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Eusebio Sempere y Abel Martín,  los padres del arte serigráfico en España Eusebio Sempere y Abel Martín,  los padres del arte serigráfico en España
Algunas de las serigrafías que se exponen en la Sala de la Villa de Mosqueruela

Eusebio Sempere y Abel Martín, los padres del arte serigráfico en España

La exposición ‘Sus diez carpetas de serigrafías’ se reparte entre Puertomingalvo y Mosqueruela
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La exposición Sus diez carpetas de serigrafías de Eusebio Sempere (Onil, Alicante, 1923-Onil, 1985) y Abel Martín (Mosqueruela, 1931-Madrid, 1993) que se muestra al alimón en las Salas de la Villa de Puertomingalvo y Mosqueruela afronta su recta final tras el verano, ya que será clausurada el 21 de septiembre.

Se agotan pues los días para visitar la doble muestra que se reparte más de 150 piezas de grabado de los dos artistas a quienes se les considera los introductores de la técnica de la serigrafía en España, a lo largo de los años 60 tras aprenderla en París. Sempere obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1983, y Martín, que falleció asesinado en un caso todavía sin esclarecer, está considerado como el mejor serígrafo de su tiempo en España.

Las piezas muestran la evolución y el grado de perfección que alcanzaron estos dos artistas que trabajaron siempre hombro con hombro en el arte óptico y las vanguardias geométricas.

El alicantino y el turolense Abel Martín entraron en contacto con las vanguardias del arte, como tantos otros, fuera de las fronteras de la España del régimen de Franco. Sempere y su familia pasaron no pocas penurias durante la guerra civil y la posguerra, pero pese a ello y a sus debilidades físicas -no veía por el ojo derecho y era débil y enfermizo- Sempere consiguió matricularse en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia y en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. La enseñanza en San Carlos era clásica e incluso retrógrada, pero allí conoció al padre Alfonso Roig, muy avanzado a su época, que puso a Sempere rumbo a la modernidad.

En 1946 aprendió técnicas de grabado como la punta seca y aguafuerte -la serigrafía todavía no se conocía en España-, y dos años después, en 1948, fue becado para ir a París, donde las vanguardias se asombran y abandona para siempre la pintura figurativa.

El turolense Abel Martín tardó diez años el llegar a París, en 1958. Había nacido en Mosqueruela en 1931 y había desarrollado varios oficios manuales como soldador o incluso chófer, hasta que llegó a Francia. Allí conoció a Sempere, que a había entrado en contacto con la serigrafía a través del artista cubano Wifredo Arcay, y pronto comenzaron a trabajar juntos. Otros artistas como Vasarely, Salvador Victoria o Bloc comenzaron a formar parte de sus círculos de amistades, y aunque los dos trabajaron bastante, su situación económica seguía siendo precaria. Muchos de sus amigos, como Chillida, Lucio Muñoz o Palazuelo habían regresado a España y estaban triunfando.

 

Ricardo García Prats, comisario de la exposición, en la Sala de la Villa de Puertomingalvo


Sempere y Martín decidieron regresar a Madrid en 1960, donde subsistieron gracias al apoyo de sus amigos, que les encargaban la realización de serigrafías de sus obras.

“Todo cambiaría a partir de 1963, cuando Sempere fue becado en Estados Unidos por la Fundación Ford”, explica el comisario de la muestra, Ricardo García Prats. “La beca le permitió viajar por el país y participar en muchas exposiciones y en el pabellón español de la Feria de Nueva York”. A su regreso a España Eusebio Sempere fue reconocido como un gran artista, que se consagró con una exposición individual en la Galería de Juana Mordó de Madrid, en 1965. El enorme éxito de crítica y público y las ventas de todas las obras hicieron que a partir de entonces su trabajo fuera requerido por todo el mundo.

Al mismo tiempo, Sempere permaneció siempre vinculado al avance de la abstracción y la vanguardia en España, a través sobre todo del proyecto de Fernando Zóbel, que acabaría con la fundación del Museo del Arte Abstracto Español de Cuenca.

Abel Martín fue la mano derecha de Sempere. El artista que ejecutó sus serigrafías, si bien Martín nunca se consideró como tal, sino que se tenía por artesano, y rara vez firmaba las obras de las que era coautor junto a Sempere. “Sempere era el genio creativo y Martín el gran técnico de la serigrafía”, expone García Prats. “Ambos conocían la técnica, pero Abel Martín se especializó y era muy bueno”.

Entre los dos construían un proyecto artístico que siempre nacía de Sempere pero que concluía Martín. “Había química y respeto entre ambos, de forma que todo fluía y funcionaba bien. Uno respetaba la idea original del otro, y el otro respetaba los cambios y las mejoras que introducía”.

Las serigrafías contenidas en las diez carpetas que se exponen en Puertomingalvo y Mosqueruela, y en general todos sus trabajos, no parten de un boceto previo cerrado, sino que se crean en tiempo real. Sempere va elaborando formas y colores que Martín plasma en la cartulina. El número de impresiones y colores es variable, normalmente entre quince y veinticinco, las composiciones casi siempre haciendo referencia al arte geométrico y el terminado de las obras digno de un auténtico maestro.

 

‘Verano’, perteneciente a la serie ‘Las cuatro estaciones’ que Abel Martín imprimió en 1988, tras la muerte de Sempere

158 obras en total

En total se exponen 158 obras que se reparten por la Sala de la Villa de Puertomingalvo y de Mosqueruela. 62 de esas obras pertenecen a diez carpetas -las carpetas de grabados se consideran un conjunto de varios grabados que forman una unidad y que no pueden venderse por separado-, y además pueden verse varias series suelas que reunen 42 serigrafías y 54 piezas sueltas, como las cinco que forman la serie Los elementos, que no fue concebida así por sus autores y se creó a posteriori.

