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“Había que contar una historia que aún no se conoce del todo tras veinte años” “Había que contar una historia que aún no se conoce del todo tras veinte años”
Guillermo Chapa, coguionista de la serie ‘Nos vemos en otra vida’, en una imagen tomada durante el rodaje de ‘La estrella azul’, antes de que fuera interrumpido por la pandemia. Toni Galán

“Había que contar una historia que aún no se conoce del todo tras veinte años”

El turolense Guillermo Chapa es coguionista de ‘Nos vemos en otra vida’, la serie premiada en Málaga sobre el 11M
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Se estrenó el pasado miércoles 6 de marzo en la plataforma Disney+, la crítica asegura que es una de las grandes miniseries de televisión españolas de 2024, y este fin de semana lo ha refrendado llevándose la Biznaga de Plata por el Premio del Público en el Festival de Málaga. Se trata de Nos vemos en otra vida, el relato con el que los hermanos Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo narran desde dentro las tramoyas del 11M, el mayor atentado terrorista en España del que hoy se cumplen exactamente 20 años. Lo hace con elegancia, compromiso con la verdad y valor, el que hace falta para retomar el asunto incluso dos décadas después. Una producción con la firma turolense de Guillermo Chapa, coguionista de la serie junto a Pablo Remón, Daniel Remón y Roberto Martín Maiztegui.

La miniserie de seis capítulos es una adaptación de Nos vemos en esta vida o en la otra, la entrevista novelada que publicó el periodista gallego Manuel Jabois sobre Gabriel Montoya Vidal, alias El gitanillo y apodado Baby por la prensa, que tenía 15 años cuando conoció a Emilia Suárez Trashorras y fue el primer condenado por los atentados yihadistas.

Jorge Sánchez-Cabezón (de cuclillas) da instrucciones durante el rodaje. Diego López Calvín

Se trata del libro “que más veces me he leído en la vida”, asegura Chapa, junto con el sumario judicial del caso y todos los artículos, sentencias, vídeos e informes que se han publicado sobre el caso. Su trabajo en este proyecto de la productora Kubik Films ha consistido en documentar exhaustivamente todo lo que iba a contar Nos vemos en otra vida, teniendo en cuenta que no es un documental ni una docuserie, sino una serie de ficción basada en hechos reales.

“Entre Alberto, Jorge (Sánchez-Cabezón) y yo dimos forma a la estructura de la serie haciendo la escaleta, que básicamente consiste en el guion general de la serie decidiendo qué cosas se contarán en cada capítulo, lo que va a ocurrir y en qué orden se hará”, explica Chapa. A partir de ahí el resto del equipo de guionistas -Pablo Remón, Daniel Remón y Roberto Martín- escribieron cada capítulo en detalle, con diálogos y escenas.

Lo más complicado fue encontrar el tono apropiado para la serie. “Los directores le dieron muchísimas vueltas a eso a nivel moral”, reflexiona Chapa. “Se preguntaban hasta qué punto estos tipos merecían tener una serie de TV, porque no hay que olvidar que es la historia de unos hijos de puta condenados por la muerte de casi 200 personas. Pero al mismo tiempo pensábamos que es una historia que hay que contar, porque hubo muchísima desinformación en aquellos días y hay gente que aún no sabe demasiado bien lo que ocurrió realmente”.

Roberto Gutiérrez debuta como actor interpretando a Gabriel Montoya Vidal. Guillermo Gumiel

Algo que tuvo claro el equipo desde el principio es que no podía ser un relato de redención, de expiación, algo que llamara a empatizar con la figura de Gabriel Montoya. “La asociación de las víctimas de los atentados del 11M nos expresó su temor de que la serie blanqueara el personaje de Gabriel”, recuerda el turolense. “Pero teníamos clara una cosa. A veces es fácil pensar que las circunstancias o la necesidad de buscarse la vida puede llevar a determinadas personas a hacer cosas malas. Pero en este caso no hay determinismo social en absoluto. Hubo gente del entorno de Gabriel en sus mismas circunstancias que tomó la decisión correcta y no participó. Él sí lo hizo, eligió participar”.

El propio libro de Manuel Jabois en el que está basada la serie ya es lo suficientemente frío y alejado, y sirve de materia prima para la ficción. “Hay que hablar de ficción en el sentido de que no es un documental. Jugamos con los códigos y lenguajes propios de la ficción, y en ese sentido es importante construir personajes que emocionen e interesen. Pero todas las interpretaciones y secuencias dialogadas se basan en lo que Gabriel le contó a Jabois cuando le entrevistó para escribir su libro”.

Tres líneas temporales

Los hermanos Sánchez-Cabezón y Guillermo Chapa eligieron una estructura compleja para contar las cosas basada en tres líneas temporales que se van entrecruzando, con saltos temporales, que enriquecen la narración. “Esto permite que mientras el espectador ve como el chaval empieza a entrar en tratos con Trashorras, ya está viendo las dramáticas consecuencias que tendrán sus actos”.

