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Desescombro de la línea de trincheras de Cabigordo, en Corbalán, donde se ha implementado la realidad aumentada

"En el Alto de la Torana hubo mucho follón y debió ser abandonado con precipitación"

Los responsables de la excavación de este enclave de la Guerra Civil en Corbalán valoran su importancia en la Batalla de Teruel
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José Luis Rubio

Los enclaves del Alto de la Torana y las trincheras de Cabigordo tuvieron una relevancia diferente durante la Guerra Civil española.  La iniciativa puesta en marcha por la Comarca Comunidad de Teruel de implementar la experiencia de la visita a uno de sus escenarios recuperados por un equipo arqueológico con una aplicación de realidad aumentada permite al turista una experiencia más inmersiva. Ahora,  en los paneles interpretativos de estos enclaves se  ha añadido un código QR para descargar la app Atrinchérate.

Según el arqueólogo Javier Ibáñez, responsable de la excavación y recuperación de estos dos vestigios del conflicto, “los dos conjuntos son de dos momentos distintos de la Guerra Civil”. El sistema de fortificaciones del Alto de la Torana estuvo activo durante buena parte de la guerra y solo “ tras la batalla de la Alfambra y el definitivo avance de las tropas franquistas pierde vigencia”. En su momento, este sistema del ejército republicano tuvo importancia para controlar las líneas de abastecimiento del bando sublevado desde Zaragoza. “Decimos que esa parte era estratégica en el sentido de que por ahí pasaban todos los suministros y tropas, todo lo que venía de la retaguardia, cuando la ciudad de Teruel que era cercada por las tropas republicanas”, dijo Ibáñez, que apuntó, además, que “el conjunto estaba formado por dos puestos de observación, de hormigón, que son las estructuras más potentes, en una de ellas es donde se ha hecho la realidad virtual, pero la segunda estructura desapareció en una modificación de la carretera” que sube hasta Corbalán y Cedrillas.

Es fácil suponer que las posiciones de la Torana “estarían como bastante más camufladas de lo que están ahora, puede que hubiera tierra por encima de la posición de hormigón para que pasara lo más desapercibido posible por la aviación, desde ese punto de observación. Estaba unido con trincheas con el puesto de mando”. Y es que esa posición era de artillería. Allí se emplazó, según consta en una fotografía conservada en la Biblioteca Nacional, un cañón de los llamados zapatones recuperado por Francia y Rusia de la I Guerra Mundial, según explicó el historiador Rubén Sáez, que dudó de la efectividad de esta pieza artillera por la dificultad de abastecerla de munición.

En la posición del Alto de la Torana hubo mucha actividad durante la guerra. Ibáñez explicó que “es una posición clave donde hubo bastante follón. De hecho, hay incluso intentos de tomarla en alguna ocasión de forma previa por los ejércitos franquistas y se consiguió rechazar un poco ese avance, ese ataque. Desde luego, en esa posición sí que apareció una enorme cantidad de metralla y de material”, dijo. El arqueólogo recordó cómo en estos vestigios la excavación fue laboriosa ya que las piedras que completaban la fortificación de las trincheras se habían caído en su interior, por lo que el desescombro resultó muy complejo.

Cabigordo

La segunda posición en la que ha intervenido la Comarca Comunidad de Teruel y en la que se ha implementado la realidad aumentada es una trinchera en el sistema defensivo de Cabigordo. El arqueólogo Javier Ibáñez explicó que se trata de “una posición que en realidad solamente tuvo protagonismo en un momento avanzado (del conflicto), cuando ya habían caído todas las primeras líneas de posiciones, cuando ya tras la batalla de la Alfambra toda la línea republicana tenía como punto básico, fundamental, la Sierra Palomera. Esta (posición) de Cabigordo en primera instancia no tenía una gran importancia en ese esquema y casi seguro que fue realizada a posteriori, cuando cayó toda esa línea y decimos que todo el frente retrocedió y prácticamente solo quedó una línea de emergencia, por así decirlo, trazada desde el cenador de Pino Redondo, que también se excavó, el alto de la Torana, el Castelfrío y el Portichuelo”. Sin embargo, su ubicación no fue casual ni caprichosa y estaba destinada a controla el viejo camino que llevaba, fuera de la carretera, desde Corbalán hasta el puerto de Cabigordo.
 