Lo más interesante de la muestra está formado por las diez carpetas creadas entre 1965 y 1982 además de Cuatro estaciones, una carpeta póstuma que Martín realizó en 1988, cuando ya Sempere había fallecido. Se trata esta de una carpeta que parece sintetizar lo más característico del trabajo de ambos artistas, mezclando la gran influencia que ejercieron en ellos compositores como Vivaldi -el título Cuatro Estaciones se refiere a la popular composición del italiano-, Bach o Beethoven, la lírica de Góngora o Edmond Jabes y la forma de plasmar esas rítmicas a través de los patrones y los colores. Esa carpeta fue en realidad una especie de reedición de la primera de las expuestas, por orden cronológico, que data de 1965. Son cuatro estampas -una por cada estación- con textos de Pedro Laín Entralgo del que se tiraron 50 ejemplares. Está inspirada en Las Cuatro estaciones, que era el único disco que Sempere tenia y podía escuchar en París -durante su estancia cinco años atrás- con un tocadiscos que le había prestado Salvador Victoria.

Entre esas carpetas de Las Cuatro Estaciones que abren y cierran la colección en 1965 y 1988, hay que añadir Álbum Nayar (1967), cuando Sempere y Martín ya tenían gran éxito comercial, Cuando estuvo en Cuenca Don Luis de Góngora (1969), Libro alarma (1976), una obra en pequeño formato que fue concebida para formar parte de un libro; Transparencia del tiempo (1977), con poemas de Edmond Jabes; La Alhambra (1977), inspirada en los detalles ornamentales de la arquitectura y paisaje granadino, y una de las series más apreciadas por Sempere; Homenaje a Gabriel Miró (1978), La Luz de los Salmos (1980) y Cántico Espiritual (1982). En estas dos últimas, ya cercana la muerte de Eusebio Sempere, el alicantino adoptaba unas formas mucho más espirituales y trascendentes, incluso más orgánicas en su composición.

Personalmente, Ricardo García Prats opina que Cántico Espiritual, inspirada en el misticismo de San Juan de la Cruz y que ocupa la parte central de la Sala de Puertomingalvo, es la mejor de todas las de Eusebio Sempere / Abel Martín. “¿Por qué? No lo se... ¿sabes aquello que te produce el arte, esa emoción que no consigues explicar? El color, la composición, la sutilidad que tiene... destaca por ser especial”, asegura el crítico y comisario de arte turolense..

También hay muestras del arte basado en el cálculo computerizado con el que también experimentaron estos artistas. En 1968 se celebró en el Centro de Cálculo de la Ciudad Universitaria de Madrid un Seminario de Generación automática de formas plásticas, un precedente antediluviano de la Inteligencia Artificial Generativa que permitía plasmar patrones repetitivos con gran velocidad y precisión.

 

Autorretrato de Sempere creado bajo el prisma del arte por computadora


Sempere realizó sus trabajos empleando las computadoras, con las que experimentó en busca de nuevas formas artísticas. De este proyecto hizo tres autorretratos en serigrafía, empleando en uno rayas horizontales, en otro verticales y en el tercero, sobre fondo amarillo, combina ambas. Esas piezas también están representadas en la exposición de Puertomingalvo y Mosqueruela. No alcanzaron gran valor como tales, pero sí tienen interés en cuanto a la investigación que supusieron en un campo novísimo para la época.

Todas las carpetas y copias sueltas expuestas pertenecen a la familia de Abel Martín, y algunas de ellas están firmadas como P/A, (Prueba del Artista), que diferenciaba aquellos últimos ensayos con el grabado ya terminado antes de empezar a producir las copias que se comercializarían.

Paralelamente a esta exposición Abel Martín fue objeto de un homenaje en Mosqueruela, cuyo Ayuntamiento encabezado por Alba Lucea le nombró a título póstumo Hijo Predilecto de Mosqueruela. El acto, en el que participaron diversos familiares del artista, como sus sobrinos Santiago Martín o Javier Martín, sirvió para reconocer públicamente al serígrafo como uno de los artistas vanguardistas más significativos de la segunda mitad del siglo XX en España, responsable junto a su compañero Eusebio Sempere de introducir la serigrafía en España. Abel Martín trabajo con otros artistas y también realizó obra propia, aunque minoritaria, pero fue con Sempere con quien alcanzó el estatus del mejor serigrafista de su tiempo.

Sobre el proceso de producción y creación, en una de las salas de Puertomingalvo se expone una serie de 19 pliegos consecutivos que muestran cada una de las planchas y las impresiones serigráficas que van conformando la obra hasta completarla. “Hemos querido incluirla porque, además de su belleza, creemos que tiene un gran valor pedagógico”, asegura García Prats.

En esta serie se muestra además la forma en la que la pareja trabajaba, sin ideas ni bocetos preconcebidos, sino añadiendo capas que a medida que se superponían iban dando forma al grabado definitivo.

Como es habitual en el caso de las exposiciones veraniegas de Puertomingalvo, localidad a la que se ha unido Mosqueruela este año por ser la localidad natal de Martín, el Ayuntamiento adquirirá una de las piezas expuestas para seguir engrosando su colección de arte municipal, y además otra obra será rifada entre los visitantes que deseen participar en el sorteo.