

Un año después del fuego en el monte de Corbalán, se confía en su restauración natural y espontánea
Las últimas mediciones realizadas por Medio Ambiente establecen las hectáreas quemadas en 234El incendio de Corbalán queda controlado
Estabilizado el incendio de Corbalán, que baja a nivel 0 de emergencia
Bajo un sol plomizo que dispara los termómetros y envuelto en un calor sofocante, Corbalán ha superado el incendio que hace un año devoró 234 hectáreas de monte y los vecinos se preocupan solo de sus quehaceres cotidianos. El que fue el primer gran incendio del verano pasado en la provincia reunió a todos los efectivos disponibles de todos los cuerpos para combatirlo.
Hoy, el monte que fue pasto de las llamas ha sido procesado, los árboles quemados cortados están apilados en los márgenes de los caminos y entre los tocones y los ejemplares que pudieron sobrevivir a las llamas, empieza a extenderse un manto verde de hierba y arbustos que auguran una pronta regeneración.
Aunque en un primer momento se había cuantificado en 270 hectáreas la superficie quemada, el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón precisó que ésta era de 234 hectáreas afectadas. El director provincial de Gestión Forestal, Emilio Pérez, explicó que en el incendio declarado el pasado 11 de agosto en el término municipal de Corbalán, los árboles “se quemaron todos bien quemados. Fue una afectación total. Fue un incendio de copas que quemó todos los árboles completos”. Se calcula que el incendio afectó a unos 70.000 pies, árboles cuyo tronco a la altura de un metro supera los 10 centímetros de grosor.
Medio Ambiente estableció que el origen del fuego fue natural. Aunque en un primer momento se “dudó mucho”, la investigación posterior llevada a cabo por el Departamento estableció que el detonante fue una “tormenta de 12 días atrás. El inicio fue un rayo que había 12 días antes y que había estado latente en un árbol muy grande en el que coincidieron todos los investigadores en que era el origen. Era un árbol grande con un tronco muy resquebrajado que, además, tenía una sabina al lado, lo cual seguramente hizo que el incendio quemase el subsuelo y hasta que no hizo mucho calor”, recordó Pérez. Y el 11 de agosto hizo mucho calor.
Por fortuna, el día en que se declaró el incendio de Corbalán no había ningún otro fuego activo. Eso permitió que todas las administraciones pudieran destinar la totalidad de sus efectivos a controlar primero y extinguir después el fuego en la puerta de la Sierra de Gúdar. “Aquel día no había ni un solo incendio en España. Todo lo que pedimos acabó llegando al incendio. Porque no había ninguna otra demanda”, celebró Emilio Pérez.
Devolver el monte a su estado
El Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón se puso manos a la obra en la restauración del monte tan pronto como se hubo apagado el fuego. “Lo que hicimos fue durante tres o cuatro días terminar de apagar, enfriar todo el perímetro, pero en septiembre ya empezamos a trabajar y lo primero que hicimos fue sacar un aprovechamiento de la madera quemada” en una superficie de cerca de 89 hectáreas , explicó el director provincial de Gestión Forestal. Las labores de extracción comenzaron a mediados del mes de octubre y, aunque durante el invierno hubo que interrumpir los trabajos a consecuencia de las lluvias, el aprovechamiento se retomó de nuevo en enero. “Y desde esa fecha ya, de forma más o menos constante, hemos estado trabajando hasta hace un par de semanas, que ya se terminó con todos los trabajos de corta. Ahora solo queda finalizar con lo que se ha cortado en las últimas semanas, cargarlo en los camiones y sacarlos del incendio”, dijo Pérez.

Sin embargo, las lluvias favorecieron el semillado de algunas zonas como “varios barrancos, varios valles, vallecitos chiquititos, antiguos campos de cultivo”, que se cultivaron con semilla de pino silvestre y pino negral, que son los propios del monte, tratando de evitar tener que repoblar dentro de tres o cuatro años. Desde Medio Ambiente se expresó la preocupación por los primeros brotes que, si bien tuvieron una “primavera fantástica”, ahora están acusando la falta de precipitaciones.
“Eso se ha hecho en una superficie de aproximadamente 21 hectáreas”, confirmó el director provincial. Para controlar la respuesta a este cultivo se han establecido varios puntos de control repartidas por la zona. El objetivo es conseguir una densidad de 1.500 o 1.600 nuevos árboles por hectárea, aunque las expectativas apuntan incluso a cifras más elevadas.
En el resto de superficie se han hecho “algunas microestructuras de defensa del suelo, fajinas empalizadas para retener el suelo”. “Todos tenemos muy claro que va a producirse una regeneración natural lenta, porque la regeneración natural es siempre lenta, pero segura”, señaló Pérez. La experiencia es positiva y en los barrancos que resultaron arrasados por un tornado en 2003 la masa forestal se ha recuperado espontáneamente. De la zona quemada se han sacado 16.073 estéreos, lo que corresponde a unas 8.140 toneladas de maderas que suponen más de 400 viajes de camión.
Psicosis
“Las primeras semanas sí que había un poco de psicosis porque sobre todo la primera, en medio del incendio había un corral donde se cerraba el ganado en verano y ese corral estaba lleno de estiércol. Y cuando se incendió ese estiércol no hubo forma de apagarlo y estuvo echando humo durante semanas”, recordó el alcalde de Corbalán, Rogelio Dolz, al que cada día le llegaban avisos de vecinos preocupados por ver de nuevo una columna de humo en la zona del incendio. “Venían los bomberos y le echaban agua, pero no había forma de apagarlo”, detalló el responsable municipal.
Además, estaba prevista la realización de trabajos de clareo forestal en buena parte de la zona quemada para que “se quedara más abierto y hubiera más zonas libres, los árboles pudieran crecer más y el gano pudiera entrar”, recalcó el edil.

