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El cambio climático y las plagas, principales amenazas de la truficultura en la actualidad El cambio climático y las plagas, principales amenazas de la truficultura en la actualidad
El buen tiempo acompañó al tapeo que tuvo lugar al mediodía en la plaza Mayor de Torre de las Arcas, donde se sirvieron 270 tapas. Marcos Navarro

El cambio climático y las plagas, principales amenazas de la truficultura en la actualidad

Dos veteranos agricultures de Castellón y Teruel debaten en Torre de las Arcas sobre el sector
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Cruz Aguilar

El aumento de las temperaturas, derivado del cambio climático, y la plaga del Leiodes cinnamomeus son las principales amenazas que tiene el sector trufero actualmente. Así se puso de manifiesto este sábado en la jornada técnica celebrada en el marco de la IV edición de la Feria de la Trufa de Secano de Torre de las Arcas, en la que participaron dos truferos y agricultores de las provincias de Teruel y Castellón con una gran trayectoria tanto en la búsqueda en el monte como en el cultivo.

La Feria de Torre de las Arcas tiene como objetivo poner en valor este producto y dar a conocer la localidad, donde ayer se sirvieron un total de 270 tapas trufadas. El objetivo es que todo el mundo pueda degustar esta delicia de los montes turolenses y por eso se vendió a precios populares, ya que por seis euros se ofrecían tres tapas y una bebida.

La alcaldesa de la localidad, Teresa Gamarra, hizo un buen balance de la jornada y detalló que en la comida popular se repartieron 165 raciones de fideuá. Destacó el interés despertado por la charla, “que ha sido muy amena por la gran experiencia” de los  ponentes.

El encargado de moderar el debate, Toni Villanova, que es técnico de Cultivos Forestales y Micológicos, vivero especializado en truficultura y con sede en Torre de las Arcas, indicó que la plaga del escarabajo de la trufa está siendo muy dañina en esta campaña y, como se habló en la mesa redonda, a la que asistió casi medio centenar de personas, está afectando a l 70% de la cosecha. “Está provocando precios muy bajos y, aunque ahora está mejorando la campaña, en diciembre se hablaba de que hacían falta 40 kilos para sacar uno de primera categoría”, detalló.

Mesa redonda

Durante la mesa redonda se fijó la mirada en cómo está afectando el cambio climático en el cultivo y, como apuntó Santiago Estopiñán, truficultor de Torre de Arcas, en la comarca del Matarraña, repercute más por las elevadas temperaturas, que afectan al desarrollo y también a la proliferación de plagas, que por la falta de lluvia, que se puede suplir a través del riego.

El experto, que tiene 69 años y con sólo 12 comenzó a buscar trufa silvestre en los montes, señala que cultivar trufa actualmente exige una elevada inversión puesto que “no se concibe sin riego” y hay que realizar pozos para aportar sustratos y colocar trampas para el Leiodes cinnamomeus. “El que quiera hacer una truficultura sin gastos no creo que tenga mucho éxito”, argumentó, para añadir que, cuando él comenzó en el sector, recolectándola silvestre, las ganancias eran prácticamente limpias puesto que el único era el arrendamiento de los montes que, eso sí, había que conocerlos muy bien.

Otro de los temas que salió a la palestra en la charla es el vínculo que se establece entre el perro y el dueño. Precisamente Francisco Mateu, que es truficultor en la provincia de Castellón, explicó que él y su padre, que era cazador, compartían el mismo perro y, cuando salía al campo con él, buscaba trufas, pero si lo hacía con su padre, conejos.

Santiago Estopiñán ha adiestrado a todas las perras -que siempre eran hembras– que ha tenido a lo largo de su vida, salvo a la primera, que la compró a finales de los años 60 por 10.000 pesetas, toda una fortuna para la época. “Las pagó mi abuelo, que era el cabeza de familia, y en sólo una semana ya se las pude devolver”, recordó ayer en Torre de las Arcas.

Los pozos sobre los que tanto se ha investigado en los últimos años ya se hacían en aquellas truferas silvestres, como recuerda Estopiñán. Los llenaban con matas de tomillo, espliego y otras plantas aromáticas que encontraban secas en el monte porque “así salía la trufa más bonita y mejor”.

Cuando la trufa silvestre comenzó a escasear, fueron varios los truferos que se aventuraron a plantar carrascas micorrizadas, aunque Santiago Estopiñán reconoce que, en su caso, esas primeras plantaciones no tiraron y las acabó arrancando.

Otro de los problemas a los que, según este veterano de la trufa, se enfrenta ahora el sector es la merma en la producción de las plantaciones más antiguas. “Habría que investigar si es por cansancio de la tierra o porque se agotan los nutrientes”, especificó, ya que él tiene claro que el problema está en la tierra y no en los árboles simbiontes.

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