Victoria Gaudes (@madre.agricultora): contar el campo desde un pueblo de 95 habitantes
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En Azaila, un pueblo de 95 habitantes, la vida transcurre a otro ritmo. Allí vive y trabaja Victoria Gaudes, agricultora y creadora del perfil de Instagram @madre.agricultora, donde más de 20.000 personas siguen su día a día entre los cultivos de cereal de secano. Su historia es la de alguien que, pese a haber pasado por la ciudad, nunca dejó de pertenecer realmente al pueblo. Y ahora, desde hace unas semanas, también muestra su trabajo en el campo para toda la comunidad autónoma en el programa El Campo es Nuestro, de Aragón TV.
Volver al pueblo sin haberse ido del todo
Victoria tiene 30 años (cumplirá 31 en diciembre) y siempre ha sentido que Azaila era su lugar. Vivió allí hasta los siete años, cuando su padre tuvo que trasladarse a Zaragoza y toda la familia se mudó. Pasó en la capital los años de colegio y la ESO, y después, con 16, se fue a otro pueblo, donde empezó a trabajar llevando un bar. Hasta que se le presentó la oportunidad de regresar a Azaila, su pueblo, para hacerse cargo del bar. No lo dudó. “La ciudad nunca me ha gustado mucho. Siempre he tirado más por el pueblo”, explica.
Aunque viviera en Zaragoza, nunca se desligó de Azaila: volvían todos los fines de semana, en verano, en los puentes. Por eso, cuando surgió la oportunidad de volver, fue inmediato: “Aquí están mis raíces, donde he pasado los mejores momentos de mi vida”.
La maternidad y el giro hacia el campo
Durante años llevó el bar del pueblo, trabajando de lunes a domingo. Todo cambió cuando nació su primer hijo. Necesitaba tiempo y flexibilidad, y sabía que llevar un bar no se lo permitiría. Además, el pueblo no tiene colegio, así que los desplazamientos serían constantes. En ese momento vio claro algo que llevaba tiempo rondándole: su padre estaba ya mayor, y sus hermanos no querían continuar con la actividad en el campo. Ella decidió proponérselo. “Al principio no le hizo mucha gracia, pero terminé convenciéndolo”, recuerda.
Dejó el bar en 2018. En 2019 nació su segundo hijo y, en cuanto se recuperó, empezó a acompañar a su padre al campo. A finales de ese año ya trabajaba a su lado. En 2020 se dio de alta como autónoma en agricultura. Y aprendió desde cero: “No sabía diferenciar entre cebada y trigo. Nunca me había subido a un tractor”. Hoy cultivan cereal de secano: trigo, triticale, cebada y avena.
Vivir en un pueblo pequeño
Su día a día combina el trabajo agrícola con la vida familiar. Antes de enganchar la maquinaria, lleva a sus hijos al colegio. Luego decide qué labores hacer según toque. Y después del trabajo, la vida social sigue girando alrededor del bar del pueblo, del parque o de un paseo tranquilo. “Hay quien diría que es aburrido, pero para mí no lo es. En Zaragoza ¿qué haces? ¿ir de compras?”, se pregunta.
Victoria insiste en que la vida en un pueblo no solo es posible, sino que puede ser completa y gratificante. A pesar de tener la capital de Aragón, con todos los servicios que ofrece, a solo 45 minutos en coche. La organización de la jornada permite combinar familia y trabajo, y ofrece libertad y tranquilidad que no se encuentra en la ciudad.
Para ella, el pueblo es también un espacio de seguridad y comunidad. “Mis hijos salen solos a la calle y, si les pasa algo, sé que cualquier vecino viene a avisarme o los va a acercar al médico a que les atiendan. Esa confianza y cercanía no la tienes en una ciudad”. Esta sensación de arraigo y pertenencia hace que Victoria no quiera cambiar de vida ni volver a la ciudad. “Me gusta ir a Zaragoza solo para cosas puntuales. Para vivir, trabajar y criar a mis hijos, este es mi sitio. No lo cambiaría por nada”.
Mostrar el campo
Victoria utiliza Instagram para enseñar su día a día en el campo, mostrando cómo se realizan las labores, por qué se hacen de determinada manera y cómo funciona la agricultura en su zona. Su cuenta nació sin pretensiones. Un problema de conejos en los campos la llevó a grabar un vídeo para pedir ayuda a cazadores. La publicación se movió más de lo que esperaba, la gente respondió, y vio que lo que hacía interesaba. Empezó a subir vídeos explicando cómo trabaja: por qué hacen una labor de una manera, cómo funciona una siembra o qué decisiones se toman según el terreno. Siempre desde su experiencia, sin generalizar sobre otras zonas.
El crecimiento fue rápido y la visibilidad la llevó a estar nominada en dos premios: Aragón Influye, en categoría de Creadora de contenido rural; y AgroInfluye, en categoría Orgullo Rural. No pudo ganar, quedó finalista, pero para ella ya fue un reconocimiento inesperado.
Sin embargo, no solo muestra el campo turolense a través de las redes sociales, sino también por medio de la televisión. La productora del programa El Campo es Nuestro, de Aragón TV, contactó con ella hace dos años, pero en aquel momento dijo que no: la idea de que la grabaran le imponía demasiado. La redactora insistió de forma periódica y, hace unos meses, Victoria aceptó. Grabaron durante una mañana entera, suficiente material para cinco programas que se están emitiendo estos días. El próximo saldrá este domingo.
Una vida arraigada al pueblo
Victoria nunca pensó que acabaría siendo una cara reconocible de la agricultura en Teruel. Pero lo es. Cada día miles de personas ven lo que hace, cómo lo hace y por qué. Ella lo resume con naturalidad: “Solo enseño mi trabajo. Lo que hacemos aquí, en mi tierra”.
Y esa es, precisamente, la esencia de su historia: una vida armada en torno al pueblo, a la familia y al campo, contada desde el mismo lugar donde ocurre, sin artificio y con la convicción de quien sabe que pertenece al sitio donde vive, que ha elegido quedarse y que no lo cambiaría por la ciudad.
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