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La llegada creciente de las grullas a la laguna de Gallocanta atrae en la misma medida a turistas La llegada creciente de las grullas a la laguna de Gallocanta atrae en la misma medida a turistas
Bandos de grullas volaron de madrugada hacia el sur en busca de comida. J. L. R.

La llegada creciente de las grullas a la laguna de Gallocanta atrae en la misma medida a turistas

Tras un otoño con temperaturas altas, el frío ha llegado al centro y norte de Europa y empuja a estas aves a migrar
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José Luis Rubio
Los visitantes van llegando a la laguna de Gallocanta al mismo ritmo al que lo hacen las grullas. El progresivo desembarco de estas aves migratorias, propiciado por la ola de frío que se está ensañando con el centro de Europa, provoca que los turistas lleguen al humedal salado también de forma creciente. Buena parte de la hostelería de la zona llena sus habitaciones con aficionados a la ornitología y a la naturaleza. Tanto, que durante los días del puente las visitas guiadas desde el centro de interpretación de la Laguna de Gallocanta de la Red Natural de Aragón han colgado desde hace días el cartel de completo.

Bajo los jirones rojos y naranjas propios de los amaneceres más fríos, las bandadas de grullas dejaron ayer la seguridad del humedal para buscarse el sustento. Al punto del alba, grupos de treinta, cuarenta o setenta aves volaron ayer desde el vaso de la laguna hacia el Sur hasta dejar la plancha de agua casi deshabitada. Las grullas más remolonas se quedaron en las labores más próximas a Bello, pero otras volaron decenas de kilómetros en busca del grano o las bellotas que les sirven de alimento.

Para asistir al espectáculo de la salida de las grullas, los curiosos apuestan por los distintos puntos de observación que marcan los lugares de paso más habituales en las excursiones de estos animales. Los miradores del centro de interpretación de Bello y de Gallocanta, la torre de La Reguera, en Las Cuerlas o los observatorios de la Ermita, los Ojos o Tornos son algunos de los lugares favoritos por aficionados y neófitos para sumarse al espectáculo.

En el aparcamiento del punto de información de Bello, junto a una autocaravana cubierta de escarcha por la helada de la madrugada, Juan Alcaraz y su esposa buscaban con sus cámaras de fotos dónde plantar el trípode en busca de las mejores fotos. Cámara en mano, el matrimonio madrugó en su casa con ruedas para ver la salida de las grullas e inmortalizarlas en sus tarjetas de memoria.  En realidad, este era su segundo intento de ver las bandadas de estas aves. “Estuvimos aquí hace un mes,  entonces paramos en Gallocanta, pero no conseguimos ver grullas porque no habían llegado todavía”, explicó Alcaraz. El matrimonio confesó estar sobrecogido por el espectáculo de la salida de las grullas. “Estuvimos ayer (por el miércoles) en el mirador de la ermita para verlas regresar a la laguna, pero esto es mucho más bonito”, explicó.

La pareja había pasado la noche en la autocaravana en la zona de aparcamiento del centro de interpretación de Bello, disfrutando de las vistas del ocaso sobre el humedal y celebró las pocas trabas que se ponen a los autocaravanistas en la provincia de Teruel.

La primera visita que recibió ayer el centro de interpretación de la laguna de Gallocanta fue la de Monserrat Ramón y su hija, Elena Pagés, que entraron puntuales a las 10 de la mañana, justo después de que los educadores ambientales abrieran las puertas del recinto. “Venimos de Calas Mombuey, de la provincia de Barcelona. Hacía tiempo que quería venir porque había intentado verlas en la laguna de Sariñena hace algunos años pero o no pillaba el momento o ya habían pasado, así que este era un viaje que tenía pendiente desde hacía tiempo. Soy bióloga y me gusta venir a sitios con  una naturaleza interesante”, explicó Montserrat que, sin embargo, reconoció que no habían madrugado para ver la salida de las aves.

