo otro.

El ejercicio podría ser dividir esos todos en pequeñas parcelas, ver lo que realmente nos molesta, ir a la raíz y cambiar las pequeñas fracciones que podamos.

Si pretendemos que TODO cambie de golpe nos enfrentamos a una misión imposible que acabará con nuestra paciencia y nos hará sentir una gran frustración. Si vemos toda la faena de junta puede hacerse inmensa, inabarcable, la pereza asume el mando y es posible que no empecemos nunca. Procrastinación le dicen las modernas al laberinto de las cosas por hacer.

Por ejemplo, yo ahora mismo viendo el panorama de mi casa, no sé ni por donde empezar así que lo pospongo para cuando tenga más tiempo y pueda hacerlo todo tranquilamente o podría levantarme ahora mismo, coger el bañador y devolverlo a la bolsa de la piscina para tenerla lista para mañana. Voy a hacerlo, ahora vengo.

¡Hecho! De paso he recogido las sábanas que estaban secas sobre los radiadores y la casa ya parece otra cosa... mira, ¡qué fácil! Una acción pequeña, que puedo hacer ahora mismo y que me da el impulso para hacer otra y luego otra... dividir el todo.

Me imagino que este ejercicio tendrá que hacer el nuevo director de este diario...

El día uno de abril, cuando se incorpore a su puesto de trabajo, tendrá que ir dividiendo los todos en pequeños montones para afrontar la difícil tarea que le espera. Espero que no intente cambiarlo todo de golpe. Que tenga la paciencia de escuchar a cada una de las personas del equipo, que sea capaz de ver los diferentes puntos de vista y que sigan teniendo sitio en este periódico.

Deseo que no llegue con todo claro. Que en su proyecto sigan importando las pequeñas cosas y no solo el balance contable.

Yo, que lo tenía todo claro y pensaba que dejaría de escribir esta columna en el momento que nombrasen nuevo director (nunca se me pasó por la cabeza que podría ser directora GLUPS!), me paro un momento para despedazar ese TODO CLARO y ver TODOS los puntos de vista.

Me mantengo a la escucha. Soy toda oídos (jajaja).