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Celino Gracia: “La soledad siempre me ha ayudado a aprender mucho sobre mí mismo” Celino Gracia: “La soledad siempre me ha ayudado a aprender mucho sobre mí mismo”
Imagen del músico turolense Celino Gracia. Guillermo Arroyo

Celino Gracia: “La soledad siempre me ha ayudado a aprender mucho sobre mí mismo”

El músico turolense publica el libro ‘Diario del Regreso’, a caballo entre las memorias y el ensayo
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Después de tres discos (Canciones que serán canciones, 2016, El pobrecito hablador, 2019, y Cuántos violines para decir piano, 2021 y un Premio a la Mejor Proyección en la Gala de los Premios de la Música Aragonesa 2020, el turolense Celino Gracia ha aparcado momentáneamente la guitarra y las partituras para presentar su primer libro publicado, Diario del Regreso.

Como ocurrió con su primer disco, está casi completamente autoproducido y, aunque por el momento no cuenta con distribución, puede adquirirse durante los conciertos en directo o en su web oficial, celinogracia.com.

Diario del Regreso es una memoria autobiográfica cuyo objetivo no es contar la vida de su protagonista, “que a fin de cuentas no es alguien conocido”, como el propio autor admite. Es una reflexión sobre el momento en el que alguien, en realidad de igual quien, decide dedicarse a la actividad artística y renunciar a otras muchas cosas en pos de un sueño, con todo lo que tiene de sueño, ha de asentarse en unos sólidos andamios donde la formación y en conocimiento de uno mismo es indispensable.

La mayor parte del libro se refiere a una época de su vida en la que Celino Gracia, tras pasar por la universidad, vivió en Londres buscando sus primeros sonidos, las primeras canciones y las primeras veces sobre un escenario. De algún modo, “la forja de la personalidad artística”, según el autor.

Ese concepto interesa especialmente a Celino Gracia, y es seguramente el que le ha llevado a publicar la obra. “He encontrado pocos testimonios de artistas que cuenten ese proceso de forja, esos primeros años en los que hay mucho trabajo que hacer”. En opinión del músico turolense existen muchas biografías y autobiografías de músicos y otros artistas, pero “esa forja de la personalidad artística” en concreto “pocas veces se ha contado con verdadera sinceridad”.
 
Portada del primer libro publicado por Celino Gracia


Con todo, “no es un libro que hable sobre música y no es el libro de un músico, quiero pensar que hay suficiente literatura como para decir que es el libro de un escritor”, asegura Gracia, sino más bien de experiencias vitales.

Experiencias frustrantes en muchos casos, pero esperanzadoras en otros. Londres para Gracia significó “periodos de mucha esperanza con momentos de profunda desesperación. Yo viví en una buhardilla en Londres muy pequeñita, de dos metros por tres. En ocasiones sentía la vocación  que me hacía volar y otras veces me preguntaba que qué hacía allí”.

Celino Gracia llenó las paredes de ese diminuto cuarto con post-it llenos de versos, algunos de los cuales formaron las letras de Canciones que serán canciones, disco debut que se publicó en 2016 con temas con los que ya llevaba actuando en directo más de dos años. “Yo pasaba 24 horas al día en ese cuarto, y cuando te pasa eso o tienes muy claro lo que quieres hacer o no aguantas”.

Un calvario


Es paradójico elegir libremente un camino que en realidad tiene bastante de calvario, pero el músico asegura que ese es uno de los temas centrales del libro. “En mi caso fue una elección libre destinada a perfeccionarme, ya no solo como compositor sino como persona, para conocerme a mí mismo. Por eso elegí irme a una gran ciudad donde no conocía a nadie ni me conocía nadie”.

El libro también cuenta los primeros directos en público de Gracia, en bares open late de Londres, donde la cosa funciona como un karaoke, pero poniendo la voz y la música. “Acudes con tu guitarra, hacías fila toda la tarde y te dejaban tocar un par de canciones”. Las primeras canciones eran versiones de Bob Dylan o Tom Waits, “que debían sonar bastante divertidas con mi acento de español recién llegado a Londres”, recuerda bromeando.

Esa época de crisálida, que lo fue en el caso de Gracia, “no creo que sea necesario en todos los casos ni para todas las personas”, explica. “Habrá quien estará lo suficientemente dotado como para tener otros inicios, pero en general yo diría que es bastante enriquecedor pasar por una experiencia de este tipo, se aprende mucho de la propia soledad”.

Celino Gracia decidió autoeditar el proyecto, “porque entiendo que para una editorial no tendrá demasiado interés unas memorias, o una autobiografía, de alguien que en realidad nadie conoce, pero entendí que tenía cosas que aportar a quien lo leyera”.

Marco temporal


Entre otras cosas, Diario del regreso es una fotografía humana general de un momento y una situación muy concretas, por las que todo el mundo podría -y hasta debería- pasar. “Además no soy de reescribir cosas, aunque haya algunas que ya no las piense, porque fueron escritas hace algunos años”, admite Gracia. “En esto soy lo contrario a Juan Ramón Jiménez. Un texto, y sobre todo un diario, tiene que ser la figura de ese minuto presente, fotos de un tiempo vital. Si más adelante lo cambias, se convierte en  una mezcla entre lo que fuiste y lo que eres, algo que no ha existido a la vez, que no es verdad”. Con los discos le sucede exactamente igual, “por más que puedas mejorar una canción años después, su valor es en su tiempo presente”.

Diario del regreso está concebido como el primer libro de una trilogía de volúmenes, el segundo de los cuales está terminado pero sin publicar y el tercero en proceso. Y al mismo tiempo Celino Gracia aborda la literatura de ficción a través de otros dos proyectos, dos novelas. Una de ellas, Mnemósine, ya está concluida.

Esto significa que, al menos por el momento, Celino Gracia se tomará un descanso de la música. En directo, junto al pianista Alex Larraga -o Antonio Vallespín, cuando el primero no puede viajar- al menos hasta el verano, y en estudio, aunque ya tiene nuevo material compuesto, asegura que no tiene prisa por volver a grabar. Aunque sí sabe cómo se llamará: Cuentos de barro.

“Dejaré en remojo las canciones que tengo, y si en seis meses o por ahí me siguen funcionando cuando vuelva a tocar en directo, empezaré a pensar en grabarlas”.

 

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