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La contratación de jóvenes se dispara durante el verano en el mercado laboral turolense La contratación de jóvenes se dispara durante el verano en el mercado laboral turolense
Eva Hueso, socorrista en la piscina de Los Planos de Teruel

La contratación de jóvenes se dispara durante el verano en el mercado laboral turolense

Tener ingresos propios, colaborar en el negocio familiar o adquirir experiencia, entre los motivos
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Carla Herrero / Alicia Royo

Cada vez es mayor el número de jóvenes turolenses que aprovechan los meses de verano para trabajar, ya sea con el fin de obtener ingresos propios, colaborar en un negocio familiar o adquirir nuevas experiencias tanto laborales como personales. El número de contratos realizados a personas menores de 25 años así lo evidencia y en junio este colectivo firmó el doble que en enero, así como el de afiliados a la Seguridad Social, que eran 3.311 a principios de 2025 y 4.951, un 49,53 % más, en el séptimo mes del año.

Entre los 16 y los 24 años, aproximadamente, muchos de ellos no pueden desempeñar una actividad laboral durante el resto del año, ya que se dedican de manera prioritaria a sus estudios. Algunos logran compaginar ambas responsabilidades durante todo el año, mientras que otros optan por dedicar el periodo estival exclusivamente a descansar de las obligaciones académicas y a explorar diferentes oficios o ámbitos de trabajo.

Los datos publicados por el Instituto Aragonés de Estadística (Iaest) y recabados por el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) evidencian cómo la contratación de los jóvenes menores de 25 años se incrementa notablemente desde junio en la provincia de Teruel, coincidiendo con el final del periodo lectivo y el inicio de la campaña estival. De hecho, el número de contratos firmados ese mes duplicó a los de enero.

En concreto, en el primer mes del año fueron 904 los contratos firmados por jóvenes mientras que en junio llegaron a 1.833, cifra que se elevó en julio hasta los 2.221. En febrero fueron 1.011, en marzo 877, en abril 918 y en mayo 788, lo que demuestra la estacionalidad en la contratación de este colectivo, del que echa mano el mercado laboral para trabajos temporales en periodos vacacionales.

De los 1.833 contratos firmados por jóvenes en junio, 681 se corresponden a personas de entre 16 y 19 años y 1.152, de entre 20 y 24; y de los 2.221 de julio, 919 y 1.302, respectivamente.

En cuanto al sexo, el mayor número de contratos firmados en el bimestre atañe a hombres, con el 57,82 % de los 4.054. De los 1.833 de junio, 1.071 fueron rubricados por chicos y 762 por chicas; mientras que de los 2.221 de julio, fueron 1.273 y 948, respectivamente.

Por sectores, el mayor número de contrataciones entre los jóvenes turolenses se da en el sector servicios y, dentro del mismo, sobre todo en la hostelería, en las actividades artísticas y recreativas, en el comercio y en los talleres. A continuación se sitúa la industria, principalmente manufacturera; y a mucha distancia la agricultura y la construcción, con menos de un centenar de empleados en el mes de junio en ambos casos.

Teruel contaba en julio con 3.940 personas paradas de todas las edades, 435 menores de 25 años, el 11 % del total, que son 64 menos de los que había al comienzo del año, cuando rozaban el medio centenar (499), y 43 menos que un año antes (478).

Además, la provincia turolense contaba en el séptimo mes del año con 59.233 cotizantes a la Seguridad Social, 4.951 menores de 25 años (1.311 de entre 16 y 19 años y 3.640 de entre 20 y 24 años), que son 1.640 más que en enero (3.311), lo que supone un incremento del 49,53 %.

 

Melanie Dominguez  (atrás en el centro) y otras monitoras, junto a los niños del campamento de Hancock

Experiencias

Cada joven tiene una historia detrás y diferentes intereses por los cuales decide trabajar. Muchos adolescentes no solo trabajan por ganar dinero, sino por la experiencia que esta oportunidad les ofrece.

