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Miguel Rivera

Este que están leyendo será el último artículo que publique para DIARIO DE TERUEL. Hace unas horas he recibido la triste noticia del cese de Chema López Juderías como director de este, además de su despido después de 28 años de trabajo en la redacción. Chema fue quien me pidió que escribiese semanalmente para el Diario y, como pienso que su despido es indignante, su salida conlleva la mía. Por supuesto, quienes más pierden son los lectores del Diario, no por mi adiós, sino por el suyo. En mi opinión, el trabajo de Juderías al frente del Diario ha sido muy bueno, modernizándolo y dándole un toque actual, tanto a la edición impresa como a la web. Uno de los mejores consejos que he recibido es el de meditar mucho las decisiones y que tomarlas en caliente no suele ser buena idea. En este caso me voy a saltar dicho consejo: creo que la ética y la fidelidad son dos valores importantes y son los dos motivos principales por los que he tomado esta decisión.

El otro día escuché unas declaraciones de Klopp, entrenador del Liverpool, en las que nada más aterrizar en las instalaciones del club de Anfield, decía que no es importante lo que la gente diga de uno cuando llega a un sitio, sino lo que digan cuando se vaya. En el caso de Chema, solo he oído buenas palabras hacia su persona, la gran mayoría provenientes de personas que han trabajado con y para él. De Chema puedo decir que siempre me trató con cercanía y cordialidad y que cuando me propuso escribir esta columna que hoy muere, lo hizo con confianza y a pesar de saber que se lo estaba proponiendo a alguien sin experiencia alguna aporreando las teclas. Me he sentido muy cómodo en este año y medio, por lo que no puedo dejar de agradecérselo públicamente.

El argumento esgrimido para despedirlo son las cuentas deficitarias. Parece mentira que, en una provincia como Teruel, una de las grandes olvidadas para el resto del país, no entendamos que la información es un servicio público, imprescindible para vertebrar el territorio y para que algunos pueblos de los que no se acuerda nadie tengan su eco, al menos, en el resto de la provincia, y que un servicio público conlleva ineludiblemente aparejado un coste económico. La prensa local es la más cercana, la que cuenta las historias de los pueblos y de los vecinos, esa que no existe en los medios de comunicación de masas, y creo que Chema dirigió un DIARIO DE TERUEL donde ese tipo de información, conectada con la realidad social de la provincia, fue protagonista. Por eso creo que el cese de Chema (y su despido, que me resulta mucho más indignante) son una mala noticia para Teruel. Sus portadas, innovadoras y siempre certeras, quedarán para la posteridad y podremos, gracias a la digitalización de todo el archivo histórico que Chema persiguió con ansia, revivir toda la historia de la provincia. Fue su objetivo personal, casi ambición, y será una herramienta muy útil en el futuro. Su legado quedará, pero la provincia pierde un cronista y un referente sin igual. No es casualidad que tanto Teruel como las portadas del Diario bajo la batuta de Chema hayan sido trending topic nacional en Twitter durante las últimas horas.

Su hilo de despedida, precisamente en X-Twitter no hace sino confirmar la opinión que yo ya tenía de Chema como una persona elegante e inteligente y, lo más importante, una buena persona que ha mirado por su periódico y por el bien de sus trabajadores. Su discurso en el Senado o sus artículos de opinión reivindicando los derechos de los habitantes de la España Vaciada, defendiendo los valores de nuestra provincia, tan desfavorecida, quedarán para la posteridad.

Teruel pierde mucho con esta decisión, pierde su Diario y pierden ustedes, lectores. Quizá sea un lujo que quienes han tomado la decisión se han permitido muy a la ligera. Por mi parte, solamente quiero agradecerle a Chema la confianza de abrirme este espacio de comunicación con ustedes, donde he sentido que podía expresarme libre y abiertamente. A ustedes, lectores, agradecerles siempre su cariño y su comprensión cuando me haya equivocado. Hasta siempre.