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Un rally de ‘bikepacking’ lleva a 50 mujeres a pedalear por la Sierra de Gúdar y el Maestrazgo Un rally de ‘bikepacking’ lleva a 50 mujeres a pedalear por la Sierra de Gúdar y el Maestrazgo
Foto de familia de las participantes en el Albergue El Río, de Cella, antes de emprender la aventura

Un rally de ‘bikepacking’ lleva a 50 mujeres a pedalear por la Sierra de Gúdar y el Maestrazgo

La primera edición del Rare Femmes Biketravel Rally recorre una de las rutas de Montañas Vacías
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El universo de Montañas Vacías, la ruta de bikepacking que recorre algunas de las zonas más despobladas de la provincia de Teruel, se convirtió entre el jueves y el domingo de la semana pasada en el escenario de casi 50 aventuras escritas en femenino dentro de la celebración del Rare Femmes Biketravel Rally, una suerte de aventura en bici en autosuficiencia en la que el medio centenar de participantes tuvieron que hacer frente a las dificultades de un recorrido planeado expresamente para ellas, con dos distancias y dos niveles de dificultad, a los que se sumó el desconocimiento del terreno, el frío e incluso en ocasiones una lluvia ligera que terminó de convertir la aventura en epopeya, en leyenda.

La organización de esta prueba corrió a cargo de Rare Femmes, una empresa especializada en la celebración de eventos relacionados con la bicicleta, que confió en el recorrido de Ernesto Pastor, Montañas Vacías, como escenario para la primera edición de este nuevo formato de propuesta que se estrenó en Teruel.

Montañas Vacías es una propuesta de bikepacking o cicloturismo a través de 680 kilómetros atravesando lo que el autor llama la “Laponia española” por ser “una de las zonas más deshabitadas de Europa”. El Rare Femmes Biketrail Rally aprovechó dos de los recorridos de la franquicia de Ernesto Pastor, la Ruta del Alto Alfambra y la Sierra del Pobo y un tramo del Maestrazgo Loop en un track diseñado específicamente para la ocasión por creador de Montañas Vacías. “Él (Ernesto Pastor) nos lo ha diseñado y nos lo ha adaptado para hacerla cuatro días y poder ofrecer una ruta larga y una ruta corta y que hubiese kilómetros y desnivel suficientes y adecuados para esos cuatro días”, relató Laura Rincón, miembro de la organización, a propósito de Pastor.

Rincón, una de las responsables del evento organizado por la empresa Rare Femmes, explicó que en la experiencia participaron 49 mujeres. “El rally es un espacio no mixto, hecho por y para nosotras. Para algunas mujeres, personas no binarias y trans, los espacios ciclistas mixtos pueden suponer un desafío y presión extra por muchos motivos. Este espacio es seguro, amistoso, respetuoso y libre de juicios”, explicaba la organización antes del evento. Aunque finalmente no hubo ninguna mujer trans en el pelotón, sí que participó alguna persona no binaria en una experiencia catalogada como “más que una aventura en bicicleta, es un desafío, un viaje físico y emocional, una experiencia individual y a la vez compartida”. Laura Rincón recordó cómo esta persona se mostró agradecida porque “se creasen este tipo de espacios. Creemos que a las personas que pertenecen a este tipo de colectivos minoritarios les cuesta mucho encontrar espacios inclusivos, en los que se sientan cómodas y que sean espacios seguros”.
 

Un grupo de ciclistas se retrata junto a unas balas de paja. E. Pastor


 

“Nosotras, como organización, ofrecemos el track y en este caso también la noche del primer día, cena y desayuno y la noche de último día, cena y desayuno. Pero lo que es durante la ruta, las chicas pueden hacer la ruta hasta donde quiera, ellas eligen dónde dormir, dónde parar o dónde dormir”, explicó Rincón a propósito de la dinámica de la experiencia de la que dijo que reunía “ese puntito de exigencia y superación” propio de Montañas Vacías. Desde la organización se hizo hincapié en que no se trataba de una carrera ni había ningún tipo de clasificación.

La prueba estaba abierta a mujeres de toda condición, “a cualquiera que le guste” dijo Rincón, para matizar a renglón seguido que para afrontar el reto sí que era conveniente “tener algo de experiencia con la bici”. Dentro de este perfil, y aunque en un principio la actividad se había planeado con 40 participantes, fueron 49 las ciclistas que el pasado jueves se echaron a pedalear rumbo a la Sierra de Gúdar. El pelotón estaba integrado por deportistas de todos los rincones de España y por un buen número de extranjeras, llegadas de procedencias como Alemania, Reino Unido o Italia.

