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Álvaro Lombarte: “El arte es un lenguaje que habla directamente al alma del ser humano” Álvaro Lombarte: “El arte es un lenguaje que habla directamente al alma del ser humano”
Cuadro titulado ‘Palestina’, donde el símbolo metafórico del embudo llega al paroxismo

Álvaro Lombarte: “El arte es un lenguaje que habla directamente al alma del ser humano”

El artista alcañizano expone ‘Analizando sueños’ en la localidad zaragozana de Utebo
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El artista alcañizano inauguró el pasado sábado en el Centro Mariano Mesonada de Utebo (Zaragoza) la exposición Analizando sueños, una serie de pinturas y esculturas pertenecientes a un proyecto artístico en el que trabaja desde 2017, y que incorpora dieciocho nuevas obras con respecto a la muestra que pudo verse en la sala de exposiciones de Alcañiz durante el pasado mes de septiembre, que han sido creadas durante el último trimestre de 2023.

La actividad creativa en este proyecto artístico de Lombarte parte de los sueños como principal materia prima, que para el bajoaragonés representan un instante de plena libertad creativa, y al mismo tiempo le ofrecen la oportunidad de asistir a ellos como un observador preferente sentado en primera fila.

Para Álvaro Lombarte, “los sueños son una realidad espontánea por su carácter libre e inmediato. Son un desarrollo de imágenes y acontecimientos sin intervención del pensamiento subjetivo. Al mismo tiempo, son también la realidad más apartada porque en ellos, el soñante se convierte en objeto para sí mismo, dado que apenas puede asistir a su desempeño y no tiene poder para intervenir”.

‘Hombre de plomo’, una de las esculturas expuestas en Utebo

Esa doble naturaleza de lo soñado, como manifestación radicalmente libre y como escenario externo a la voluntad del que sueño, es la que en opinión del artista ocasiona que “la experiencia temporal que se vive en el sueño conduce a una especie de epifanía en la que el individuo adquiere un estado de lucidez tal que se conecta plenamente consigo mismo, con ese otro que también es y con el todo. Soñar es un acto creador que nos sobrepasa y nos confronta directamente con lo sagrado. Soñando, el artista recibe la confirmación de que el rumbo en el que se encuentra es el correcto, pues solo en ese dejar de ser en el que nos disolvemos en el sueño es como podemos acceder a la otra orilla, esa otra orilla en la que siempre oculta, nos espera la verdad”.

En Lombarte conviven además diferentes acepciones del propio concepto de sueño, “lo velado y lo revelado, el adentro y el afuera, el todo y el uno. Pinto como sueño y cuando despierto, a veces, solo a veces, encuentro”.

En su plasmación gráfica Álvaro Lombarte tiene algunos elementos recurrentes, como los laberintos, el hombre-hueco u hombre vendado o los embudos, otro de sus leit-motivs más característicos. “El embudo junto con el laberinto son dos símbolos que me acompañan desde siempre, el embudo se ha convertido casi en firma del artista”. “La cosa viene de lejos, desde mis años de Barcelona”, explica el artista, refiriéndose a la década y media entre 1970 y 1985 que el turolense pasó en la Ciudad Condal. “La sociedad actual está sujeta a los gustos y el interés de la mayoría, las personas están sometidas a los dictados de las modas, la moral, la religión o de las etiquetas de lo políticamente correcto. El embudo tiene la virtud de ser un objeto cotidiano, de geometría tozuda. La sociedad ajusta el embudo a nuestra garganta y nos hace tragar. El mercado nos aprecia como una botella a rellenar, gracias al embudo. Representa también su conocida ley, la que distribuye las porciones del poderoso y del ciudadano corriente”.

Lombarte utiliza ese símbolo como un elemento estético que le permite recrear otras atmósferas, que en ocasiones evocan a la pintura cubista. “Un buen amigo mía, muy inteligente”, explica el artista, “dice que he descubierto un nuevo estilo, el embudismo. Nos reímos mucho con esa ocurrencia”.

La didáctica del arte

La exposición Analizando sueños permanecerá en la sala de Utebo hasta el 3 de marzo, y en ese tiempo se realizarán dos talleres, el 11 y el 18 de febrero, con alumnos de esta localidad zaragozana de 4º, 5º y 6º de Primaria, con quienes realizará una observación crítica.

‘Caballito’, pieza escultórica en metal

La iniciativa de implicar a niños de últimos años de Educación Primaria -entre 8 y 11 años- partió de esa última exposición en Alcañiz, en septiembre de 2023. A raíz de esa muestra una profesora del colegio Concepción Gimeno Gil de la ciudad bajoaragonesa le propuso al artista que realizara una visita guiada para sus alumnos. “Acepté el reto con cierta inquietud, tengo que reconocerlo, pero la experiencia fue brutal”, admite Lombarte. “Los niños y las niñas mostraron un interés espectacular y una libertad de interpretación que me sedujo”. Hasta entonces el artista nunca había trabajado en el ámbito de la divulgación artística para niños, pero se sintió “cómodo y feliz”. “Me sorprendió lo sencillo que resultó establecer una comunicación sincera y profunda con ellos, te aseguro que para mí fue algo mágico”. Con posterioridad el artista a reflexionado sobre la experiencia, y ha concluido que, pese a su sorpresa inicial, en realidad no tiene nada de particular en lo que allí ocurrió: “Claro, teniendo en cuenta que el arte habla directamente al alma humana y que en estas edades tienen el alma todavía a flor de piel, se entiende esa química entre la infancia y el artista”.

