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La familia de José Lamiel quiere donar obra para crear un museo en Teruel La familia de José Lamiel quiere donar obra para crear un museo en Teruel
José Lamiel y su esposa en 2017 cuando fue nombrado Hijo Predilecto de Calanda, junto a Julio, uno de sus hijos

La familia de José Lamiel quiere donar obra para crear un museo en Teruel

Se cumplen este martes cinco años del fallecimiento del pintor y escultor calandino
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El objetivo de sus descendientes es que a lo largo de 2027 pudiera abrirse un museo en su memoria, preferentemente en Calanda o en el resto de la provincia de Teruel. José Lamiel (Calanda, 1924-Alcalá de Henares, 2020) fue uno de los artistas turolenses más relevantes del siglo XX, con una trayectoria como pintor y escultor que abarcó España, Colombia y Estados Unidos. Es Hijo predilecto de Calanda y Cruz de San Jorge de la Diputación Provincial, además de Premio Cervantes de Pintura o Premio Bolivia en la Bienal Hispanoamericana de Madrid, entre otros reconocimientos. Hoy se cumple el quinto aniversario de su fallecimiento, el 26 de agosto de 2020, y su familia desea donar unas 80 obras entre pinturas y volúmenes para dotar de contenido un museo que preserve su memoria. Al mismo tiempo se quiere impulsar una fundación que ponga en marcha una serie de becas para jóvenes artistas, recordando los comienzos humildes de José Lamiel, que necesitó la Beca de la Diputación Provincial de Teruel y otras ayudas para poder dedicarse al mundo del arte.

El CBC acogió el pasado año una exposición de José Lamiel en conmemoración del centenario de su nacimiento, y este 2025 el Grupo de Estudios Calandinos (Grec) ha organizado la primera edición del Premio de Arte Contemporáneo José Lamiel, dotado con dos premios de 1.200 y 800 euros, que se darán a conocer el 6 de septiembre. Según Javier Lorente, que junto a Manuel Conesa es uno de los coordinadores del concurso, “no hay que dejar de lado la coincidencia del primer certamen con el quinto aniversario del fallecimiento de Lamiel, ya que es un homenaje al Hijo Predilecto de Calanda (2017) y, si no me falla la memoria, segundo calandino en obtener la Cruz de San Jorge (en 1989), ya que el primero fue Miguel Sancho Izquierdo en 1973 y Buñuel obtuvo la Medalla de Oro de la provincia en 1980. En resumidas cuentas, que es un calandino muy ilustre dentro del mundo del arte”.

Aunque José Lamiel vivió en Colombia y Alcalá de Henares la mayor parte de su vida, mantuvo siempre una estrecha relación con Calanda y la Semana Santa, presentes siempre en su quehacer creativo. La primera y la última escultura que realizó el artista, el paso de El Encuentro (1944) y el monumento Tradición (2018) sobre los tambores y bombos están en Calanda, de hecho.

Por eso Julio Lamiel, uno de los tres hijos del artista y quien se está haciendo cargo en mayor medida del legado de José Lamiel, cree que Calanda sería el lugar apropiado para albergar ese futuro museo en su memoria.

“Tengo muchísima documentación sobre su vida, de su etapa de estudiante de Bellas Artes en Valencia o Madrid, de todos los premios y reconocimientos, de correspondencia con otros artistas, de críticas de arte...”. Junto a esa documentación los fondos del museo estarían formados por entre ochenta y un centenar de obras “que se cederían de forma gratuita en base a una fórmula de tipo acomodato -de forma que se cede un bien gratuitamente durante un tiempo determinado y prolongado, pasado el cual se devuelve a su propietario-, a la institución o el municipio que quisiera acogerlo”, explica Lamiel, que afirma que “no hay ningún interés lucrativo en ese museo, sino simplemente de mantener vivo un legado artístico que creo que es importante para Aragón”.

Julio Lamiel es el hijo menor de José Lamiel y nació Colombia durante los años que la familia residió allí (1960-1967), realizando algunas obras de imaginería para la espectacular Semana Santa de Popayán, antes de que la familia regresara definitivamente a España y se instalara en Alcalá de Henares. Aunque siempre se ha interesado por el arte, desde el punto de vista histórico, teórico y conceptual, hasta ahora ha trabajado en el ámbito de la abogacía, aunque ahora quiere volcarse más en la preservación de la memoria de José Lamiel.