Melanie Domínguez, turolense de 21 años, se encuentra en Hancock, en Nueva York, trabajando como monitora del campamento de arte para niños French Woods. “Lo que yo buscaba con este trabajo era poder vivir en mi propia piel lo que desde pequeña llevo viendo en películas americanas, la experiencia de estar un campamento en Estados Unidos. El tema del sueldo es lo que menos me interesa, yo me enfoqué en la experiencia”, confesó la joven. Además de cumplir este “sueño” para ella, Melanie añadió que otra cosa que le atrajo para realizar este trabajo fue el viaje que realizará cuando termine el trabajo debido a que en su visa tiene 30 días para estar en EEUU.“Me he organizado un viaje súper chulo y eso siempre ha sido una motivación para seguir con el trabajo”, explicó la joven.

Domínguez contó que su rutina diaria se basa en despertarse a las 7:15 horas, tras desayunar, arreglarse y recoger, los monitores comienzan a organizar las actividades para los niños. Por la mañana realizan tres talleres, con quince minutos de descanso entre ellos, y por la tarde otros tres con los mismos descansos. A las 18:00 horas se cena y tras un pequeño periodo de desconexión, los niños vuelven a tener actividades por la noche en las cuales reparten pizza y helados mientras bailan al ritmo de la música. Todas las propuestas están centradas en el ámbito artístico y cultural.

“Los primeros días fueron duros para mí, pero ahora, tras dos meses que llevó aquí me llevo una experiencia increíble donde he crecido mucho como persona y sobre todo he conocido a gente increíble que me llevo para siempre”, concluyó la monitora, que también destacó la oportunidad de mejorar su nivel de inglés.

A su vez, Carmen López, turolense de 21 años, pasó todo el mes de julio en Altafulla, Tarragona, trabajando como camarera del bar Faristol. La joven destacó de su experiencia laboral el haber podido pasar el mes de julio entre playas y desconexión y el ambiente de trabajo “tan bueno” que había entre ella y sus compañeras de trabajo. “Yo decidí trabajar porque en verano tengo mucho tiempo libre y para poder obtener un recurso económico que siempre viene bien, pero la realidad es que lo que me llevo de la experiencia es el aprendizaje y las amistades”, declaró la camarera. La rutina de López era, entre otras, preparar y servir bebidas, en especial cócteles, en un horario vespertino y nocturno.

Otra joven que destaca de su experiencia laboral el aprendizaje obtenido es Mireya Doñate, una turolense de 21 años que se encuentra todo el mes de agosto trabajando en el supermercado Alcampo de Teruel. El trabajo de Doñate se centra en reponer en la tienda, ordenar los precios de los productos y en atender a los clientes. “Lo que me llevo de esta oportunidad laboral es el aprendizaje de trabajar de cara al público; yo quise trabajar para aprender cosas nuevas y crecer como persona”, explicó la joven. La trabajadora compagina este empleo con otro familiar donde se encarga de limpiar la casa rural que poseen sus padres.

 

Mireya Doñate, reponedora en uno de los supermercados de Alcampo en la capital turolense


Jacobo Blanco es un joven de 21 años que reside en Cretas, un pueblo perteneciente a la comarca del Matarraña. El turolense lleva un par de veranos echando una mano en la panadería de sus padres. El panadero afirmó que decidió trabajar por “la necesidad de ayudar en la empresa familiar”, él se encuentra satisfecho obteniendo una ayuda económica y quitándole trabajo a sus padres. “Lo que más destaco de mi trabajo es la relación que creas con la gente del pueblo y el aprender a estar de cara al público lidiando con las dificultades que eso conlleva”, concluyó.