Aunque para la mayor parte de las ciclistas este fue su primer contacto con los caminos de Montañas Vacías, sí que había algunas que ya habían realizado algún sector del recorrido. “Había muchas que no habían hecho nada y que veían Montañas Vacías como una ruta, como algo que querían hacer y que no se atrevían a hacer solas”, dijo la organizadora, que señaló que “el rally les da la oportunidad de rodar con otras 50 mujeres de forma segura”. Sin embargo, después de haber regresado el domingo al punto de partida sí hubo consenso en la intención de regresar a Teruel para completar la ruta. “Incluso se han creado grupos para hacerlo juntas”, explicó Rincón.

 

Salida de Teruel, bajo el puente de la Vía Verde de Ojos Negros

Primeras pedaladas

La expedición partió desde Cella, ya que fue imposible encontrar alojamiento en el puente del Pilar en la capital para las más de 50 personas de la troupe, entre participantes y organizadoras. El punto de encuentro para las participantes fue el Albergue el Río, en Cella, donde pasaron la primera noche todas juntas, a costa de sumar 25 kilómetros más a la salida y otros tantos en la llegada al recorrido inicial. Las ciclistas reconocieron que el primer tramo, de Cella a Teruel, “se hizo muy rápido porque pica para abajo”. Sin embargo, esos mismos kilómetros resultaron algo más pesados a la hora de cerrar la aventura por el cansancio acumulado, el ligero desnivel y la monotonía de ese tramo.

Aunque las participantes comenzaron todas juntas el viaje, las que iban a completar la ruta corta y las de la larga se separaron pronto, cuando unas siguieron el camino rumbo a Teruel y las otras tomaron la vía verde.

El barro producido por la tormenta de la noche anterior, hizo que algunas ciclistas tuvieras que aprovechar el paso por la capital para dar un manguerazo a sus monturas.

En seguida se organizaron de forma espontánea los primeros grupos en función de los ritmos de cada una. Así, en ningún momento rodaron todas las participantes juntas, pero tampoco rodó ninguna sola. El carácter anárquico del evento permitía a cada participante elegir el lugar donde pasar la noche. “Queríamos evitar era que se formasen grupos muy grandes a la hora de dormir”, reconocieron las organizadoras, conscientes de que la oferta hostelera de los pueblos por los que discurría el recorrido no es muy abundante y podría tener dificultades para atender a 50 ciclistas en el puente del Pilar, por lo que insistieron en la conveniencia de “repartirse a la hora de dormir”. Sin embargo, la organización lógica de las etapas hizo que en muchas ocasiones se congregasen varias participantes en el mismo municipio para pasar la noche. Incluso en los grupos de WhatsApp que crearon las participantes se organizaban para reunirse al final de cada etapa o a mediodía para comer juntas.

En lugares como Jorcas el Ayuntamiento abrió el pabellón para proteger a las participantes del frío de la noche, y en Allepuz se puso a su servicio una estancia en la zona recreativa. La acogida del pelotón fue cálida en todos los lugares de paso. En Valdelinares, el Hostal Valdelinares, por ejemplo, ofreció precios de grupo tanto en los menús como en el alojamiento.

En campings, hostales, pabellones o en pernocta libre, todas las opciones para pasar las noche fueron buenas durante los cuatro días de rally en autosuficiencia.

Especialmente emotiva fue la última noche, en la que todas las participantes compartieron velada en el Pobo, donde la Asociación de Mujeres, la Asociación Cultural Albada y el Ayuntamiento prepararon un recibimiento de cinco estrellas. “Nos prepararon un pack de bienvenida que llevaba lavanda que olía súper bien, un marcapáginas pintado a mano, nos hicieron pastas y nos contaron cómo funcionaban las asociaciones. Fue precioso compartir con la gente local”, explicó Laura Rincón, que recordó también la suculenta cena que prepararon en el bar o cómo el municipio ofreció estancias para pasar la noche.
 

Últimos kilómetros del recorrido, el domingo, por la antigua vía férrea Teruel - Alcañiz

Cómo volver a la vida real

“Creo que lo más repetido el domingo era a ver cómo se podía volver a la vida real después de estos dáis de ruta”, explicó la organizadora, Laura Rincón, que señaló que “se ha creado una burbuja de compartir con la mayoría, conocía a nadie o conocía a muy poquitas y de repente se crearon conexiones súper fuertes, se retaron a sí mismas, estuvieron fuera de su zona de confort porque estuvieron durmiendo al aire libre, haciendo rutas bastante exigentes a las que la mayoría no está acostumbrada”.

Después de la experiencia, la valoración de las participantes fue extraordinariamente positiva. “Todas han alucinado, la ruta les ha parecido espectacular”, dijo Rincón, que recordó cómo además de por los cambios de paisaje que se sucedían cada pocos kilómetros, se sorprendieron por la poca gente con la que se encontraron. Incluso “las ciclistas que estaban acostumbradas a pedalear oyendo música se quitaban los auriculares para escuchar el silencio”, apostilló Rincón, testigo del impacto sensorial que la ruta dejó en el grupo.

“Casi todas quieren volver a hacer la ruta oficial de Montañas Vacías. Esto ha sido para ellas el aperitivo y les falta la comida”.

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