Síguenos
Solidaridad Solidaridad

Solidaridad

banner click 244 banner 244
Elena Gómez

Con esto de la naturaleza humana me mantengo en el filo de una navaja, me cuesta mucho comprender cómo somos capaces de los actos más heroicos y desinteresados y, por otro lado, de los más egoístas y perversos. Quizá la imaginería judeocristiana ha sido la más certera, dibujando en nuestro hombro izquierdo un demonio y en el derecho un ángel. Sin embargo, a pesar de tener interiorizada esta dicotomía, no deja de fascinarme.

La naturaleza se está cobrando el arriendo a base de víctimas. Están siendo momentos terribles para países muy cercanos y a todos, en mayor o menor medida, nos nace de lo más profundo de la conciencia ayudar, de la forma en que cada uno pueda, a los que están sufriendo tanto por terremotos, incendios o inundaciones.

Pero mira tú por dónde, la maldad también sale a pasear en estos casos y me encuentro con mensajes en el móvil invitándome a apartar la vista porque los dirigentes de esos lugares tienen patrimonio suficiente para sacar del pozo a sus habitantes. También leo en las noticias que algunos de esos mandatarios no permiten la ayuda internacional por cuestiones políticas, que tienen muy poco de éticas, dejando en la estacada a sus ciudadanos e incrementando la miseria de los rincones más humildes de su territorio.

Afortunadamente, somos un país altruista y rescatador, y nuestros efectivos (de los más eficaces del mundo) ya se han desplazado para ayudar a los pobres gentes que nada saben de cuestiones económicas o geopolíticas, pero que lo han perdido todo. En estos casos, todos somos iguales DE VERDAD, seres humanos que luchamos por tener una vida digna para nosotros y nuestras familias. Por eso, cuando veo a tantos miles de personas sufrir, prefiero quedarme con el lado solidario de nuestra humanidad y arrimo el hombro dentro de mis posibilidades. Mientras tanto, como decía la canción "los tiranos se abrazarán como hermanos, exhibiendo a las gentes sus calvas indecentes" y poniéndonos contra las cuerdas una y otra vez. Dejemos de mirarlos y centrémonos en lo verdaderamente importante: sobrevivir.

El redactor recomienda