Tras dos suspensiones por covid y otra por lluvia, Teruel vibra de nuevo con el Jueves Santo

Tras las procesiones particulares de cada una de las ocho hermandades turolenses, ayer la devoción se desbordó llegado el momento del primero de los dos desfiles centrales, el de Jueves Santo. No es el más multitudinario, porque el jueves salen seis hermandades de las ocho, portando nueve imágenes de las trece que hay en total y que podrán verse hoy, a partir de las 19.30 horas, en la Procesión de Viernes Santo.

Pero fue la primera de las dos procesiones más significativas para el público, especialmente teniendo en cuenta que ha hecho falta esperar cuatro largos años para ver la gran comitiva de vírgenes, cristos, tambores, bombos y cornetas recorrer el trazado circular con salida y llegada por la iglesia de San Marín. En 2020 y 2021 la Semana Santa tuvo que ser suspendida por culpa de la pandemia de coronavirus, y en 2019 la lluvia obligó a cancelar las dos procesiones generales. Aquella ocasión había sido la primera vez en la historia en el que el factor meteorológico había obligado a suspender ambos actos, y aunque las tímidas lluvias que aparecieron el miércoles por la noche hicieron temer a algunos que la historia se repitiera.

De hecho esas lluvias durante la jornada previa del miércoles obligaron a realizar el Vía Crucis de los Caballeros del Santo Sepulcro y Santísimo Cristo del Amor en el interior de la iglesia de San Andrés. También puso en riesgo la tradicional Procesión del Silencio, que comienza en la medianoche del Miércoles al Jueves Santo con el Nazareno y la Virgen del Rosario. Sin embargo tanto la procesión como las peticiones en la Iglesia de Seminario pudieron realizarse con normalidad, pese a la aparición puntual de ligera lluvia.

En la Procesión Central de ayer tomaron parte las peanas de la Entrada de Jesús en Jerusalén, la Oración de Jesús en el Huerto, Jesús Atado a la Columna, Virgen de la Esperana, Ecce Homo, Virgen de los Dolores, Jesús Nazareno, Nuestra Señora del Rosario y Cristo del Amor.

Las cofradías resolvieron el problema que tienen este año con el escaso número de peaneros, ya que ninguna necesitó de ruedas excepto la de la Burrica, que tradicionalmente se porta así. Fue ese paso el que, como siempre, abrió la procesión, que fue cerrada por el obispo, José Antonio Satué, las autoridades militares y la Banda de Música de Santa Cecilia, que interpretó un repertorio de música sacra y semanasantista, como Nuestro padre Jesús (Emilio Cebrián), Oremos o Getsemaní (Ricardo Dorado), La madrugá del maestro Moreno, Osanna in Excelsis, la pieza compuesta por Oscar Navarro que no falta en ninguna Semana Santa española, o Caridad del Guadalquivir, que compuesta por Paco Lola en el 2000 y arreglada por Juan José Puntes es una de las marchas procesionales contemporáneas más exitosas de cuantas suelen interpretarse.

Con respecto a los pasos semanasantistas, destacó el nuevo manto de Nuestra Señora de la Esperanza, único que ayer salío bajo palio por la Hermandad de Jesús Atado a la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza, que elaborado por Maribel García en terciopelo verde, hilo dorado y guirnaldas, completa el ajuar de la virgen.

Entre la Burrica y la Banda de Música había exactamente una hora, que será algo más esta tarde, durante la procesión general de Viernes Santo. Tendrá el mismo recorrido, con principio y final en la Iglesia de San Martín y atravesando las principales calles del Centro Histórico. Adelanta su hora con respecto a ayer a las 19.30 horas, y a los nueve pasos de ayer se les sumará los correspondientes a las últimas estaciones del relato bíblico de la Pasión de Jesucristo; el Descendimiento de la Cruz, María Santísima de las Angustias, el Santo Sepulcro y Nuestra Señora de la Soledad, siendo la ocasión para ver procesionar juntas a todas las cofradías y hermandades turolenses.