Los carteles divulgativos del lugar incluyen un QR para poder bajarse la app Atrichérate


Se trata de una posición atípica en la que el ejército republicano empleó hormigón para consolidar las paredes, algo que “no suele ser normal”, explicó el arqueólogo. “Defiende un camino por el cual, si no lo controlas, te pueden pasar y subirte hasta el puerto y entrar en cedillas. Entonces esa posición es muy pequeñita, es una única línea de trincheas, además bastante estrechita”, añadió.

Aparición de restos

En Cabigordo “seguramente no hubo nada de combate”, afirmó Ibáñez, a tenor de la escasez de restos encontrados. “Tienes distintas circunstancias. En las que ha habido combate existen muchísimas evidencias por todas partes. Evidentemente hay metralla y casquillos por todos lados. En las que no ha habido combate, pero ha habido mucha gente y han estado un tiempo ocupadas hay muchas latas de conserva”, dijo.

“En el Alto de la Torana hubo muchísimo follón y debió de ser abandonado también con una cierta precipitación. Pero en Cabigordo no hubo follón, no hay prácticamente munición y después prácticamente no hay latas de conservación, hay muy poca cultura material y no existen muchos elementos abandonados”, añadió.

En cada excavación que se realiza en entorno de guerra siempre se utiliza un detector de metales. “No te la puedes jugar”, razonó el arqueólogo.  En la Torana “sí que apareció bastante material y puede que haya por las proximidades restos de proyectiles sin explotar. Allí hubo mucho ruido y sí que pitaba mucho el detector de metales”, dijo.

No se sabe exactamente cuántos soldados estuvieron atrincherados en las dos posiciones. El historiador Rubén Sáez cree que el Alto de la Torana estaba preparado para “dos o tres compañías (de unos cien hombres cada una) porque es grande”, aunque solo se sabe que “en ese sector hubo una división”. Y eso tampoco resulta preciso porque el en ejército republicano la cantidad de efectivos de estas divisiones variaba. En este caso, se trataba de soldados que habían llegado desde Teruel por lo que se cree que las filas habrían estado “mermadas”, dijo Sáez.

El visitante que acuda a ver estos restos debería, según el arqueólogo, tratar de imaginar que allí “pasaron hechos bastante dramáticos, pero también que estaban ocupados por personas, por soldados que, además de estar pegando tiros tenían que estar viviendo allí en muchas ocasiones, seguramente custodiando las trincheras sin llegar a pegar ni un solo tiro” y resaltó también la relevancia de las “zonas de vida de los soldados”, aunque en ninguna de las dos posiciones se han podido recuperar estos espacios.

Javier Ibáñez destacó la importancia de haber devuelto a esta infraestructura su aspecto original pero reconoció que falta mucho trabajo por hacer.

 

Mónica Maneu escanea la trinchera de Cabigordo para poder incrustar los personajes de la app Atrinchérate

Rigor histórico

La empresa Imaginando Universos, de Cretas, es la responsable de la creación de la realidad aumentada que desde hace unos meses acompaña a la recuperación de los vestigios de la Guerra Civil en el Alto de la Torana y Cabigordo, ambos en Corbalán. Mónica Maneu es responsable de la firma.

-¿Cómo fue el proceso de creación de los personajes que aparecen en la realidad aumentada en los vestigios del Alto de la Torana y Cabigordo?
-Lo que intentamos es adaptarnos un poco a las ideas ya las necesidades del cliente. Siempre haciendo uso de las tecnologías más avanzadas y de lo que nos parece más novedoso y que podemos utilizar. Hacemos desde aplicaciones móviles normales a páginas web, que es lo más habitual, y luego filmaciones en 360 grados, realidad virtual y realidad aumentada, que ahora mismo lo que más está funcionando y lo que más nos gusta. En este caso hablamos de la realidad aumentada.