 

Una de las pinturas características de José Lamiel

Web, museo y fundación

A lo largo del próximo año quiere negociar con las instituciones interesadas la puesta en marcha del futuro museo sobre José Lamiel, de cara a que pueda abrir en 2027. Pero a más corto plazo, quizá durante los primeros meses de 2026, está prevista la creación de una página web monográfica sobre José Lamiel y su obra, centrándose en escultura, pintura, dibujo y obra de imaginería, de la que fue un prolijo autor durante su etapa en Colombia. “E incidiendo especialmente en la obra que realizó en Aragón, ya que mantuvo siempre un gran arraigo y amor por su tierra, y la huella allí a través de su obra es muy grande”, explica Julio Lamiel.

Más allá de la web, el segundo gran proyecto que persigue la familia del artista calandino es la creación de una Fundación José Lamiel, que tenga por objetivos preservar su legado artístico y por otro lado, como fin social, apoyar los estudios en arte de personas con talento y pocos medios económicos. “Mi padre tuvo unos orígenes muy humildes y todos los estudios que emprendió dependieron de becas y ayudas, más allá de que empezara a trabajar muy joven”, explica Julio Lamiel. “Por eso la Fundación pondría en marcha una beca que permitiera a jóvenes artistas estudiar Bellas Artes o realizar cursos de perfeccionamiento en el extranjero”. La beca se financiaría a través de patrocinadores e iría dirigida tanto a artistas plásticos como músicos, “ya que mi padre sentía un amor muy especial por la música” -sus compositores favoritos eran Beethoven, Mozart y Haendel, según confesó a la revista Blanco y Negro en 1992- “que siempre estuvo presente en su obra”.

Vínculo con Aragón

Julio Lamiel asegura que el vínculo de su padre con Teruel y Aragón se mantuvo durante toda su vida. “Los primeros estudios los hizo en la Escuela de Artes de Zaragoza, a donde marchó con 14 o 15 años. Luego empezó Bella Artes en Valencia y después, gracias a la Beca de la Diputación de Teruel, pudo terminar en Madrid”.

Estando en Valencia recibió su primer encargo profesional serio, que terminó en 1944, con 20 años. Se trata del magnífico paso de Semana Santa de El Encuentro, en madera policromada, y que da nombre a una de la cofradías más importantes de Calanda. Este año ha cumplido su 50 aniversario porque se fundó en 1975, cuando empezó a procesionar ese paso.

Esa fue la primera escultura de Lamiel y curiosamente la última que realizó también se encuentra en Calanda. Se trata de Tradición, una escultura de bronce alusiva al tambor y el bombo que se inauguró en 2018 en la Plaza de San  Miguel, donde también puede verse un busto de Francisco de Goya del mismo autor.

 

Lamiel (centro) en 1990, inaugurando una exposición en el Museo de Teruel

Lirismo a contracorriente

Tanto en la pintura como en la escultura, lo que destaca Julio Lamiel de la obra de su padre es “la visión lírica que siempre mantuvo”. “Siempre tuvo una visión muy poética de la realidad, una visión fundamentada en la sencillez y la belleza. Ese amor a lo sencillo, a lo tierno y a la belleza simple es lo que está siempre en toda su obra”.

También es común a su arte “la exaltación de lo humano”, pues la figura humana está presente en la práctica totalidad de sus obras. “Mi padre fue transgresor en el sentido de que cuando empezó a labrarse un nombre, en los años 50 y 60, era figurativo y exaltaba la figura humana, en un momento en el que todo era arte abstracto, desde Pablo Serrano al grupo El Paso. En ese sentido siempre navegó contracorriente: cuando todo el mundo era abstracto él era figurativo”.

El calandino también tuvo sus escarceos con la abstracción, y pintó algún óleo no figurativo, aunque en el conjunto de su obra quedan como algo anecdótico. Su hijo recuerda que “hizo alguna pintura con motivos geométricos y colores tenues, que recordaba un poco a Paul Klee, y también algún relieve abstracto por encargo. Pero el 99% de su producción fue figurativa, de paisaje y sobre todo de figura humana”.

Sin embargo a lo largo de una carrera tan larga y prolija como la suya, José Lamiel tuvo tiempo para evolucionar notablemente, desde un arte más formalista hasta unos volúmenes cada vez más esenciales y dinámicas, basadas en líneas curvas, con movimiento y menos detalles formales.

‘Tradición’, escultura de Lamiel en Calanda alusiva a la Semana Santa

Imaginería

Julio Lamiel también destaca sus obras de imaginería de Semana Santa pero en Popayán, que es algo así como la Sevilla semanasantista de Colombia, donde está arraigadísima esta celebración que de hecho es Patrimonio de la Humanidad. “Se acababa de casar, en 1958, y vivía en Madrid. Le encargaron una serie de obras en Colombia. Hizo unas piezas muy buenas, un Cristo en la Cruz, un Cristo Yacente y un Ecce Homo magníficos, un poco en la línea de la Escuela Castellana, que fueron muy valorados”.