Tras esas visitas guiadas para escolares, una tarde de sábado dos familias entraron a visitar la muestra en la sala de exposiciones de Alcañiz. Dos de las niñas que iban con ellas comentaban a sus padres las obras con audacia crítica y acierto, lo que llamó la atención de Álvaro Lombarte, que estaba mostrando las obras a otro grupo. “Al acercarme me saludaron cariñosamente, y recordé a las niñas de los talleres. Ellas, con gran aplomo, me presentaron a sus familias y sus padres comentaron que durante toda la semana habían insistido en que debían venir a ver la muestra porque les había gustado mucho y era muy interesante y, ahí estaban”.

De repente el sentido de las cosas se invirtió, y Lombarte comprobó que quizá lo más eficaz es acercar el arte a los niños a través de los adultos sino justo al revés, enseñar al adulto a apreciar el arte a través de la sensibilidad de los niños. “Francamente esta anécdota me conmovió y tomé la decisión de que en todas mis exposiciones quería mostrar y compartir mi obra con los niños y las niñas, mostrándome ante ellos con toda la honradez y el respeto que merecen”.

Pintura titulada ‘La píldora’

En Utebo esas visitas guiadas para escolares se complementarán con unos talleres prácticos muy interesantes, titulados Las plantillas como forma de expresión artística, “que les va a permitir crear y disfrutar en el proceso”.

Ese disfrute del proceso creativo, con los tiempos y la reflexión que requieren, así como de la propia pieza artística una vez generada, tiene cada vez menos que ver con la eficacia y la productividad que se le exige a cada segundo de vida, con la esperanza de que esa rentabilidad los convierta en segundos mejor vividos. Pura ilusión según Lombarte: “Las ideas materialistas y los afanes puramente prácticos que se derivan de los tiempos que estamos viviendo cercan al alma e impiden una conexión con lo esencial. Es más, yo diría que ni siquiera dejan hueco o espacio para preguntarnos por lo esencial. Nos movemos en los valores de la rentabilidad y la eficacia, incluso a nivel educativo”.

Esa ausencia de reflexión, de la vocación por acercarse al conocimiento de lo trascendente, es rellenado por fuegos artificiales que tienen que ver con algo mucho más prosaico, los mercados de consumo: “Tecnológicamente el mundo se ha disparado”, afirma categórico Lombarte, “desde muy tempranas edades se cuenta con un superordenador personal, estamos totalmente influenciados por la tecnología, consumimos imágenes a velocidades supersónicas. Inmersos en estos torbellinos parar, reflexionar, ensimismarse, parece de todo punto imposible, pero no lo es, no lo es porque el ser humano es un ser espiritual con aspiración de trascendencia”.

Contra la irreflexión que deshumaniza al hombre y le obliga a vivir adaptándose a espacios de tiempo que no están adaptados al ser humano, Álvaro Lombarte propone el arte. “Yo no me considero capacitado para dar lecciones ni soluciones a nadie, pero opino que, frente a la barbarie vertiginosa, una obra de arte invita al individuo a detenerse, a pensar, a ensimismarse. Frente a esa velocidad irreflexiva en la que nos sumerge la tecnología, la obra de arte nos detiene, nos silencia, nos reconecta y eso es importante, por eso entiendo y defiendo la obra de arte como una fuerza útil que sirve a la sensibilización y evolución del alma humana”. “Siempre que muestro mi obra y la comento pausadamente con las personas que vienen a verla, percibo la magia de una comunicación real transitando un espacio y un tiempo fuera del espacio y el tiempo de los relojes de pulsera”.

Imagen del pintor y escultor alcañizano Álvaro Lombarte

Así, para el alcañizano el arte se convierte “en un lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano y que sólo puede recibir de esa forma”. Una herramienta para destruir los embudos que, de vez en cuando, perturban el sueño e inflaman la creatividad de Álvaro Lombarte.

Del Casetón a su regreso a Alcañiz, pasando por Barcelona

Aunque Álvaro Lombarte se ha criado en Alcañiz, nació en 1954 en Peñarroya de Tastavins. En 1969 fundó el grupo artístico El Casetón junto a Enrique Trullenque, Antonio Boira o Raimundo San Nicolás, y al año siguiente marchó a Barcelona donde permanecerá hasta 1985. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios primero y en la Facultad de Bellas Artes de San Jorge después, donde formó grupo con Isidro Mateo, Miquel Barceló y Francesc Capdevilla entre otros. Además en la Ciudad Condal se formó en pintura y grabado con Miguel Barneda o Enrique Conde. En 1982 instaló su propio taller de estampación en la calle Joaquín Costa de Barcelona, y además se dedicó a la docencia como monitor de Artes Gráficas para el Ayuntamiento de Barcelona. En 1985 regresó a Alcañiz, donde creó la empresa de Artes Gráficas Tramax, que editó hasta 2007 varias carpetas de serigrafía con obra de artistas como Gonzalo Tena, Joaquín Escuder o Enrique Trullenque.

Desde 1983 ha participado en más de veinte exposiciones individuales de pintura y grabado, en París, Barcelona, Alcañiz, Zaragoza, Teruel, Tortosa, Crivillén, La Fresneda, Beceite o Más de las Matas.

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