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Albentosa, el escenario de una batalla entre las tropas españolas y el ejército napoleónico Albentosa, el escenario de una batalla entre las tropas españolas y el ejército napoleónico
Vista panorámica desde el campamento francés: campamento español (A), Albentosa (B), Castillo (C), puente medieval oculto entre los árboles (D), zona de vadeo de la caballería francesa (E) y el río Albentosa (F)

Albentosa, el escenario de una batalla entre las tropas españolas y el ejército napoleónico

La localidad ha colocado unas mesas de interpretación para recordar un episodio histórico de gran relevancia
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A principios de marzo, se cumplirá el 213 aniversario de la Batalla de Albentosa, entre los ejércitos francés y español. El objetivo de las tropas napoleónicas era llegar hasta la ciudad de Valencia, para volver a intentar su conquista; y el de las españolas, frenar o retrasar el avance galo, para que la capital del Bajo Turia tuviera tiempo de organizar su defensa.

Desde hace unas semanas, Albentosa dispone de un conjunto de mesas de interpretación, distribuidas por cuatro de los seis principales escenarios de esta batalla: el campamento napoleónico, el Camino Real de Zaragoza a Valencia, las defensas del puente medieval y el campamento español. Han sido promovidas y financiadas por el propio Ayuntamiento. En cuanto a los otros dos escenarios restantes, está prevista la instalación de otra mesa de interpretación en el poco conocido Fuerte de San Cristóbal; el Castillo, uno de los principales pivotes defensivos hispanos, ya cuenta con un itinerario temático (El Camino del Castillo Templario), que incluye cuatro miradores (los del Viaducto, Cueva, Peña y Castillo) y ocho mesas de interpretación.

El hilo conductor de estos sistemas expositivos es la organización de las defensas españolas para tratar de frenar un ejército más numeroso y los movimientos tácticos de las tropas napoleónicas para tratar de superar estos obstáculos.

Marcha hacia Valencia

La mesa de interpretación instalada en el campamento francés aborda el contexto histórico en el que se produjo la Batalla de Albentosa. Tras ejecutar una operación de castigo sobre Albarracín (18 de febrero de 1810), el Mariscal Suchet hacía su entrada en Teruel al frente del ejército galo. En esta ciudad se estableció una poderosa guarnición, al mando del coronel Plicque. Su cometido era mantener las líneas de comunicación con Zaragoza y dejar aseguradas las posiciones de retaguardia, antes de la partida del grueso de las tropas en dirección a Valencia.

La campaña, destinada a la conquista de la capital levantina, pasaba por el despliegue coordinado de dos columnas. La primera, al mando del general Habert, se dirigió hacia Morella, enclave que ocupó sin dificultades, para desde allí proseguir hasta Murviedro (Sagunto).

El 1 de marzo, cuando Suchet se encontraba en Teruel a punto de partir hacia Valencia, recibió un decreto firmado el 8 de febrero por Napoleón. En él se le ordenaba priorizar la toma de Lérida y Mequinenza sobre la de Valencia. Pero estas órdenes llegaban demasiado tarde, pues la columna de Habert ya se encontraba frente a Morella y no podía ser abandonada. De ahí que Suchet, contraviniendo las órdenes del emperador, decidiera partir hacia Valencia.

El principal punto fuerte del dispositivo español, destinado a contener al avance de Suchet hacia el Sur, se había establecido en Albentosa, donde se había desplegado un primer contingente de tropas a finales de diciembre de 1809.
 

Detalle de la plasmación gráfica de las posiciones y movimientos de tropas en la batalla de Albentosa


El 17 de febrero entraron en Sarrión 1.000 soldados franceses de infantería y 400 jinetes, que robaron y mataron cuantos animales hallaron. La jornada siguiente se adelantaron hasta cerca de Albentosa, con el objeto de recabar información acerca del despliegue de las fuerzas españolas. Una vez obtenida esta valiosa información, Suchet partió el 1 de marzo desde Teruel en dirección a Valencia. Dirigía un ejército formado por 8.000 soldados franceses, frente a los 2.000 soldados españoles desplegados en Albentosa.

El Camino Real

El Camino Real que unía Zaragoza con Valencia, a su paso por Albentosa, es el protagonista de la segunda mesa de interpretación. Para poder avanzar desde Teruel hasta Valencia, el ejército francés tenía que salvar el valle del río Albentosa, auténtico foso natural. Al pie del Castillo de Albentosa se encontraba el puente medieval que permitía vadear este curso fluvial.

Las dificultades de este tramo del camino ya habían sido descritas por distintos viajeros de finales del siglo XVIII y principios del XIX, como Antonio Ponz (1788): “La situación de Albentosa es extraordinaria sobre un peñasco, al cual es muy trabajoso llegar por la malísima cuesta, que es preciso bajar antes de entrar en el pueblo hasta la profundidad de un riachuelo que pasa por allí, con el cual riegan porción de huertas en una angosta vega, que se atraviesa por puente”.

