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Sara Ros Cardo, presidenta de Faratur, la federación aragonesa de turismo rural: “El turismo rural en Aragón debe avanzar hacia una mayor profesionalización” Sara Ros Cardo, presidenta de Faratur, la federación aragonesa de turismo rural: “El turismo rural en Aragón debe avanzar hacia una mayor profesionalización”
Sara Ros en la Casa Rural La Carretería, que gestiona junto a su familia en la localidad de Camañas, donde reside

Sara Ros Cardo, presidenta de Faratur, la federación aragonesa de turismo rural: “El turismo rural en Aragón debe avanzar hacia una mayor profesionalización”

“Uno de nuestros objetivos prioritarios es sumar más asociaciones de todas las provincias”
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Cruz Aguilar

Sara Ros Cardo es la nueva presidenta de Faratur, la Federación Aragonesa de Turismo Rural. Reside en Camañas, donde gestiona desde hace 19 años una casa rural, y coge el relevo del también turolense, de San Martín del Río, Jesús Marco, con más de dos décadas al frente de esta agrupación. Ros ha sido presidenta de la Asociación Turismo Rural Comarca Comunidad de Teruel durante más de una década y también ha formado parte de la junta de Faratur en los últimos años.

-¿Con qué objetivo asume usted la presidencia de Faratur?

-El objetivo, consensuado con la nueva junta, es en primer lugar hacer un recuento real de los socios que tenemos actualmente. Además, queremos que todos estén actualizados con la normativa vigente, desde el tema de las licencias hasta la gestión de viajeros y la ventanilla única. Ha habido y sigue habiendo muchos cambios legislativos, y nuestro propósito es que, al menos, todos seamos conscientes de lo que implica estar al día.

-¿Cuántos socios tiene actualmente Faratur?

-Se habla de unos 800, pero esas cifras vienen de antes de la pandemia. Lo cierto es que hay muchas personas que ya no están en activo, especialmente tras la crisis de la Covid. Al revisar los listados, que arrastramos desde hace casi una década, vemos que hay miembros que han desaparecido, pero también nuevos que se han incorporado. Por eso, cuando me preguntan, prefiero no dar cifras exactas. No sabemos con certeza cuántos somos.

-Entonces tienen también un trabajo importante de reorganización interna.

-Sí, sobre todo en lo que respecta a la página web, que queremos renovar. La idea es que en ella aparezca únicamente quien esté realmente asociado y cumpliendo con todos los requisitos, que haya transparencia y orden.

-¿En qué es en lo primero que se va a poner a trabajar?

-Quiero recordar que esta junta es provisional, y uno de nuestros principales objetivos es sumar más asociaciones, tanto dentro de la provincia de Teruel como en otras, para trabajar juntos por el turismo rural.

-Desde 1996, el turismo rural ha cambiado mucho. ¿Dónde se sitúa Faratur ahora?

-Ahora estamos en una etapa de consolidación. Ya no resulta extraño que en un pueblo alguien decida abrir una casa rural. Recuerdo cuando nosotros abrimos La Carretería hace 19 años, parecía una locura. Nos miraban como si fuéramos bichos raros. Hoy, en cambio, es algo completamente normal hablar de apartamentos turísticos, pequeños hoteles o casas rurales en cualquier pueblo, por pequeño que sea.

-¿Hacia dónde cree usted que debe evolucionar el sector?

-Debemos avanzar hacia una mayor profesionalización. No me refiero solo al pago de cuotas o a vivir exclusivamente de ello, ya que la normativa en Aragón permite que sea una aportación a la renta, sino a que todos estemos informados y cumplamos con las obligaciones legales. Durante un tiempo hubo bastante relajación, pero ahora la normativa está ahí y debemos adaptarnos, especialmente en todo lo relacionado con la gestión de viajeros.

-¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta actualmente Faratur?

-El principal problema es la desinformación. Tenemos que empezar casi desde cero, informar primero a la junta, luego a los socios, y así sucesivamente. Muchas personas desconocen por completo sus obligaciones. También hay asociaciones que al principio funcionaban muy bien, pero que con el tiempo se han debilitado. Las que se transformaron en asociaciones empresariales sí se han mantenido activas, pero las demás están bastante desorganizadas. Y esto no ocurre solo en el turismo; lo vemos también en comisiones de fiestas o asociaciones culturales, cuesta mucho movilizar voluntariado en los pueblos, cada vez más.

-La relación entre Faratur y las administraciones ha tenido altibajos. ¿Cómo está la situación ahora mismo?

