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Miguel Rivera

He de confesarles que, a pesar de ser muy aficionado al fútbol, últimamente he perdido bastante el interés por los partidos de selecciones. Creo que cada vez hay más competiciones y más encuentros, algo que no necesariamente hace que crezca el interés, y ya les digo que en mi caso ha sido al revés. Además, las polémicas en torno a la Selección durante los últimos años me han hecho desviar mi atención hacia otros intereses.

Sin embargo, hace unas semanas, mientras revisaba las redes sociales, me llamó la atención la penúltima controversia en torno al combinado nacional.

Resulta que el seleccionador, Luis de la Fuente, había convocado al jovencísimo jugador del Barça Lamine Yamal. El muchacho, de apenas 16 años, parece ser la nueva perla del FC Barcelona y ha llamado la atención del seleccionador, quien decidió incluirlo en la lista de convocados y hacerle debutar.

Les digo que me llamó la atención la polémica, porque había numerosos comentarios acerca del color de la piel y el origen del jugador. El chico, nacido en Esplugas de Llobregat, es de ascendencia marroquí y ecuatoguineana.  No faltaban los que decían que en la Selección solamente deben jugar jugadores españoles. “¿Y dónde está Esplugas de Llobregat?”, me preguntaba yo atónito.

Para incrementar mi indignación, leí otra serie de comentarios en los que sus autores, ocultos bajo pseudónimos en la mayoría de los casos, mandaban al joven “de vuelta a Marruecos, ahora que hace falta ayuda humanitaria” (les recuerdo el terrible terremoto sufrido por el país vecino, y del que últimamente hemos dejado de oír tantas noticias).

La miseria moral que ocultan esos pseudónimos es de proporciones tan desmesuradas que no me salen calificativos publicables en este Diario.  No me entra en la cabeza qué puede generar el sentimiento de inquina y antipatía necesario para escribir y publicar semejante basura llena de bilis.

Como estaba tan indignado, me autoimpuse un ejercicio: entré en diez cuentas aleatorias de las que habían publicado alguno de estos comentarios, y tecleé en el buscador dos apellidos: “Laporte” y “Le Normand”. Resultado de la búsqueda: cero. Estos dos jugadores cuyos apellidos busqué, son dos jugadores de origen francés que defienden habitualmente los colores de nuestra Selección.

Las diez cuentas, que tan ofendidas se mostraban porque Yamal “no era español”, no decían nada de Laporte o Le Normand. Parece que su problema no es el lugar de origen de nuestros nacionalizados, sino el color de su piel.

España siempre ha sido un país de acogida, como también lo fue de emigración, y nuestra sociedad siempre ha mostrado los brazos abiertos a la inclusión de aquellos que eligen nuestro país para buscar una vida mejor. Yo sé positivamente que las redes sociales no son la vida real, pero sí me creo que son un reflejo de los extremos, y cada vez es más frecuente encontrar en ellas un discurso de odio hacia el diferente, abiertamente xenófobo y racista, y eso sí me preocupa sobremanera.

Yo creo que España no es eso, pero debemos ser extremadamente cuidadosos con la educación de las generaciones futuras, para que esa sociedad abierta y plural que somos no se convierta en cerrada y totalitaria.

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