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Elena Gómez

Con esto de la naturaleza humana me mantengo en el filo de una navaja, me cuesta mucho comprender cómo somos capaces de los actos más heroicos y desinteresados y, por otro lado, de los más egoístas y perversos. Quizá la imaginería judeocristiana ha sido la más certera, dibujando en nuestro hombro izquierdo un demonio y en el derecho un ángel. Sin embargo, a pesar de tener interiorizada esta dicotomía, no deja de fascinarme.

La naturaleza se está cobrando el arriendo a base de víctimas. Están siendo momentos terribles para países muy cercanos y a todos, en mayor o menor medida, nos nace de lo más profundo de la conciencia ayudar, de la forma en que cada uno pueda, a los que están sufriendo tanto por terremotos, incendios o inundaciones.

Pero mira tú por dónde, la maldad también sale a pasear en estos casos y me encuentro con mensajes en el móvil invitándome a apartar la vista porque los dirigentes de esos lugares tienen patrimonio suficiente para sacar del pozo a sus habitantes. También leo en las noticias que algunos de esos mandatarios no permiten la ayuda internacional por cuestiones políticas, que tienen muy poco de éticas, dejando en la estacada a sus ciudadanos e incrementando la miseria de los rincones más humildes de su territorio.

Afortunadamente, somos un país altruista y rescatador, y nuestros efectivos (de los más eficaces del mundo) ya se han desplazado para ayudar a los pobres gentes que nada saben de cuestiones económicas o geopolíticas, pero que lo han perdido todo. En estos casos, todos somos iguales DE VERDAD, seres humanos que luchamos por tener una vida digna para nosotros y nuestras familias. Por eso, cuando veo a tantos miles de personas sufrir, prefiero quedarme con el lado solidario de nuestra humanidad y arrimo el hombro dentro de mis posibilidades. Mientras tanto, como decía la canción "los tiranos se abrazarán como hermanos, exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes" y poniéndonos contra las cuerdas una y otra vez. Dejemos de mirarlos y centrémonos en lo verdaderamente importante: sobrevivir.

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