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La afición se saca la espina de 2020 y vuelve a las gradas del circuito La afición se saca la espina de 2020 y vuelve a las gradas del circuito
Los incondicionales de Rins se dejaron ver en la pelouse 6. M. N.

La afición se saca la espina de 2020 y vuelve a las gradas del circuito

La peña Los Brones celebra su amistad y los fanáticos de Rins le insuflan ánimo
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La gran familia de aficionados a la MotoGP ha vuelto a Motorland Aragón este fin de semana para quitarse el mono de carreras. Moteros procedentes de toda España se han reencontrado con la adrenalina de ver a sus pilotos favoritos sobre el asfalto y han estrechado sus lazos de amistad.

La pelouse 6 es la casa de Los Brones, la peña motera de Villena (Alicante) que lleva desplazándose hasta Alcañiz desde la primera edición del Gran Premio de Aragón, allá por 2010. Lo llevan en la sangre e incluso en la piel, como muestra el tatuaje de la agrupación que Rubén Carrillo luce en la espalda.

“Había mucho mono de carreras. Nosotros somos de los que vamos a la pelouse, al barro, al pie de la batalla, cerca de la pista”, explica Carrillo. Pero más allá de la gasolina y del olor a rueda quemada, el motociclismo para ellos es un lugar “de unión y de amistad”.

“Las motos nos encantan y viajamos mucho al cabo del año. Salimos muchos fines de semana y montamos un montón de eventos, de comilonas y de almuerzos para pasarlo bien”, comenta el tatuado.

Pedro Luis Castuera es otra de las voces cantantes del grupo, que se desplaza a los Grandes Premios de toda la península en buen número. “Siempre venimos un grupo de 20, 30 o incluso 40 personas”, puntualiza.

Hasta el punto de que en la mañana de ayer tuvieron que hacer “75 bocadillos” para almorzar y comer. Cuando llegan a su zona de descanso, entre las autocaravanas en las que viajan hacen paellas, migas o incluso chuletones. “Ya tenemos una edad y a sufrir no venimos, lo tenemos bien montado. Uno de la cuadrilla es carnicero y se trae buen género. Son muchos años de experiencia”, presume Castuera con una sonrisa de oreja a oreja.

Los aficionados no pueden disimular su felicidad por reencontrarse con sus compañeros de grada. “Las motos es lo que arrastran. Somos una piña, una familia vayas donde vayas”, explica Castuera. Y se han recorrido unos cuantos países con su pasión. “Vamos a casi todos los Grandes Premios de España, menos a Barcelona que no vamos mucho, pero en Jerez, Cheste y Aragón somos fijos”, subraya. “Pero ojo, que también hemos estado en la República Checa, Asia, Qatar, Portugal, Lemans, Paul Ricard en los tiempos de Crivillé, Donington Park... La verdad es que lo vivimos mucho”, enumera.


De padres a hijos


La pasión de Los Brones por el motociclismo se hereda de padres a hijos. “Yo tengo a mis tres hijos aquí”, destaca Castuera.

A Carrillo le sigue su hija, Claudia, que como tantas adolescentes es una incondicional de Marc Márquez. “Es el mejor”, apostilla, al tiempo que espera que haga un buen Gran Premio. “Lo que pasa es que se cae mucho, pero no pasa nada. Eso es porque éste le ha hecho budú”, dice señalando a Castuera.

Su padre es de Márquez. O era, para ser exactos. “Soy un chaquetero”, confiesa Carrillo, pero se defiende: “Me gustan todos los pilotos españoles”.

“Según la corriente que lleva el río va para un lado o va para otro”, apunta Castuera entre risas. “Me gustan las motos. La afición, lo que trae todo esto. Y luego ya que gane el mejor, según ruedas, equipo, puesta a punto... todo”, se defiende el chaquetero.

“Márquez ha perdido un poco la magia que tenía después de la lesión. Yo creo que le va a costar bastante, aparte de que la moto no le va muy allá”, apunta Castuera, que en su caso lo tiene claro: “Yo soy rossista de toda la vida. Somos fieles y hemos venido realmente porque queríamos hacerle un adiós, traernos una Vespa rossiana que tenemos y todo, pintada, para rendirle un tributo, un homenaje; pero no nos han dejado entrarla”, lamenta.

Sin gigantes de Valdealgorfa


Por temor a una casi segura negativa, el Club de Fans de Alex Rins tampoco se ha atrevido a traer a sus gigantes consigo a este Gran Premio. Se trata del boticario José Pardo Sastrón y el historiador Julián Casanova. “Ni siquiera nos lo hemos propuesto porque es un lío”, zanjó Rosa Bañolas, una de las seguidoras más fieles del piloto con ascendencia de Valdealgorfa.

Los bajoaragoneses vivirán la carrera de hoy “con muchísimas ganas”, tremendamente motivados por la alegría que les dio Rins hace 15 días al subirse al segundo cajón del podio en Silverstone.

“Sabemos que para él este circuito es especial y le vamos a dar mucha fuerza. Va a hacer podio seguro. Querríamos que fuera primero, pero con un podio ya nos alegramos”, confiesa.

Este año hay unas 30 personas del club de fans frente a las más de cien que solían acudir al circuito de velocidad antes de la pandemia. “Todo volverá”, asegura Bañolas poco antes de que un amigo traiga la pancarta para animar a Rins en la manga clasificatoria.

Pelouses parceladas y agentes covid


Con motivo del covid-19, las pelouses están parceladas para evitar la aglomeración de grandes grupos de personas. Pese a ser evento exterior, es obligatorio llevar la mascarilla siempre puesta, y para comer y fumar hay que usar las áreas habilitadas. Son protocolos de máximos difíciles de cumplir, para lo que hay un equipo de vigilantes encargado de este cometido.

De él forma parte Rebeca Carbonell, destinada en la pelouse 6. “Nuestro cometido es coordinar que la gente se siente correctamente en las parcelas que marca la entrada, y en su sitio, para intentar que no se supere el aforo ni que se produzcan aglomeraciones”, explica.

La parcelación no va por familias o grupos, como se ha visto en festivales de música o en los céspedes de algunas piscinas municipales, sino que “cada cuadrilla o familia tiene su sitio y tiene que respetar las medidas de seguridad, usar obligatoriamente la mascarilla y tener en cuenta que, para fumar por ejemplo, tienen que salir fuera”, apunta Carbonell.

Entre las incidencias más destacadas, cabe señalar que “a la gente le cuesta ponerse la mascarilla. También es verdad que hace mucho calor y están bebiendo todo el rato”, asume su compañera Cristina Soler. “Damos dos y tres avisos y, si no hacen caso, llamamos a un vigilante de seguridad, que es el que actúa” con mayor énfasis, comenta Soler, para quien es su primera experiencia en un Gran Premio de Aragón.



 

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