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Vuela alto, ruiseñor Vuela alto, ruiseñor

Vuela alto, ruiseñor

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Javier Hernández-Gracia

Mientras escribo estos párrafos escucho Quiero que Sepas, al final es cierto que las ciencias adelantan que es una barbaridad, y de la radio de galena y los transistores de Melilla desembocamos en el Youtube, ese invento de rapidez sideral y ventana casi poética a la evocación.

Aquel Festival de Benidorm, aquel ídolo de voz de terciopelo y azafrán, escribía en noviembre de 2021 en aquel artículo que titule Ángel Pedrin y que venía a recordar aquella voz tan nuestra, con tantos admiradores para alguien que sobre todo era de aquí, era de Monreal y era de todos, un ruiseñor que hacía volar los acordes de la jota, aquella pasión interpretada con impecable indumentaria baturra, ¡Qué grandes esas cuerdas vocales!

Y pasó el tiempo y de los acordes de la jota pasamos a la actualidad de la música ligera, aquel chico de Teruel, así le llamaba Salomé cuando me contaba los famosos encuentros cóctel que organizaba la discográfica Belter, un buen cantante con el nombre artístico de Ángel Galán como sello, con ganas de comerse el mundo, quizás mucho mundo aunque hubiera mucho cantante; aquella carrera que tuvo en ese festival de Benidorm antes referido, una prueba ampliamente superada, me permito recordar que los festivales de entonces, eran con orquesta en directo y sin plasmas ni cuerpos de baile.

Aquel certamen de 1975 en blanco y negro; aquella competición entre otros con Braulio, Fernando Brosed y Juan Camacho, tristemente desaparecido prematuramente, donde Manol y Ramón componían a Luis Fierro; aquel Benidorm que no tenía nada de Fests ni falta que le hacía. Pero sobre todo aquel Quiero que sepas, resonaba la voz de la presentadora anunciando que la letra y la música eran de Pedro Martínez Garcés, maravillosamente interpretado con la dirección de orquesta de un grande, Juan Barcons, el hombre que arreglaba los temas de Salomé.

De Pedrin a Ángel Galán de Monreal, al mundo de la música, tierra turolense, garganta de oro, letras y ganas de triunfar, qué más da dónde se llegó o dónde se dejó de llegar, la historia tiene ya el marco dorado donde están aquellas hojas secas que en otoño arranca el aire, porque sobre todo el Ruiseñor estuvo siempre rodeado de música, y eso además de indiscutible será el recuerdo que la historia pondrá de forma preponderante cuando se hable de Pedro Martínez Garcés, cuando se hable del Ruiseñor de Monreal o se hagan referencias a las canciones de Ángel Galán aquel cantante de la provincia de Teruel, que grababa en la casa Belter de Barcelona, donde estaban o estuvieron Víctor Manuel, Manolo Escobar, Burning, Salomé o Antonio Machín.

Al final se hace presente esa canción que llevaba por título No podrás olvidarlo nunca, es cierto, no podremos olvidar nunca al Ruiseñor, porque ahora mismo sus canciones, del pasado, sus rancheras, sus jotas de las últimas décadas, en suma su Armonía del Jiloca, están ya en esa sala donde el tiempo por mucho que pase, siempre tendrá alguna de esas melodías en un baile, en un paseo o en un primer beso. Monreal, el Jiloca y la tierra turolense tiene una voz en la historia de su música; me quedo con la lucha, con el intento, con aquel festival, con aquellas promociones, con las portadas de los discos, con todo eso que ahora cobra una nueva dimensión en eso que llamamos pasado y que abrirá miradas de futuro.

Quiero que sepas Ruiseñor que fuiste la alegría de muchos, la banda sonora de grandes momentos, marcaste la posibilidad de que al menos se podía llegar, lo de mantenerse es cosa de cada cual, al menos nos quedan tantos acordes modulados por una garganta que nadie dude que fue prodigiosa. Vuela alto Ruiseñor.