-Muy buena. De hecho, con el cambio que hemos hecho en la junta desde el Gobierno de Aragón fueron de los primeros en felicitarnos. Se notaba que hacía falta una renovación. Jesús Marco, el presidente anterior, ya había comentado en alguna ocasión esa necesidad de cambio, pero no se había dado el paso. Ahora el contexto lo permitía, y se decidió tirar adelante. Actualmente la relación con el consejero de Turismo, Manuel Blasco, es muy buena, quizás también porque es de Teruel, pero también con el director general o incluso con la jefa de servicio es excelente. Todos han sido conocedores del proceso y nos están apoyando. Recuerdo que en 2018, con el cambio de normativa del turismo rural, hubo más tensiones, pero ahora todo marcha con muy buen entendimiento.

-¿Cómo están afectando los alquileres turísticos a su sector?

-Depende mucho de la zona. En algunas hay bastante hartazgo, especialmente en el caso de los hoteles, que se ven directamente perjudicados. En otras, sin embargo, no hay problema, incluso algunos alquileres turísticos están integrados en las asociaciones locales. Es un tema complejo que tenemos que abordar pronto. De hecho, ese será uno de los puntos en la próxima asamblea, decidir si los incluimos o no en Faratur. De momento están en una especie de limbo, y hay opiniones divididas según las comarcas.

-¿Qué diferencia hay entre una casa rural y una vivienda de uso turístico?

-Desde 2018, las viviendas de turismo rural dejaron de existir como tal. Ahora hablamos de casas rurales, que pueden ser completas o por habitaciones, que son las llamadas compartidas, y también de apartamentos turísticos o estudios. Las viviendas de uso turístico (VUT) deben estar en edificaciones en bloque, algo que no existe en muchos pueblos pequeños. En lugares como Albarracín, Cantavieja o Santa Eulalia puede haber casos, pero en la mayoría de la provincia de Teruel, las casas rurales están en edificaciones individuales. Además, la normativa es mucho más exigente para nosotros, por ejemplo, en las casas rurales debe haber un baño por cada cuatro plazas.

-¿Qué repercusión está teniendo la nueva normativa de registro de viajeros?

-Está siendo complicada para algunos propietarios. Hay quien no sabe cómo pasar correctamente los datos, o ni siquiera cómo comprobar si lo está haciendo bien. Al mismo tiempo, han surgido muchas empresas que ofrecen servicios de escaneo de documentos para facilitar este proceso. Nosotros, como propietarios, estamos asumiendo ese coste porque gestionar los datos de cada viajero de forma manual lleva mucho tiempo. No podemos permitirnos tener a la gente esperando media hora para registrarse, así que estas herramientas nos ayudan, siempre que cumplan con la normativa de protección de datos.

-¿Qué perfil de visitante suele recibir el turismo rural en Teruel?

-Principalmente familias con uno o dos hijos que vienen buscando naturaleza. También están aumentando las parejas que se interesan por rutas culturales como la de los Amantes de Teruel o la Ruta del Tambor y el Bombo ahora durante la Semana Santa. Además, se ha notado un crecimiento del turismo internacional, no solo en la zona de Motorland, sino en otras partes de la provincia, donde antes prácticamente no veíamos a extranjeros.

-¿Qué papel juegan plataformas como Booking en su día a día?

-Es una relación de amor-odio. Por un lado, te cobran comisiones; por otro, te ofrecen visibilidad. Antes había bastante rechazo hacia este tipo de plataformas, pero la realidad es que hoy en día funcionan como una ventana al mundo. Muchas reservas llegan a través de estas páginas, aunque también se está incrementando el número de reservas directas desde nuestras propias webs. Al final, como cualquier herramienta de trabajo, hay que saber gestionarla. Lo importante es conocer tus costes y calcular si te resulta rentable.

-La hostelería sufre una gran falta de personal. ¿A ustedes también les afecta?

-En los alojamientos pequeños no tanto, porque somos nosotros mismos quienes los gestionamos y nos organizamos. Pero en los más grandes, o en aquellos con restaurante, sí es un problema. Tenemos socios con hoteles o restaurantes que no consiguen cubrir la plantilla para Semana Santa, por ejemplo. En lugares como Albarracín ya no hacen doble turno de comidas porque no tienen suficiente personal. Incluso en Teruel capital hay restaurantes que cierran uno o dos días por semana por falta de trabajadores. Algunos, incluso, cierran en agosto o entre San José y Semana Santa una semana o más, algo impensable hace unos años.

-¿Qué impacto tuvo la pandemia en su sector?

-Marcó un antes y un después. Algunos alojamientos directamente desaparecieron. Otros están en una situación de incertidumbre, valorando si asumir los costes de adaptación a la nueva normativa, como las revisiones periódicas por legionella. Esto implica contratar empresas especializadas que hacen controles cuatro veces al año. Y lo cierto es que nuestros precios no han subido en proporción al coste de la vida. Todos intentamos mantener tarifas accesibles, porque sabemos que si se encarece demasiado, la gente no viaja.

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