Trashorras (Pol López) y Gabriel (Roberto Gutiérrez), juntos frente al puerto de Oviedo en una escena se la serie. D. L. Calvín

La primera línea temporal abarca los ocho meses desde que Gabriel conoce a Trashorras -condenado a 34.715 años por facilitar los explosivos a los terroristas yihadistas que provocaron la muerte de 192 personas- hasta que la policía lo detiene en junio de junio. La segunda línea temporal describe el periodo de tiempo que pasó en la cárcel hasta el macrojuicio de 2007, en el que su testimonio fue clave para la condena de Emilio Suárez Trashorras -Baby le había ayudado a transportar los 200 kg de explosivo-. Y la tercera línea temporal ocurre diez años después, cuando Gabriel está intentando rehacer su vida y concede la entrevista al periodista Manuel Jabois. “Esta línea fue uno de los grandes debates de guión, porque podía dar pie a que la historia del personaje se blanqueara, pero no ha sido así”, afirma Chapa. “Nunca hemos querido redimir a nadie, sino contar algo tal y como sucedió”. Uno de los capítulos de la serie recoge una parte literal de la conversación que mantuvieron Gabriel Montoya y Manuel Jabois: “¿Te arrepientes de lo que hiciste?”, le pregunta el periodista. “Me arrepiento de lo que sucedió, pero no de lo que hice”, responde su interlocutor.

Esa alternancia entre las tres líneas temporales logran que el espectador conozca toda la información en paralelo, al mismo tiempo, y de ella escapan deliberadamente imágenes del propio atentado, de las explosiones de los trenes en Madrid, algo a cuya tentación pocos directores se hubieran resistido. “No quisimos meter imágenes morbosas o escabrosas, recrearnos en eso”, afirma Guillermo Chapa, quien explica que los sucesos de la fatídica mañana del 11M de 2004 se narran a través de lo que van contando o haciendo a lo largo de la serie diferentes personajes, cuyos testimonios estaban recogidos en el sumario. En ese sentido el turolense asegura que “los documentos que recogen las testificaciones que hicieron las víctimas y testigos in situ son auténticos tesoros. Ellos hicieron un enorme ejercicio de reponsabilidad y civismo y prestaron declaración para ayudar a esclarecer los hechos. Eso los convierte en testimonios sin ningún tipo de sensacionalismo, pero que al mismo tiempo resultan tremendamente emocionantes”.

Alberto (izda.) y Jorge Sánchez-Cabezudo en Málaga. Disney+

Nos vemos en otra vida tampoco se olvida de que una miniserie de TV debe cumplir el objetivo de entretener y divertir, y la crítica especializada, así como el público del Festival de Málaga que le concedió la Biznaga de Plata, coinciden en que lo consigue. La serie ha sido capaz de lograr, sin utilizar recursos manidos y con una serie de líneas rojas perfectamente delimitadas por el sentido común, construir un relato -de seis capítulos, de entre 45 y 60 minutos cada uno- que mantiene el interés en todo momento. “Dentro del propio sumario del caso hay cosas increíbles, muy cinematográficas, imposibles de creer si no es porque están escritas en una sentencia... eso contribuye al interés de la historia, desde luego”.

Gran acogida

Aunque la plataforma Disney+ todavía no ha facilitado datos de visualización de la serie a Kubik Films, la excepcional acogida por parte de la crítica y el Premio de Málaga van a contribuir sin duda a que estos sean positivos. “Lo que nos está llegando desde luego es bueno”, afirma Chapa. “Creo que hemos acertado y el público lo está agradeciendo”.

Guillemo Chapa, que además del guion y la escaleta se ha encargado de asuntos como el archivo de televisión o grabar las piezas del making of de promoción, entre otras cosas, asegura que este proyecto “ha sido un auténtico máster que me ha venido muy bien, y me ha hecho crecer. Los rodajes ya los tengo bastante trillados, pero esto me ha permitido profundizar mucho más en el mundo del guion”. El intenso viaje de regreso al 11M comenzó para Guillermo Chapa el 9 de enero de 2022, cuando entró como coguionista en el proyecto de Nos vemos en otra vida. Antes de eso había sido primer ayudante de dirección de Javier Ariño en otra gran producción de 2024, La estrella azul, en cuyo rodaje participó en su primera etapa, hasta que la pandemia obligó a interrumpirlo.

Diez años en algunos de los proyectos más destacados de TV

Guillermo Chapa (Teruel, 1988) es diplomado en Dirección Cinematográfica en la ECAM y después ha realizado cursos monográficos sobre guión de largometrajes con Rodrigo Sorogoyen o Cine y Nuevas Tecnologías con L. M. Kit Carsson, entre otros. En 2020 fue seleccionado entre más de 1.000 candidatos en la segunda edición del programa de Residencias de la Academia de Cine, donde desarrolló junto a Miguel González la miniserie Operación Viridiana, donde narra la peripecia que envolvió a la producción de la mítica serie de Buñuel y que espera poder rodar algún día.

Tras su paso por ese programa comenzó a trabajar en Kubik Films en el desarrollo de proyectos junto a Jorge y Alberto Sánchez-Cabezudo, entre los que ha estado el guion de Nos vemos en otra vida.

Antes de eso Guillermo Chapa trabajó durante más de diez años en los departamentos de producción y dirección de numerosas producciones, como REC Génesis, Assasins Creed, The promise, Velvet, Las chicas del cable, Fariña, El último show o La estrella azul. En ese tiempo ha escalado desde meritorio de dirección a primer ayudante de dirección, aprendiendo de directores como Carlos Saura, Paco Plaza, Manuel Gómez-Pereira, Javier Macipe o Álex Rodrigo.

En función del tiempo que le ha quedado disponible, el turolense afincado en Madrid nunca ha dejado de dirigir sus propios proyectos personales, desde videoclips y campañas publicitarias hasta documentales para televisión y microteatro. Destacan además sus cortometrajes de ficción La familia de mi novia (2011), La soledad del cormorán (2013), Biodiversidad (2014), Bocata de calamares (2014), Le Monteur (2016) o La penúltima (2018).

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