Esa época fue trascendental para José Lamiel, no solo porque asentó su posición como gran artista, sino porque además comenzó a unir la pintura a la escultura como principal forma de expresión. “Mi padre siempre pintó, pero no fue hasta su estancia en Colombia que se dedicó a ella con tanto tesón como a la escultura”.

En entre los lienzos también se adivina una evolución evidente aunque por otros derroteros a los que llevó la escultura. “Esa ternura de la figura humana está en toda su obra, pero en los primeros cinco o seis años quizá los motivos son más tristes, melancólicas, con colores más apagados, una paleta con colores más pardos. Poco a poco los rostros van tomando más brillo y podría decirse que cierta dulzura le gana la partida a la melancolía de la primera etapa”, explica Julio Lamiel.

El artista calandino siempre fue muy aficionado además al misticismo, a figuras ascéticas como San Juan de la Cruz o Santa Teresa, a las que dedicó parte de su obra personal. San Juan tuvo un seguidor turolense llamado Miguel de Molinos (1628-1696), de Muniesa. Fue un místico español de renombre con obras -la más importante fue Guía Espiritual- traducidas a numerosos idiomas, aunque ahora algo menos conocido. Dentro de tres años se cumple el 400 aniversario del nacimiento de Miguel de Molinos, por el que el escultor de Calanda mostró especial predilección, por lo que Julio Lamiel también ve la posibilidad de organizar para entonces una exposición que reúna las memorias y el legado de José Lamiel y de Miguel de Molinos.

Profeta en su tierra

El escultor y pintor calandino José Lamiel obtuvo numerosas distinciones, entre ellas la Cruz de San Jorge de la Diputación de Teruel (1989), el Premio Cervantes de Pintura (1961) o el Gran Premio Internacional de Cannes (1973). También fue académico de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y miembro del Salón de los Independientes de París. Lamiel ha sido uno de los pintores y escultores recientes más representativos de Aragón que hizo del estilo ingenuista una de sus señas de identidad. Su escultura toma el bronce, la piedra rosa y la piedra de colmenar como materiales más habituales, dentro de su tendencia academicista.

Más personal, su pintura, que empieza a consolidarse en la década de 1960, muestra un claro gusto por los colores sin contrastes, en composiciones sobrias de un abierto primitivismo, tratando por lo general figuras humanas, solitarias y melancólicas, y sin omitir en ciertas ocasiones una denuncia social no por soterrada menos efectiva.

Lamiel se formó en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Zaragoza. Posteriormente consiguió una beca de la Diputación de Teruel y cursó estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, y más tarde en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.

En la década de 1960 se trasladó a Colombia, aprovechando un contrato oficial, ejerciendo su actividad en el continente durante seis años. A partir de 1966 llevó a cabo en los Estados Unidos varios trabajos, así como exposiciones. De regreso a España, fijó su residencia en Madrid, donde prosiguió desarrollando su trabajo de pintor y escultor.

Obtuvo en 1971 el Premio Bolivia en la 1ª Bienal Hispanoamericana, celebrada en Madrid y en el 1973 se le concede la Medalla de la ciudad de Saint Paul de Vence (Francia) y 9º Grand Prix Internacional de pintura de la Côte d' Azur. Logró también dicho año el primer Gran Premio Internacional de Cannes y la Medalla de la ciudad de Saint Paul de Vence. Recibe el Diploma de la III Bienal Internacional de Merignac (Francia).

A partir de 1982 fue miembro del Salón de los Independientes de París y realizó múltiples exposiciones individuales y colectivas en las principales ciudades de España (Madrid, Zaragoza, Bilbao, Valencia, o Teruel entre otras). Se le adscribió al grupo escuela de Madrid (o de Vallecas), fundado por Benjamín Palencia. También fue miembro del Salón de los 13 de la Academia Libre de Artes y Letras de san Antón (Madrid) y de la Asociación de Amigos de la Universidad de Alcalá de Henares.

En 1989 se le concede la gran Cruz de San Jorge de la Diputación de Teruel, en 2012 fue elegido miembro de la Muy Noble Real Academia de Bellas Artes de San Luis, de Zaragoza, y en 2017 Calanda le nombró Hijo Predilecto. Su obra está presente en distintos Museos de España, como el Reina Sofía de Madrid y otros países, así como en colecciones particulares.

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