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Juan Corellano

El futbolista argentino Lionel Messi recibió su séptimo Balón de Oro, el premio entregado por la revista francesa France Football que, presuntamente, reconoce cada año al mejor jugador del mundo. Quizás por mantener la coherencia con el alcance del premio, tras la decisión, se lió la mundial.  Al mismo premio optaban otros grandes profesionales del fútbol como Robert Lewandoski, Karim Benzema o Jorginho. Para todos sus defensores, o bien para los detractores de Messi (por lo visto existen), que el argentino fuese elegido por delante de ellos fue, como poco, un ultraje.

Lo cierto es que la polémica en torno al Balón de Oro es algo habitual, esperado e incluso inevitable. Resulta difícil esperar un resultado diferente al mezclar la subjetiva naturaleza de su votación con la querencia a la gresca de nuestro entorno futbolero. Con cada gala, tenemos conspiraciones, acusaciones de robo histórico e insinuaciones de manos negras, blancas y blaugranas para semanas. Sin embargo, alejándose del calor (y el fango) del debate, resulta importante no perder nunca de vista el verdadero y simple objeto de la disputa: la opinión, combinada y en forma de votos, de apenas 180 periodistas deportivos de todo el mundo, los cuales, además, no tienen que seguir ningún tipo de pauta o esquema más allá del nacido entre sus filias y fobias.

Este es el común denominador que alimenta todos los premios que se reparten en este mundo. Desde el mejor empleado del año de la cena navideña de tu empresa hasta los Óscar o el Nobel, todos son decididos de manera absolutamente subjetiva por un reducido grupo de personas y, por tanto, solo cuentan con la importancia y validez que cada uno, también la sociedad en su conjunto, quiera darle.  No obstante, en este caso concreto uno tiene la sensación de que el cabreo general no es tanto por convicción sino por cabezonería, por ese miedo cainita a perder la razón cuando no ganan aquellos que arbitrariamente elegiste como los tuyos.

Viendo el revuelo, recuerdo las palabras que el cómico Ricky Gervais dedicó al mundillo del cine durante los Globos de Oro 2016: “Si ganáis este premio, recordad que a nadie le importa tanto como a vosotros”. Sin embargo, en el caso del Balón de Oro, me cuesta pensar que este premio importe tanto a los futbolistas como a sus defensores públicos.

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