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El Canal Calanda-Alcañiz y el alimentador de La Estanca, unas trampas mortales para la población de corzos El Canal Calanda-Alcañiz y el alimentador de La Estanca, unas trampas mortales para la población de corzos
Rampa construida en el Canal Calanda-Alcañiz

El Canal Calanda-Alcañiz y el alimentador de La Estanca, unas trampas mortales para la población de corzos

Desde el inicio de la campaña de riegos en el mes de abril, los cazadores han contado 30 animales ahogados
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Al menos 30 corzos se habrían ahogado entre el Canal Calanda-Alcañiz y el Canal Alimentador de La Estanca desde que el pasado mes de abril empezó la campaña de riegos. Es el número que llevan contabilizados los cazadores de Alcañiz, Calanda y Castelserás en el último mes y medio.

Las sociedades de cazadores son en el Bajo Aragón las organizaciones que llevan años alertando del problema de ahogamiento de animales en ambos canales. Son precisamente los cazadores  o personas particulares quienes o bien acaban sacando del agua a los animales que localizan ahogados o rescatándolos si cuando les encuentran todavía están vivos.

Desde que empezaron a hacer pública la situación han pasado casi siete años. En este tiempo solamente han conseguido que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) construya algunas rampas para facilitar la salida de los mamíferos que, atraídos por las lagunas de agua que quedan dentro de los canales tras el paso de la corriente, se introducen en las conducciones, que se convierten en una trampa mortal, porque, una vez dentro, ya no tienen forma de salir.

Los cazadores denuncian que  las rampas o salideros son insuficientes y apuntan que dos de las tres que se colocaron de madera en el Canal Calanda Alcañiz están construidas “contracorriente”, esto es, en sentido contrario a como discurre el agua, por lo que “no cumplen su función”, critican. No en vano, “cuando los corzos se ven arrastrados por el agua y llegan a las rampas, no pueden aprovecharlas, porque los salideros están colocados en sentido inverso a  como avanza el agua”.

Así lo explicó Andrés Albacar, cazador calandino que se ha involucrado en el problema desde el primer día y que ha denunciado los hechos. Este cazador también ha empezado a colaborar con la Fundación Artemisan, dedicada a la mejora de la gestión y conservación de las especies de fauna en España y que está estudiando la posibilidad de colocar collares con localizadores GPS a los corzos que salgan vivos del interior de los canales. Su objetivo es realizar un estudio para ver cuál es el comportamiento de los animales a posteriori y cuál es su radio de acción.

Cinco localizadores

Elena Fuentes, investigadora de la Fundación Artemisan, explicó que se han repartido cinco localizadores GPS en la zona del Bajo Aragón que ahora están en manos de los Agentes de Protección de la Naturaleza (APNs) del departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, de representantes de las sociedades de cazadores y de personas vinculadas a las comunidades de regantes de la zona. “De momento, no se ha podido colocar ninguno porque no se ha localizado ningún corzo dentro del canal que saliera vivo de él”, comentó la experta. En cualquier caso, “el dispositivo está activado y en cuando se pueda rescatar a algún animal vivo se le colocará un dispositivo localizador” en el cuello.

El objetivo de la investigación es “estudiar cómo afecta al animal una caída en el canal”, es decir, cómo reacciona después de una situación de estrés. Según Fuentes, “queremos analizar cómo varía su bienestar, su movimiento natural y, sobre todo, si merece la pena sacarlo del canal, ya que el corzo es un animal muy delicado y podría ocurrir que, aunque se le rescate vivo del agua, al final ese animal termine muriendo”.

Sequía

En solo un mes y medio habrían caído entre los dos canales de agua alrededor de 30 animales, según calculó Andrés Albacar, un número muy elevado para llevar solo 45 días en campaña. 

Según el cazador, la fuerte sequía que atraviesa la zona sería uno de los motivos por los que los corzos se acercan todavía más veces a los canales de agua que rodean La Estanca o que discurren entre el embalse de Calanda y Alcañiz. Dentro de ellos, los corzos  encuentran pequeñas lagunas de agua con las que sacian momentáneamente la sed. “Pero una vez entran allí les resulta muy difícil salir, así que cuando se suelta agua desde el pantano la corriente los termina arrastrando y acaban ahogándose a consecuencia de la hipotermia y a que están prácticamente sin fuerzas”, enfatizó el cazador.

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