“La gente está contenta con cómo se actuó”, aseguró Dolz, que destacó que tras haberse sofocado el fuego “se actuó muy rápido para solucionar las posibles consecuencias del incendio”, destacando que ya se ha cortado toda la madera quemada y se está retirando. “La gente está tranquila”, insistió, y ni siquiera el haber tenido el fuego a unos pocos cientos de metros de las puertas de sus casas ha hecho mella en su ánimo.
Entre los vecinos, el susto ya ha pasado. Sergio González es ganadero y asegura haber sido el primero en ver el fuego. “Estábamos en el bar, tomando una cerveza y un amigo nos dijo que había visto el humo y fuimos para allí”, explicó. De los días del incendio, Sergio González recuerda, sobre todo, el despliegue. “Vino mucha gente”, dijo, para apuntar, a continuación, que fue “un susto muy grande porque hubo un momento en el que parecía que el fuego venía hacia el pueblo”. Aunque hubo muchos vecinos y veraneantes que apostaron por cerrar sus casas y bajar a Teruel, Sergio González se quedó para poder atender a sus animales.
El susto fue menor para los veraneantes. Algunos, como Miguel Aguilar, de Valencia, se enteró del incendio por la televisión. Aseguró no haber temido por su casa porque, dijo: “Está en un sitio que queda resguardado de la parte por donde venía el fuego”.
El fuego se cebó con zonas de monte y aunque atravesó algunos campos de labor, afortunadamente el cereal ya había sido cosechado y apenas hubo que lamentar pérdidas en agricultura. “En agricultura no hubo ninguna afección, este año se han vuelto a sembrar los campos que se quemaron y no ha habido ninguna afección”, afirmó. En el momento del incendio, en el término de Corbalán ya se había recogido la cosecha y en otoño se pudo sembrar para cosechar este mes de julio.
“La única afección está en que durante cinco años la ganadería no puede pastar en la zona quemada”, lamentó el edil. La norma no permite el pastoreo en las zonas en las que se o se ha sembrado o en las que se apuesta por la regeneración espontánea para que los animales no se coman los brotes verdes y esa recuperación sea más efectiva.

Corbalán tiene una ganadería de entre 2.000 y 3.000 ovejas, aunque el término municipal tiene otras zonas para el pastoreo en las que los animales sí pueden pastar a sus anchas.
A pesar del daño ambiental ocasionado por las llamas, el incendio apenas le costó al municipio “3.000 o 4.000 euros”, aseguró Dolz, ya que el Gobierno de Aragón se hizo de cargo de la mayor parte de los gastos ocasionados durante los trabajos de extinción.
Además, el municipio suministró 250.000 litros de agua a través del hidrante que hay en el centro del pueblo y tuvo que rellenar en dos ocasiones el depósito del que se abastecían los helicópteros. De hecho, el consistorio ha instalado una segunda boca hidrante en la zona del cementerio, donde se instaló el puesto de mando avanzado, para que, en caso de que se vuelva a desatar un incendio, las cubas tengan más fácil el abastecimiento.
Por su parte, el Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón ha habilitado una nueva balsa cerca de Corbalán en la que se ha invertido algo más de 30.000 euros para asegurar el abastecimiento de agua en caso de un nuevo incendio.
La Guardia Civil estuvo sacando bombas de la zona hasta junio
A la amenaza del fuego, en el incendio desatado en Corbalán el 10 de agosto de 2024, se sumó el peligro de las detonaciones de artefactos explosivos dispersos por la zona tras la Guerra Civil. Durante todo el día no dejaron de escucharse explosiones que, por fortuna, no ocasionaron daños personales entre los equipos de extinción.
El equipo de Técnicos Especialistas en la Búsqueda y Localización de Explosivos (Tebyl) de la Guardia Civil en Teruel retiró y destruyó una decena de artefactos explosivos en la zona del incendio durante los días en los que se prolongaron los trabajos de extinción del incendio.

Enseguida de declarase el incendio, empezaron a escucharse las detonaciones. “En cuanto pudimos nos desplazamos a la zona porque había muchas cuadrillas que estaban trabajando en la zona y nos reportaba que se iba encontrando artefactos”, explicó el jefe del equipo de búsqueda y localización de explosivos en Teruel, Andrés Franco.
El procedimiento de esas horas consistía en localizar los artefactos a los que todavía no había alcanzado el frente de fuego y cuya dirección no amenazase el lugar para retirarlos y destruirlos a fin de que no pusieran en peligro a la gente que estaba trabajando en la extinción. “Hay que tener en cuenta que estábamos trabajando con aparatos diseñados para matar y hay que trabajar con unas garantías tanto para uno mismo como para la gente que está a tu alrededor”, explicó Franco. “Si el fuego está lo suficientemente lejos pues se trabaja como en un hallazgo normal”, explicó.
La última palabra sobre la seguridad del lugar la tienen los técnicos que están trabajando en el lugar del fuego. “Nos fiamos de lo que nos diga la gente que tiene experiencia en el monte y que tiene experiencia en estas cosas”, explicó el guardia civil.
Los agentes del Tebyl sacaron una decena de bombas durante los días del incendio de la zona del fuego, además de las otras muchas que detonaron a consecuencia del calor.
Sin embargo, las salidas a la zona quemada se han prolongado hasta el pasado mes de junio. Los agentes del cuerpo han localizado desde que se extinguió el incendio otra decena más de artefactos, principalmente proyectiles de mortero y de artillería y bombas de mano. Sobre todo, “proyectiles y granadas. Sobre todo proyectiles de artillería, granadas, alguna granada de mortero. Pero sobre todo proyectiles y granadas”, reiteró Franco.
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