Muchos adolescentes cuando cumplen su mayoría de edad sienten que es importante experimentar lo que cuesta ganar dinero e intentar no depender económicamente de sus padres. Este es el caso de Natalia Latorre, que está a punto de cumplir 20 años y que reside en la localidad de Berge. Latorre se encuentra trabajando en la Cooperativa San Miguel de Calanda en un puesto para estudiantes que ofrece la empresa. La joven lleva desde julio recolectando melocotones para la entidad y ella explicó que en verano tiene mucho tiempo libre y así puede ganar sus “propios ahorros”. “Ya es mi tercer año trabajando en verano, anteriormente he trabajado de camarera. Siempre lo he hecho con el objetivo de ser consciente de lo que cuesta ganar dinero”, confesó la turolense.

Pablo Alcaine, un chico de 20 años que proviene de Cella, afirmó que buscó él mismo la oportunidad de trabajar en verano para “tener una rutina” y “no depender económicamente” de sus padres. El joven está de camarero en el bar Me Lia de esta localidad. Es su segundo verano trabajando con este establecimiento. “Yo estudio en Castellón y durante el curso mis padres son los que me pagan todos los gastos que supone ir a la universidad y vivir fuera de casa, es por eso que decidí ayudarlos. Además, en verano tengo mucho tiempo libre y con la edad que tengo por qué me iba a quedar en casa sin hacer nada”, explicó el cellano. La rutina laboral de Alcaine se centra en llegar al bar a las 9 de la mañana y servir a todos los clientes hasta las 13:00 horas que es cuando su compañero le hace el relevo y él se va a casa.

El camarero declaró: “Lo que me llevo de esta experiencia es el aprendizaje de este oficio tan sacrificado”. Alcaine aseguró que de sus clientes se lleva tanto “lo bueno” como “lo malo”: quienes valoran su trabajo “con una sonrisa” y hacen su día más agradable, y quienes no respetan, subestiman o tratan mal. “Aún así, siempre prefiero quedarme con lo positivo”, concluyó el joven.

 

Pablo Alcaine, camarero del bar Me Lia en Cella 


Hay otras experiencias laborales en los que los jóvenes aprovechan el verano para dedicarse a aquello que les gusta y les ayuda a formarse.

Eva Hueso, turolense de 21 años, lleva tres veranos trabajando de socorrista debido a que siempre ha estado vinculada al mundo de la natación. “Para mí ha sido fácil adaptarme a este empleo porque ya conocía las instalaciones y su método de funcionamiento, y, porque ya tenía experiencia en este mundo”, admitió la socorrista.

La nadadora que estudia el grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en Huesca explicó que su año académico lo ha pasado de Erasmus en Turín por lo que sentía la necesidad de trabajar en verano para sufragar sus gastos. Además de eso, afirma que es muy importante que los jóvenes combinen trabajo y estudios para “madurar” y ser conscientes de “lo que cuesta ganarse el dinero” y de la “importancia que tiene estudiar y formarse”.

La mayoría de testimonios muestran la necesidad que estos trabajadores de verano sienten de no depender de sus padres económicamente porque muchos de ellos durante el resto del año estudian una carrera fuera de su ciudad. Esta situación conlleva un gran gasto que hacen frente sus familiares.

Diego Yuste, turolense de 21 años que estudia Derecho en Madrid, comentó que él buscaba un trabajo temporal para conseguir ciertos ahorros destinados a su año académico. El estudiante trabajó durante julio y algunos días de agosto en la empresa Mosquituria de Teruel. Su rutina se basaba en montar persianas y mosquiteras para después empaquetarlas. “El día a día era muy ameno ya que la época en la que yo trabajé coincidí con muchos compañeros que también eran estudiantes. Había un buen ambiente laboral”, concluyó el trabajador.

A su vez, Mara Tena, turolense de 21 años, comparte el mismo caso. Tena lleva dos años trabajando en el periodo estival como reponedora en Alcampo en Teruel. La joven afirmó que “como buena estudiante” va justa de dinero durante el curso y le gusta aprovechar el tiempo libre que tiene en verano para trabajar y ahorrar un poco.

“Es importante ir entrando en el mundo laboral aunque en mi caso no sea a lo que me quiero dedicar en el futuro”, destacó la turolense.

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