Aunque a partir de mayo de 1846 se construyó una nueva carretera para evitar las penosas cuestas de Albentosa, el antiguo trazado del Camino Real se mantuvo con limitadas modificaciones hasta la construcción (ya en el siglo XX) de la actual carretera TE-V-6005. Se conservan algunos tramos del camino inalterados, con rodadas y aplanamientos realizados en la dura roca caliza, así como escolleras o muros de contención del camino.

Para paliar su inferioridad numérica frente al poderoso 3º Cuerpo de Ejército francés, las tropas españolas realizaron una cortadura o rotura parcial del puente medieval, cuyas huellas aún están presentes, al repararse posteriormente con una fábrica bien diferenciada (en su entorno se sitúa la 3ª mesa de interpretación). También dispusieron parapetos de troncos en la margen derecha del río, destinados a crear un obstáculo adicional y proteger el destacamento desplegado en este punto. Además, instalaron 6 piezas de artillería en el Castillo, con las que podrían batir un amplio sector del frente.

Como posición de retaguardia, instalaron el campamento en el Corral de Félix (4ª mesa de interpretación), desde el que disponían de una visión privilegiada del campo de batalla, pudiendo enviar refuerzos a los puntos atacados. Su protección debía descansar en una especie de terraplenes de tierra, de los cuales parecen conservarse evidencias.

El desenlace de la Batalla

Pero, a pesar del adecuado despliegue de las fuerzas españolas, Suchet encontró la forma de poder rebasar estas posiciones defensivas. Lo hizo por medio de una maniobra clásica, que le permitió aprovechar su notable ventaja numérica. Parte de las fuerzas atacaron los atrincheramientos españoles localizados en el puente. Mientras, de forma simultánea un contingente de caballería cruzaba el río a 3 kilómetros de distancia aguas arriba, por medio de una maniobra envolvente. Esto provocó que se viniera abajo el dispositivo defensivo español, al quedar flanqueado.

Las fuerzas españolas, sin posibilidad de defenderse, iniciaron una precipitada retirada en dirección a Valencia. Aunque los franceses podrían haber intentado interceptarlas, prefirieron entretenerse en saquear las poblaciones que mediaban entre Albentosa y Sagunto, lugar en el que Suchet se reunió con la columna de Habert

 

Mesa de interpretación en el Camino Real: Suchet frente a Albentosa


Aunque las fuerzas españolas no consiguieron impedir el avance de Suchet en dirección a Valencia, sí que facilitaron la organización de la resistencia en retaguardia, e incluso que se evacuase Segorbe.

Éxitos de Villacampa

La marcha de Suchet fue aprovechada por el General Villacampa para atacar Teruel el 7 de marzo; el objetivo era tratar de interrumpir las líneas de comunicación de Zaragoza con la vanguardia gala en el Levante. La respuesta francesa 8consistió en el traslado de fuerzas desde Zaragoza hasta el Jiloca y el despliegue de la División de Montmarie en Daroca.

Aunque Villacampa no logró tomar Teruel, sí que batió a los destacamentos franceses desplegados en Caudé y Albentosa. El 7 de marzo derrotó a la columna de socorro gala enviada desde Zaragoza en la Venta de Malamadera (Caudé), capturando 250 soldados, además de 2 piezas de artillería de campaña y 3 cajas de cartuchería. Tres días después, atacó también a las fuerzas napoleónicas desplegadas en Albentosa, apoderándose de otros 4 cañones y de 260 prisioneros, entre oficiales y tropa; entre los capturados se incluían 160 soldados polacos del 1º Regimiento de la Legión del Vístula.

Estos éxitos de Villacampa terminaron por destruir completamente la línea de comunicaciones del 3º Cuerpo de Ejército, haciendo mella en las decisiones francesas. Ante la imposibilidad de conquistar una ciudad de Valencia bien organizada y defendida, y dada la delicada situación existente en tierras turolenses, el 10 de marzo el mariscal Suchet decidió regresar a Teruel.

El retorno de ese poderoso ejército galo obligó a Villacampa a retirarse. Pero la Batalla de Albentosa y las operaciones del general español no habían sido en vano, contribuyendo a un importante objetivo: un nuevo fracaso francés en su intento de tomar Valencia.

La Batalla, dos siglos después

Los dos altos mandos protagonistas de los acontecimientos sobrevivieron a la Guerra de la Independencia. El mariscal Suchet comandó el último ejército galo en abandonar España y participó en la posterior invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis. Escribió sus memorias sobre sus campañas en España entre 1810 y 1814, en las que describe los acontecimientos de Albentosa; falleció en 1826, con tan solo 56 años. El general Villacampa tuvo una vida más azarosa; perseguido por Fernando VII por sus ideas liberales, la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis le obligaron a exiliarse durante una década. Tras su retorno a España, esta vez ya colmado de reconocimientos, falleció en 1854, a los 68 años de edad.

Mucho tiempo ha pasado desde que los llanos y el valle de Albentosa fueran escenario del enfrentamiento entre las tropas españolas y el poderoso ejército francés y sus aliados (no nos olvidemos de los 160 soldados polacos capturados).

Hoy tan solo es un lejano recuerdo. Pero también un excelente hilo conductor para visitar Albentosa y conocer sus paisajes y Patrimonio Cultural, que fueron testigos de ésta y de otras muchas historias.

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