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Profesionalizar la figura del recolector y renovar las masas forestales, claves en el futuro del recurso micológico Profesionalizar la figura del recolector y renovar las masas forestales, claves en el futuro del recurso micológico
El Living lab de Orihuela contó con presencia de expertos internacionales

Profesionalizar la figura del recolector y renovar las masas forestales, claves en el futuro del recurso micológico

Expertos de diferentes países dicen que la línea a seguir es hacia el micoturismo sostenible y de conocimiento
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Cruz Aguilar

La renovación de las masas forestales es clave para mantener el recurso fúngico. No sirve de nada preservar unas zonas determinadas debido a que salen boletus porque esas especies se crían ahí por las condiciones que encuentran y, si no se renueva el arbolado de forma paulatina, es posible que en el futuro no los haya. Esa es una de las ideas que se lanzaron en la jornada del proyecto Fungiverso, Gestión sostenible de la biodiversidad fúngica como motor de servicios ecosistémicos en el medio rural, que reunió en Orihuela a expertos en micología. Otra de las ideas que se lanzaron en ese laboratorio vivo es la necesidad de profesionalizar al buscador de setas como fórmula para generar empleo y garantizar la trazabilidad del producto.

En este sentido, el fundador de Sylvesterra, la Asociación de Recolectores Silvestres de los Montes de Teruel, Miguel Gimeno, incidió en la importancia de cambiar la normativa, “que es abusiva”, aseguró, de manera que los buscadores profesionales se puedan estabilizar. Actualmente en España apenas se encuentra este perfil y la mayor parte de los buscadores son locales, sólo recolectan las cuatro o cinco especies que conocen y en los momentos de picos productivos.

Una de las propuestas de las que se habló en Orihuela del Tremedal es la posibilidad de que se llegue a acuerdos entre los distintos parques para que la Asociación profesional de recolectores pueda moverse entre ellos, algo en lo que el director del Instituto Europeo de Micología (EMI), Fernando Martínez Peña, se comprometió a trabajar. En este sentido, precisó que “limitar la recolección comercial a los empadronados es una protección, pero también limita a los recolectores profesionales” y comentó que estos trabajadores no pueden vivir de los hongos de un solo parque.

El ingeniero de montes y responsable de la consultoría micológica y forestal Qilex, Ricardo Forcadell, precisó que las zonas reguladas nacen para evitar la sobreexplotación y por eso la limitación comercial incluye únicamente a lugareños, aunque añadió que “igual es momento de plantear otra posible figura en favor de esa profesionalización”.

Evitar la saturación

En la mesa de trabajo se habló a su vez de la necesidad de canalizar el micoturismo hacia las zonas menos saturadas con el fin de evitar la masificación y posible daño en el recurso y garantizar el disfrute. El experto en restauración forestal e investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, Luis Gonzaga García Montero, habló de la necesidad de crear reservorios de recursos fúngicos para poder echar mano de ellos si fuera necesario. Al respecto citó que la pérdida de las truferas naturales fue un “problema complejo”, que no se puede reducir “al cambio climático o la presión recolectora”, sino que incidieron otros aspectos como la pérdida de rejuvenecimiento de árboles hospedadores o la desaparición del pastoreo.
 

Uno de los participantes, explicando un ejemplar durante la visita al proyecto Silvalia, en el puerto de Bronchales


Durante la visita al monte, Forcadell les expuso las labores silvícolas que se están haciendo para mantener el equilibro de árboles no sólo de distintas especies, sino también de diferentes edades. En este sentido se pronunció el investigador del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña (CTFC), Sergio de Miguel, al asegurar que la diversidad de condiciones garantiza la diversidad de hongos y añadió que muchas de las especies más comerciales se asocian precisamente a masa más jóvenes. Además, coincidió en la importancia de la creación de los reservorios o “puntos calientes de biodiversidad fúngica, que muchas veces van en detrimento de las especies” más demandadas por los buscadores.

Durante la jornada, los expertos en micología destacaron a su vez el valor de la ganadería extensiva por las ventajas que aporta al recurso forestal. en el recorrido, conocieron el proyecto Silvalia, con parcelas experimentales en el puerto de Bronchales.

Entre los dos modelos de micoturismo existente, el de la recolección masiva de buscadores que sacan el pase y apenas hacen gasto en el territorio, y el formativo y educativo, los asistentes destacaron la importancia de apostar por este último. Es importante a su vez reforzar la educación micológica de nuevas generaciones, algo en lo que precisamente incide el proyecto Fungiverso con el desarrollo de charlas en colegios e institutos y salidas al campo con escolares.

