Síguenos
Seis años sin León Seis años sin León

Seis años sin León

Hay despedidas que duelen. Y hay ausencias que no cicatrizan jamás. Mañana hará seis años desde que una llamada me rompió el alma por la mitad, amigo. Y, aunque el tiempo, dicen, todo lo cura, aun sigo (seguimos muchos) esperando escuchar aquel «¡qué pasa gili!» con el que saludabas de forma habitual. Seguimos esperando a aquel que era todo alegría, pasión, ilusión, risa, cariño. Seis años van en los que cada Vaquilla parece que vas a estar llevando la punta de la soga, vestido con tu polo granate, o tocando «la coja» vestido con tu hábito de la Oración del Huerto. Porque, en el fondo de nuestros corazones, sigues tan vivo hoy como en el dos mil diecinueve. Cada toro ensogado que corremos, se que nos acompañas, cuidando de nosotros, siendo certero en los tirones. Por ello, me encomiendo siempre que vamos a tirar de la soga a nuestro Ángel Custodio particular. Cada tañer de un tambor, cada birra recordándote, cada sonrisa que nace de alguna de tus anécdotas.

Seis años ya, y yo prefiero recordarte así. A nuestro lado. Dándonos, como siempre hacías, alegría. No quiero recordar tu ausencia porque tu presencia inunda, sin darnos cuenta, de manera leve y sutil, nuestro día a día. Siempre hay una foto, un recuerdo, un lugar, una fiesta, un por qué recordarte. Decía un escritor mexicano, Carlos Fuentes, que qué injusta, que maldita, que cabrona la muerte que no nos mata a nosotros sino a los que amamos. Pero, al revés, será la propia parca la que, un día, volverá a unir nuestros caminos. Dentro de mucho. Mientras tanto, aquí seguimos, recordando lo que fue, pensando lo que es, y soñando lo que hubiese podido ser. Mientras tanto, aquí seguimos, recordando cada año ese puto cinco de octubre que no debió existir. Echándote de menos.