-¿Cómo les llega la propuesta de la Comarca Comunidad de Teruel? ¿Habían realizado ya algún proyecto similar?
-Cuando nos llegó la propuesta de Comarca de Teruel, de Carmen (Alonso) nos pareció súper interesante. Nos gustó mucho porque creo que es importante tener presente el pasado para no repetir ciertas cosas en el futuro, aunque creo que, por desgracia, no termina sirviendo de nada. Nos pareció una propuesta muy interesante, y a partir de ahí empezamos a trabajar donde están las trincheras, que hay un ascenso importante y estuvimos subiendo a la zona en malas condiciones por el tiempo, porque hacía mucho frío.

-¿Por qué era necesario estar allí tan a menudo?
-Es importantísimo, es imprescindible, básicamente porque tú tienes que conocer el terreno, pero no sobre fotos, sino sobre el terreno. Hay que ir con las cámaras especiales para hacer ese tipo de escaneo que se llama Lidar, que escanea todos los rincones de los escenarios reales porque eso es lo que luego dará la ubicación perfecta para  la realidad aumentada. Sin eso, sin ese paso anterior, que además es un paso bastante laborioso, sería imposible. Los personajes o las imágenes en realidad aumentada no se ubicarían de ninguna de las maneras en los lugares que deben estar ubicadas a no ser que se haga ese paso anterior, que es un paso que no se hace en una sola vez. Aunque a veces hay que  repetir porque no siempre las condiciones atmosféricas, la luz... Bueno, influyen muchísimas cosas externas, muchos factores externos que nos hacen volver a los lugares para hacer el trabajo lo mejor posible.

Documentación

-¿Cómo fue el proceso de documentación para la creación de esos elementos o de esos personajes?
-Gracias a la inestimable colaboración y aportación del asesor histórico Alfonso Casas, que fue el que nos dio las pautas para seguir un rigor histórico máximo. En todo momento fuimos consensuando con él lo que respeta a vestimentas y a situaciones, a momentos. El rigor histórico hemos intentado que fuese súper escrupuloso y eso lo hemos conseguido gracias a Alfonso Casas,  que nos ha ido enviando todo aquello que hemos podido precisar de él e incluso nos ha hecho aportaciones personales que gracias a ellas se ha logrado una recreación bastante fidedigna de lo que supuso ese momento en esos lugares.

-¿Encontraron alguna dificultad especial en alguna de las dos localizaciones?
-El búnker quizás es un entorno más controlado, entre comillas, porque es una parte cerrada y hay menos posibilidades de que el entorno real cambie. En las trincheras, es todo al aire libre. Entonces, las personas que van a visitarlo, sin querer, sin darse cuenta, pueden mover una piedra. Una vez que se ha hecho el escaneo 3D pormenorizado de la zona es importante que los elementos que forman parte del escaneo para situar después de los personajes permanezcan inalterables o lo menos alterados posible porque entonces, si no, le cuesta más reconocer el espacio a la aplicación. Para nosotras esto sí que ha sido un reto. En el caso del búnker, pues obviamente está más controlado, hay pocos elementos realmente que se puedan mover dentro de donde aparece la imagen del búnker, pero sí que obviamente las trincheras, incluso la luz natural cambia de por la mañana, a media tarde o a cuando esté anocheciendo.

-¿Se prevén mejoras o actualizaciones?
-A ver, inicialmente es un producto cerrado pero, obviamente, si hay algún tipo de actualización de las que requieren las propias plataformas de realidad aumentadas, sí que se tendrán que llevar a cabo.

-El aspecto de los personajes recuerda a videojuegos clásicos. ¿Eso ha sido buscado?
-Sí. Estos eran unos trazados quizás más antiguos, y bueno, quizás hemos intentado conseguir que parezcan más humanizados, no tan robotizados. También es cierto que no es algo tan fácil de conseguir, pero yo creo que más o menos estamos en la línea. Como curiosidad, nos hemos permitido una pequeña licencia poética que es que al soldado que se dirige a nosotros en lo que es el búnker, de falta la lengüeta de una de las botas. Es un pequeño homenaje a mi abuelo Gonzalo, que cuando yo era muy pequeña nos contaba que como apremiaba el hambre en las trincheras, con el cuero de esas lengüetas de las botas hacían como una especie de tirachinas para cazar algún pequeño roedor o pequeño pajarillo y comer.

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