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Lágrimas, rabia y frustración ante el derribo de la chimenea de la térmica: el territorio se lamenta por perder el icono entre la inacción Lágrimas, rabia y frustración ante el derribo de la chimenea de la térmica: el territorio se lamenta por perder el icono entre la inacción
Felipe Gracia, Felipe Pérez y José Antonio Crespo, este jueves en el aparcamiento del Parque Empresarial de Andorra

Lágrimas, rabia y frustración ante el derribo de la chimenea de la térmica: el territorio se lamenta por perder el icono entre la inacción

Centenares de andorranos se despiden del faro que les guió durante cuatro décadas
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Centenares de curiosos se acercaron este jueves al perímetro de la demolición para despedirse del icono del patrimonio energético turolense por excelencia, que a partir de ahora solo podrá contemplarse en vídeos y fotografías. Lágrimas por la pérdida, críticas a Endesa y a las administraciones públicas por no haber salvaguardado la memoria de una identidad y el lamento por no haber presionado más desde la sociedad civil para mantener el símbolo marcaron la mañana.

Segundos después de que la chimenea se diera como un chopo contra el suelo, personal de Endesa se arrancó con tímidos aplausos felicitándose por la maniobra técnica, que ciertamente resultó perfecta. Inmediatamente, fueron silenciados por insultos de quienes observaron la detonación desde lo alto de un cerro cercano, presos del enfado porque, en tan solo 25 segundos, cuatro décadas de historia mineroeléctrica se vieron relegados a escombro. Las labores de desmantelamiento no dejarán un solo vestigio arquitectónico de lo que fue la central, más allá de cuadros de mando o locomotoras cedidas al museo minero.

“Asistimos al acto de terrorismo perpetrado por esta gente”, lamentaba minutos antes de la detonación desde el aparcamiento del Parque Empresarial de Andorra José Antonio Crespo, que trabajó para la contrata de mantenimiento industrial Maessa durante seis años.

“Nos han vendido”

Mayor fue la trayectoria en la térmica de Felipe Gracia, a quien después de 28 años trabajando en la central le inundaba una sensación de “rabia”. Casi entre sollozos, aseguraba: “Los votos verdes o quien sea nos han vendido”, dijo en referencia a una transición justa que no termina de plasmarse en hechos.

“Sientes tristeza de ver lo que hemos hecho” para evitar la demolición, añadía Felipe Pérez, que como su tocayo trabajó “desde los 18 años, hasta hace tres o cuatro que nos marchamos los de Maessa”.

“No hemos hecho nada ninguno”, lamentaba, aunque reconocía que las estructuras esbeltas de la planta energética “no merecían haber llegado a esta situación, pero es lo que tenemos por parte de nuestros políticos”. Por otro lado, reflexionaba, preservar la chimenea “sería un gasto también” en cuanto a mantenimiento. “Tampoco tanto, que subíamos dos veces al año y aún está bien”, debatía Gracia.

“Si la hubieran dejado, tendría un mantenimiento. ¿Quién se iba a hacer cargo de eso? Son mil cosas. También es entendible que la quisieran quitar. Pero sí que es verdad que les ha corrido mucha prisa, teniendo todavía Aliaga y Escucha por desmantelar”.  Pero “aquí es donde más negocio hay”, remataba Crespo.

Recuerdos de una panorámica

Gracia entró a trabajar en 1986. “Después me fui a la mili y, cuando volví, me incorporé de nuevo, y así hasta hace un par de años o tres”, manifestaba Gracia. Él estaba en alumbrado. “He subido bastantes veces a la chimenea a revisar las luces de dentro. Era agotador, la jornada se echaba para subir y bajar”.

“¡Y que no se te olvidara la bombilla, que tenías que bajar!”, bromeaba Pérez. “Eso es, que no se te olvidara el atornillador que, si no, tenías que volver para abajo”, sonreía Gracia. “Hay –había– un ascensor que llega a 100 metros y los otros 243 tienen que ser a pulso”.

Desde arriba, la panorámica era “muy grande”. Unas vistas que mejoraron “cuando pintaron las rayas últimamente, que hicieron una corona alrededor y se podía circular por fuera. La verdad que el paisaje era imponente”. Hasta entonces “solo podías asomarte por las ventanas de las luces, con ángulos muy cortados. Pero esa temporada hicieron una pasarela arriba de todo y, desde luego, era digno de ver”.

Vecinos de Andorra y curiosos de la contornada se acercaron para ver un espectáculo técnico que no empaña el duelo. Los estudiantes hicieron pellas para presenciar el evento, de apenas 25 segundos de duración. La chimenea era el faro que guiaba su camino. Pero la senda energética va por otros derroteros.

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