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El Melocotón de Calanda DO inicia la cosecha con ganas de volver a los 4 millones de kilos El Melocotón de Calanda DO inicia la cosecha con ganas de volver a los 4 millones de kilos
Varios temporeros trabajan en un almacén de melocotón en Calanda, en una imagen de archivo. M.N.

El Melocotón de Calanda DO inicia la cosecha con ganas de volver a los 4 millones de kilos

El calor de los últimos días garantiza dulzor y buena calidad en la fruta de hueso con etiqueta negra
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La Denominación de Origen Protegida (DOP) Melocotón de Calanda espera volver este año a la normalidad y certificar en torno a los 4 millones de kilos, después de los 2 millones que apenas se pudieron cosechar en 2022 debido a la peor campaña que se recuerda por las heladas y granizos. Si respeta el tiempo en el tramo final del verano, la calidad de la fruta de hueso con etiqueta negra será excelente gracias al calor de las últimas semanas, que aporta el dulzor que necesita el producto. Las cooperativas se muestran preocupadas por el descenso de la mano de obra y pedirán al nuevo Gobierno de Aragón que tome medidas.

Una campaña normal, ni buena ni mala. Es lo único que desean los agricultores de los 44 municipios de Teruel y Zaragoza que integran la zona de producción de esta preciada fruta. Las heladas y el granizo han mermado este año un 30% de la mejor cosecha posible, un porcentaje que los productores dan por bueno para situarse en torno a los 4 millones de kilos y tener una temporada aceptable que viene con una gran calidad.

Los agricultores aún tienen el susto en el cuerpo de las fuertes tormentas que arrasaron campos de cultivo en Andorra, Calanda o Mazaleón en 2022. Aún así, lograron una certificación superior a lo que esperaban, con 2 millones de kilos con el marchamo de calidad. La cosecha fue un 43% inferior a la del año anterior y se destinó, principalmente, al mercado nacional, que no pudo abastecerse por completo.

Las compensaciones de los seguros agrarios y una línea de créditos blandos que sacó el Gobierno de Aragón ayudaron a recuperar el músculo financiero y la moral. Además, en la campaña anterior se pagaron buenos precios por el melocotón debido a su escasez y la buena calidad de lo que quedó en el árbol.

570 y 504 abren camino

Pero agua pasada no mueve molino y la semana pasada comenzó en Caspe (Zaragoza) la cosecha de las variedades experimentales 570 y 504. “Estuvieron cuatro años en estudio y el año pasado, el quinto, comprobamos que eran buenas y venían con calidad”, explicó el presidente de la DO, Samuel Sancho. Con ellas se busca “alargar la campaña”, pues “antiguamente iba del 15 de septiembre al 1 de noviembre y ahora tenemos casi un mes más”.

La DO tiene buenas sensaciones para este año. “Vamos a tocar madera porque ya hubo piedra en algunas zonas, pero esta temporada viene mucho mejor que 2022, cuando por las heladas veníamos muy limitados. En esta ocasión será aceptable y esperamos estar entre los 3 y los 4 millones de kilos, a ver hasta dónde llegamos y siempre mirando hacia el cielo, que no venga piedra”, deseó Sancho. Los melocotoneros están recuperados porque “se han trabajado bien; al final, un árbol produce muchos frutos y hay que dejar solo 300-400 melocotones” tras el clareo que los hace crecer con el calibre que requiere la etiqueta negra.

En cuanto al calor de las últimas semanas, Sancho indicó que “mientras haya agua para regar los melocotoneros, no hay problema”, pues “al melocotón le gusta el calor” para ser más dulce. No obstante, y pese a la sensación generalizada, el agricultor aseguró: “Tampoco ha hecho tanto calor este año. Estas últimas dos semanas tenemos unas temperaturas muy altas pero el año pasado hizo más calor”.

Mano de obra

La DO presume de dar trabajo en campaña a entre 1.500 y 2.000 personas, entre los almacenes y los campos. No obstante, desde la pandemia acusa un descenso generalizado de la mano de obra. “En las zonas en las que ha habido pedrisco se van a trabajar a otras cooperativas dentro de la DO, pero en general estamos muy justos y estoy esperando a que esté totalmente conformado el nuevo Gobierno de Aragón para pedir una reunión y tratar este tema. Hay que estudiar posibilidades y vías porque nos preocupa”, confesó el presidente.

Esta situación ha hecho que el preceptivo embolsado del melocotón, “en lugar de terminar el 20 de agosto, acabará el 8 de septiembre”, explicó Sancho, quien advirtió de que el problema se está dando en otros sectores. “Tenemos problemas con conductores, albañiles y servicios. Ya no es sólo en la agricultura, sino que en general todos los gremios están acusando la falta de mano de obra. No sé qué está pasando o qué hacemos mal, pero tenemos que estudiar medidas y alternativas”, dijo Sancho, que aseguró que los salarios son dignos.

El gerente de la cooperativa La Calandina, Antonio Cerdán, constató esta realidad. “Este año contamos solamente con 130 personas de las 180 que solíamos tener, y ello repercute en que no vamos a poder embolsar todo el melocotón amarillo que tenemos. La DO obliga y se embolsa la fruta certificada, pero en variedades tempranas que no llevan el sello de calidad algunos socios han tenido que desistir porque no teníamos suficiente mano de obra”, detalló.

Trabajar en el campo

“La gente no quiere venir a trabajar al campo y cada vez recibimos menos temporeros de fuera”, destacó Cerdán, quien corroboró que “los salarios son acordes” y es un problema que ocurre a nivel nacional. En el caso de La Calandina, los temporeros siguen procediendo de países clásicos como Rumanía y Polonia, “pero ahora tenemos que recurrir a personas de Mali, Congo, Marruecos y un poco de todo”, explicó el gerente. Los estudiantes que vuelven al pueblo a veranear y se quieren sacar un dinero también aportan en julio y agosto, sobre todo en el almacén. “Los temporeros terminan de embolsar en septiembre y sustituyen a los estudiantes en el almacén”, añadió.

La Calandina espera hacer este año 6,5 millones de kilos, de los cuales alrededor de medio millón podrían ser certificados por la DO, principalmente de las variedades Calante y Evaisa. “Tenemos fruta desde finales de julio a finales de noviembre”, explicó Cerdán.

Tras un año 2022 que fue “el mayor desastre de la historia”, 2023 apunta a ser “un año normal”, indicó el cooperativista. Aún así, “hemos tenido heladas en zonas que actualmente no hiela y eso nos ha mermado un 20%”, lo que unido a otro 10% de merma por granizo suma un 30% de pérdidas antes de empezar a cosechar. No obstante, “hay fincas en la que la piedra ha arrasado el 90%”, apuntó el responsable de La Calandina.

 

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