En el encuentro estaba Neftalí Velilla, desarrollador de productos gastronómicos vinculados a la micología y la truficultura, quien habló de la importancia de la continuidad en el recurso para amortizar las inversiones de maquinaria realizadas, algo que sí tienen garantizado con las trufas gracias al regadío. Especificó que en los años buenos realizan con las setas el proceso de ultracongelado para luego ir elaborando productos a lo largo de año.
 

Neftalí Velilla (2º por la dcha.) explicando uno de los productos elaborados


En el Living lab realizado en Orihuela se presentó además la marca Setas de Origen, destinada a comercializar setas perfectamente seleccionadas y con total garantía de trazabilidad, algo que no siempre es fácil de encontrar para los consumidores particulares y la hostelería. El responsable, Miguel Gimeno, concretó que entre sus planes de futuro está montar un obrador para la selección y transformación de las setas y también hacer de canalizadores del producto a través de la recogida a los particulares.

Una sierra con fuertes e intensos picos productivos de hongos

La producción en la Sierra de Albarracín es muy elevada y concentrada en muy poco tiempo, “muy fugaz”, según explicó Iñaki Motoso, que es recolector profesional de Tramacastilla y trabaja durante todo el año, iniciándolo cogiendo hongos en la Comunidad Valenciana y siguiendo después en las zonas más altas, con producciones más tardías. Él es uno de los comercializadores que vende su producto bajo la marca Setas de Origen, que nació con el objetivo de garantizar la trazabilidad y seguridad del alimento. Esta marca nace del interés de profesionalizar el sector y que el consumidor disfrute de las setas. El marchamo de calidad, que busca captar recolectores de toda España, es garantía de que las setas han sido recolectadas de forma sostenible y de que todo el material de destrío ha vuelto al monte para favorecer la esporulación.

Fungiverso, trabajos selvícolas e impulso a los emprendedores

El proyecto Fungiverso, con una inversión de más de 730.000 euros destinados en su mayor parte a trabajos selvícolas, incluye diferentes objetivos y una de sus bases es la investigación. En ella se busca, según indicó la ingeniera de montes e integrante del proyecto María Martín, impulsar la micología y fomentar el entorno rural. Para ello una de las apuestas fue el micoturismo a través de la formación de los guías micológicos. Por otra parte, planteó la necesidad de ofrecer al visitante “un pedacito del territorio” y con ese fin han animado a los emprendedores a crear productos que el consumidor se pueda llevar y a ofrecer esos alimentos locales en la hostelería de la zona.

El responsable de Fungiverso y director del Instituto Europeo de Micología (EMI), Fernando Martínez Peña, detalló que la gestión de los montes es una de las seis patas sobre las que se apoya el proyecto.
 

Martínez Peña (Izq.) e Iñaki Matoso, en el puesto de Setas de Origen


Rubén Escribano, que es otro de los investigadores de Fungiverso, indicó que la segunda acción está orientada hacia la creación de los parques micológicos de la Comunidad de Albarracín, que ya está en funcionamiento; los del Moncayo y Celtibera Zaragozana, ambos en la provincia de Zaragoza, y el oscense de Loarre.

Para su constitución es necesario cumplir determinadas condiciones técnicas entre las que figuran la recolección sostenible, contar con espacios web de promoción y accesibilidad; realizar planes de señalización, control y vigilancia de la recolección. Así mismo, se contemplan áreas de exclusión de recolección, “algo necesario para desahogar la presión recolectora”, apuntó Escribano.

Micoteca

Otro de los objetivos es la conservación de la diversidad fúngica, para lo que se están haciendo trabajos selvícolas así como un banco de muestras, una micoteca en la que reservar ejemplares de carpóforos para estudios futuros sobre diversidad genética. “Estamos en un contexto de cambio climático, con precipitaciones distribuidas de otra manera y temperaturas en aumento, y creemos que la conservación del recurso fúngico es importante, pero la temperatura y precipitación no podemos cambiarlas”, especificó Martín, quien abogo por que la gestión del recurso aproveche el agua de lluvia.

Otra de las acciones que se plantean es la recuperación de las truferas silvestres, que se perdieron por múltiples factores, pero uno fue la repoblación con pinos sobre zonas de encinas productoras: “Ahora lo que se plantea es abrir esos pinares y resalveos de encinas, así como hacer plantaciones para que la población local tenga acceso a ellas”, dijo.

Otra de las acciones impulsadas desde Fungiverso es el apoyo a los emprendedores locales. Entre las propuestas que se están secundando está la transformación de alimentos, realizada por el cocinero Neftalí Velilla, que ha creado cuatro prototipos en torno a las setas. Otro de los emprendedores es Javier Marcos, centrado en la actividad formativa. Contar con guías especializados en el propio territorio es clave, según se puso de manifiesto en Orihuela, no sólo para disfrutar de una experiencia segura en el monte, sino para apreciar todo el territorio y la gastronomía.

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