Visitantes y grullas


El educador ambiental del centro de interpretación de la Laguna de Gallocanta de Bello, Alejandro Ángel, confirmó la llegada de bandos de grullas al humedal empujados por el frío que se siente en el norte y centro de Europa. “Desde hace aproximadamente dos semanas es cuando se está empezando a ver más movimiento de grullas, no solamente en Gallocanta sino en toda la Península Ibérica”, dijo el técnico que precisó que los últimos censos han dado valores de en torno a 15.000 grullas”.

Sin embargo, en el censo que elabora semanalmente Sarga se aprecia un pico de más de 39.000 grullas en la semana del 23 de noviembre. Sobre esta anomalía, Ángel confirmó que “la noche del 22 vinieron un montón de bandos de migración, pero el 23 por la mañana se fueron. Llegaron, pasaron la noche y se marcharon la mayoría”. Por eso, el educador ambiental estimó que “el número estable está entre 13.000 y 16.000 grullas” y no pudo precisar si ese número crecerá en las próximas fechas por la posible llegada de nuevos grupos de aves. “No sabemos, porque el miércoles hizo un buen día y pensábamos que las grullas se iban a marchar muchas porque a ellas no les gusta viajar en días nublados, pero no se fueron. Tenemos dudas sobre si la mayoría de las que están aquí ya son las que se van a quedar invernadas”, explicó.

A pesar de que el humedal ha comenzado este año una etapa seca, la llegada y la estancia de las grullas no se está viendo amenazada. “La sequía influye poco. Lo que más está influyendo es que no ha hecho frío en Europa y eso es lo que las empuja hacia el Sur para pasar la invernada en la Península Ibérica”, señaló, descartando que el que haya menos agua influya porque “por muy poca agua que haya, es suficiente para que ellas puedan pernoctar”.

Alejandro Ángel confirmó que la llegada de visitantes a la zona “ha ido un poco en paralelo” a la llegada de las aves porque “la gente era consciente de que no ha habido muchas grullas  y el número de visitantes ha ido creciendo a la vez que el número de grullas que han ido viniendo”, señaló. Mientras tanto, los cupos de los dos turnos de visitas guiadas que se organizan desde el centro de interpretación están completas para todo el puente desde hace días y apenas queda alguna plaza para el último turno del domingo.

El hotel de Bello, lleno


El hotel El Silo, en Bello, tiene todas las habitaciones ocupadas. Su responsable, Jesús Ureña, explicó, en referencia al turismo que se genera alrededor de la observación ornitológica, que “va viniendo poco a poco porque hay pocas grullas. Pero van viniendo”.

Hasta la fecha, al haber coincidido el puente de la Constitución con una de las mayores poblaciones de grullas de la temporada (salvo una noche en la que se llegaron a contabilizar más de 39.000 ejemplares) ha hecho que  junto a la llegada de las grullas hayan llegado también los turistas. “Tenemos el hotel lleno” confirmó satisfecho Ureña sobre su establecimiento en el que ofrece una veintena de habitaciones, y explicó que los huéspedes de su alojamiento han llegado a Bello atraídos por el espectáculo de estas aves migratorias. “La gente viene de País Vasco, de Madrid, de Andalucía, del Norte...”, explicó el hostelero, que añadió que las reservas se pueden producir con meses de antelación “porque son (clientes) habituales, que están acostumbrados a venir”.
En cualquier caso, el flujo turístico es constante en Bello “desde que empiezan a venir (las grullas) hasta marzo”, dijo el empresario, que no ocultó que “el cien por cien” de sus clientes llegan atraídos por este fenómeno.

Retraso en la llegada


A la espera de conocer el dato de la población de grullas en la laguna de Gallocanta a fecha de 7 de diciembre, los datos confirman que estas aves no están teniendo prisa por viajar a estas latitudes a causa de las extraordinariamente altas temperaturas del otoño.

El 30 de noviembre, cuyo dato es el último que al cierre de esta edición había publicado Sarga, responsable del conteo de estos animales, señala el censo más bajo del último lustro e esas fechas, cuando en otros años se habían anotado más del doble de grullas que las que se contabilizaron el último día de noviembre.

Destaca la anomalía en la población del 22 de noviembre, cuando un grupo aprovechó el vaso de la laguna para pernoctar, aunque su estancia fue efímera y a la mañana siguiente partieron de nuevo.
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