Síguenos
Miguel Rivera

La ciudad de Soria nos recibió el jueves con una nevada de esas que se recuerdan. Copos gordos, nevada constante y copiosa, carretera peligrosa… Quizá era el presagio de que iba a ser una edición de la Copa del Rey para ciudades frías, quién sabe. La estampa que quedó al día siguiente, tanto en la ciudad como alrededores, es de foto para enmarcar. Preciosa.

Sin embargo, el frío en el exterior se disipó dentro del pabellón de “Los Pajaritos”. Las aficiones, tanto la local como las desplazadas, se encargaron de que dentro del templo soriano se respirase un ambiente mucho más caldeado, en una edición en la que la cantidad y calidad del público ha sido una de las notas predominantes.

Además, la organización del evento ha estado a la altura del nivel desplegado por los equipos, muy alto sin lugar a la duda. Hemos disfrutado de partidos vibrantes, igualados, competidos, con algún resultado sorprendente o inesperado. Todo ello ha hecho que disfrutemos de un muy buen fin de semana de voleibol.

Los cruces y el devenir de la competición nos depararon una final que podríamos definir ya como El Clásico de la España Vaciada. Pamesa Teruel y Río Duero Soria, los equipos representativos de las dos capitales más pequeñas de nuestro país, se citaron en la final, tras deshacerse de Léleman Valencia y Guaguas los primeros y de Unicaja Costa de Almería y CV Melilla los segundos. Si bien ambas ciudades son pequeñas en cuanto a población se refiere, no lo son para nada en nuestro voleibol. Así, Río Duero Soria devolvió la Copa a la capital numantina quince años después, tras el título conquistado, precisamente en Teruel, por el ya extinto Numancia de la mano de Ricardo Maldonado.

Durante la final, ambas aficiones, que se conocen perfectamente, pues es habitual que ambas se desplacen de forma numerosa al pabellón del equipo rival, dieron un ejemplo de deportividad. La celeste soriana, más numerosa por tratarse de la hinchada local, recibió a la naranja turolense con los brazos abiertos, y los del Torico devolvieron los cánticos en más de una ocasión.

Río Duero y Pamesa son mucho más que dos equipos de voleibol. Significan un grito, una señal de alerta, una reivindicación desde sus ciudades y provincias; representan que Teruel y Soria también pueden ser referente y así, desde las capitales más pequeñas de nuestro país, ambos clubes son parte de la élite de nuestro deporte.

La España Vaciada no está muerta. Soria y Teruel son el mejor ejemplo de que hay mucha vida en nuestro desierto demográfico. Al igual que en nuestro voleibol. Este fin de semana ha sido la mejor muestra.