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La excavación en La Reala descubre una gran muralla íbera y  piezas del siglo VI a.C. La excavación en La Reala descubre una gran muralla íbera y  piezas del siglo VI a.C.
El arqueólogo Francisco Castro (medio) explica los descubrimientos del yacimiento. CIBA

La excavación en La Reala descubre una gran muralla íbera y piezas del siglo VI a.C.

El curso de arqueología de Alcañiz confirma el potencial del yacimiento
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Seguramente, los doce alumnos del primer curso de iniciación a la arqueología en Alcañiz no imaginaban que, en apenas una semana de trabajo bajo el sol de agosto, ayudarían a descubrir y documentar una gran muralla íbera de más de cuatro metros de grosor, un posible torreón defensivo y varias piezas únicas del siglo VI a.C. El yacimiento de La Reala, situado junto a Technopark Motorland, ha revelado así parte de su historia milenaria, lo que confirma sin duda su enorme potencial arqueológico.

Francisco Castro, arqueólogo al frente de la excavación, explicó tras la jornada de puertas abiertas realizada este jueves que el hallazgo confirma las hipótesis iniciales. “Lo que nos suponíamos que era un asentamiento de la Primera Edad del Hierro con una gran muralla lo hemos podido comprobar sobre el terreno. Ahora, con solo siete días de trabajo, la estructura se dibuja perfectamente y nos permite imaginar cómo defendía el acceso principal al poblado”, señaló. A su juicio, se trata de un elemento que impacta incluso a quienes no tienen conocimientos técnicos. “Tú llegas al yacimiento y ves esa muralla. Evidentemente, en el futuro habrá que colocar cartelería y hacer un trabajo interpretativo, pero el elemento ya habla por sí mismo”.

El poblado

El poblado, datado en torno al siglo VI a.C., se estima que tendría entre quince y veinte viviendas y que estaba protegido estratégicamente por este sistema defensivo. Castro detalló que el trabajo de excavación ha permitido empezar a limpiar el interior, aunque en uno de los sondeos que se pensaba que podría corresponder a una casa, lo hallado podría ser en realidad parte de una calle, lo que abre nuevas preguntas para futuras campañas.

Durante las jornadas también han aparecido objetos que ayudan a comprender la vida cotidiana y la actividad económica de sus antiguos habitantes. Entre ellos, un molde de piedra para fundir bronce, un ponderal de plomo para pesar mercancías, una punta de flecha y un molino de mano del tipo “de montera”, empleado para moler cereal. “Todo este material encaja muy bien en la cronología que manejamos y nos ayuda a recrear la forma de vida de quienes habitaron aquí hace más de dos mil quinientos años”, apuntó Castro.

Un formato triunfador

Más allá de los hallazgos, el curso ha sido valorado como un éxito. Planteado inicialmente para diez plazas, se amplió a doce ante la alta demanda y aun así quedó gente en lista de espera. “Para nosotros es un formato muy positivo porque combina un trabajo científico real con un enfoque formativo. La gente ha quedado muy satisfecha, han aprendido técnicas profesionales y han vivido en primera persona cómo se documenta un yacimiento”, afirmó el arqueólogo.

El hecho de que todos los arqueólogos del Taller de Arqueología trabajen de manera voluntaria permite desarrollar el proyecto sin un gran desembolso y, al mismo tiempo, plantea la posibilidad de repetirlo en próximas ediciones o en intervenciones más amplias.

El concejal de Patrimonio, Carlos Andreu, visitó la excavación durante el día de puertas abiertas y destacó que iniciativas así son una oportunidad para sembrar interés por la historia y patrimonio local. “Queremos seguir apoyando este tipo de proyectos y poner en valor nuestro gran patrimonio arqueológico. Vamos a buscar contactos con universidades e instituciones para que las piezas halladas se estudien y se difundan, porque tienen mucho que aportar”, subrayó.

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