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Javier Hernández-Gracia

Nada hay más importante que la alegría, decía la emperatriz de China discutiendo con sus consejeros en una escena de 55 días en Pekín. Para muchos turolenses la alegría eclosionó entre el minuto 60 y el 65 de una tarde vibrante, bien es verdad que el fútbol como uno de esos sortilegios de película de magia, tiene fases tan cambiantes que se puede pasar del lloro más aterrador a la explosión de júbilo más espectacular.

Se hace conveniente explorar los muchos protagonistas de uno de esos momentos en los que hasta el sol no se quiso perder; sin duda el Teruel sigue teniendo la mejor afición de Aragón, no vamos a extendernos en territorialidad, que esas comparativas ya llegarán la temporada que viene. Cánticos incansables, apoyo incondicional, absoluta complicidad con el equipo, entrega, adjetivos algunos de ellos tópicos pero necesarios para entender cómo el apoyo sin desmayo jugó un papel importante en el desarrollo de los acontecimientos. Sería conveniente también recordar esos aficionados que no han dudado en acompañar al equipo en desplazamientos razonables, fundamentalmente en partidos con equipos cercanos; el relato por tanto es el de una afición entregada, auténtico jugador número 12, una grada repleta y una ilusión que se percibe en miradas y sentimientos.

Pinilla tiene varios puntos esenciales, uno de ellos la grada de Preferencia, la que lleva el nombre de Santiago Rueda -que feliz sería el bueno de Santiago esta temporada-, una grada donde se concentra el futuro, o más bien, el presente del Teruel; porque una jornada como la vivida el domingo hace protagonistas a todos, la felicidad impregna todos los rincones, pero no me cansaré de repetir que no hay imagen más hermosa que la de esos niños del Teruel corriendo una vez acabado el partido, porque queridas y queridos, el Santiago Bernabeu será impresionante, el Wamda o el Camp Nou también, pero lo de Pinilla no lo tienen ni lo tendrán, y ahora que se habla tanto de patrimonios inmateriales, sin pretender elevar el rango, sí creo que conviene que en esa sonrisa por lo bien que va el equipo, prolonguemos la satisfacción por los grandes aficionados que tiene el Teruel en su parte alevín, infantil y cadete.

El fútbol es un deporte lleno de tópicos, en gran medida por una parte de la prensa deportiva, que ha trasladado los desarrollos de la prensa del corazón a la información del deporte, pero el fútbol es un antídoto eficaz o debe serlo contra discursos que destruyen la tolerancia, y creo que el Teruel es uno de esos ejemplos que hacen de la tolerancia, del respeto y la convivencia ejemplo constante. Claro ejemplo es Taliby, premio a los Valores humanos en el Deporte de la provincia de Teruel, aplaudido y valorado del que se deshacía en elogios por ejemplo el presidente del Alcañiz CF. En el Teruel conviven jugadores de distintas procedencias, sirvan como ejemplo Dani Villa, Tena o Fran Carmona que son andaluces, Cabetas o Aparicio que son de Zaragoza o Moha que es marroquí, sin olvidar a Guille Andrés que es socarrat, vamos de Xátiva para los que no conozcan el universo valenciano.

Es por tanto un equipo que construye convivencia, posiblemente la mayor responsabilidad cae en su entrenador Víctor Bravo, también premiado recientemente como mejor entrenador, y lo importante es que esa convivencia se respira en la grada, en la afición; ayuda sin duda la cercanía de los jugadores, la implicación directa con los aficionados, con esa gente menuda que cada día estoy convencido son el mejor bastión de futuro para el Teruel; un club que, como he escrito en otras ocasiones, martillea en el yunque de la adversidad pero que sigue presente en los corazones que este año desde la grada han puesto empeño, cantos y ganas para que ese horizonte deportivo se consiga más temprano que tarde.

Al final debemos tener claro que el CD Teruel es una marca de la ciudad, porque vivimos en una sociedad concreta, con usos concretos y a pesar de que en la gestión de la tierra turolense haya alguna persona que desconocen que más allá de Javalambre hay vida inteligente, conviene recordar que para reivindicar hay que apoyar lo que es nuestro, lo que nos sirve de altavoz para ser escuchados en otros ámbitos de la sociedad.

El ascenso está cerca; sin vender osos como recomienda Víctor Bravo, pero sí recordaremos a futuro lo de la marca, el fútbol mueve millones, cierto, pero mueve información, posiciona, no es el centro del mundo, pero interesa, y el Teruel es nuestra marca de fútbol en categorías superiores, luego el fútbol base, por supuesto apoyo total, sea cual sea la camiseta. El domingo la ciudad se tiñó del rojo de la alegría; que siga la fiesta. Nada resume lo vivido mejor que ese cántico desde las gradas del Frente Mudéjar “Levanto la cabeza y digo con orgullo que soy del Teruel”.