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Las fotos que tienen mensaje solo se logran si el fotógrafo empatiza con los retratados Las fotos que tienen mensaje solo se logran si el fotógrafo empatiza con los retratados
En la imagen, algunos de los asistentes observando los libros especializados en fotografía que se venden en el vestíbulo del Palacio de Congresos-. Josep García

Las fotos que tienen mensaje solo se logran si el fotógrafo empatiza con los retratados

La fotografía documental centró la jornada de ayer domingo en el Seminario de Albarracín
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Cruz Aguilar

Empatizar y conectar con los fotografiados es fundamental a la hora de abordar cualquier trabajo porque, antes de disparar hay que establecer vínculos con la gente que está al otro lado de la cámara y así lo plantearon ayer las fotógrafas Lúa Ribeira y Nuria López Torres. La forma de captar el mundo que les rodea no tiene nada que ver en una y otra, pero sí la esencia de su trabajo, que es dar visibilidad a personas que apenas la tienen, muchos de ellos en situaciones límite. Sus capturas fueron proyectadas ayer domingo en Albarracín durante el XXI Seminario de Fotografía y Periodismo que dirigen Gervasio Sánchez y Sandra Balsells y que reúne a 180 profesionales de la fotografía hasta mañana martes, 25 de octubre.

Lúa Ribeira demostró en Albarracín, donde abrió las ponencias de la mañana, que sus fotos no son convencionales y que no es casual que en 2018 se hiciera un hueco en la Agencia Magnum –es la tercera española en acceder a ella–.

Desde su forma de plasmar la Semana Santa de Puente Genil, sin una sola imagen seleccionada, de las muchas que dijo tener, de una procesión, hasta su particular visión de Tijuana, centrada en un parque fronterizo donde conoció a una docena de hombres que viven al límite pero que, ante ella, vieron la posibilidad de proyectarse a sí mismos: “Entré en una realidad de ellos que no sé hasta que punto es la realidad, me interesó la idea de encontrarte con alguien nuevo y crearte a ti mismo y yo fui un poco la que propició eso”.

Sobre su trabajo en Melilla, Los afortunados, especificó que su interés era reflejar la situación “a través de la adrenalina, de ese sueño, porque las imágenes de violencia ya estaban hechas, las mías no hubieran aportado nada nuevo”, indicó. “En los tiempos muertos surgían imágenes que podían ser alegorías de lo que estaba pasando”, señaló y reconoció que en Melilla le costó trabajar porque es un tema tan estereotipado que sus actores huyen de las cámaras.

Lúa Ribeira (derecha), durante su charla de ayer en presencia de Sandra Balsells y Gervasio Sánchez

“Los fotógrafos que estamos en contextos difíciles vemos que los momentos dramáticos muy fuertes, pero las alegrías también” destacó Ribeira. Señaló que sus proyectos se van transformando a medida que avanzan, ya que le gusta abarcar poco para poder imbuirse del tema que quiere plasmar en sus imágenes, aunque siempre surgen desde lo emocional. Señaló que sus fotografías no responden a la curiosidad, sino a la necesidad de conectar con esas personas de una forma “muy elemental, casi animal”, matizó.

Desveló algunas cuestiones técnicas, como la importancia que tienen los títulos de los trabajos. Aunque lleva años afincada en Reino Unido, solo el título de su último trabajo, Agony in the Garden, es en inglés. Acerca de este proyecto detalló que se trata de una performance de una violencia que es una metáfora perfecta del contexto en el que viven”. Trabajó con personas jóvenes que viven en la calle en Bristol y lo hizo recorriendo día tras días cuatro parques de la ciudad. “No vienen de un barrio de Chicago pero representan el contexto de mierda y de precariedad en el que estamos”, dio para relatar que sus imágenes se generan a partir de la excusa de los géneros musicales, “que son las formas más precisas e importantes de arte, que además está vivo y sin autocensura”. Esta música, aseguró, tiene sentido en el contexto en el que estamos y además es global. Especificó que se iba a ir a Nueva York a trabajar este tema pero luego decidió quedarse en Almería y Madrid, porque hay un movimiento global interconectado en todo el mundo.

Nuria López Torres planteó que buena parte de sus trabajos buscan denunciar temas mientras que otros pretenden dar visibilidad a historias y gentes que intentan hacer “que este mundo no sea una locura”, especificó la artista. López Torres reconoció que aborda “temas duros, pero es importante buscar esas historias para darles visibilidad”, aseguró, para añadir que sobre todo le atraen los temas que le hacen reflexionar, casi siempre de carácter sociológico y antropológico.

Especificó que el fotógrafo documentalista debe tener un pensamiento crítico y, con su trabajo, ayudar a desarrollar esa mirada crítica en los otros. Comentó que es fundamental tener empatía para dedicarte a este trabajo y, además, ser buena persona. “Creo que esta profesión está ligada a ser un buen ser humano y, si tengo algo que agradecerle a la fotografía, es que me ha ayudado a ser mejor persona”, relató, para añadir que todas los fotografiados que ha conocido y que le han dejado entrar en situaciones muy íntimas han aportado a su vida numerosos valores: “Si te quedas en tu sillón, los egos se disparan, hay que salir al mundo, porque se te quitan las tonterías y valoras lo maravilloso que es abrir un grifo y que salga agua”, sentenció.

Carmenchu Alemán, ayer en Albarracín, con uno de sus trabajos de fondo

Aseguró que sus ídolos son personas que jamás irán a un programa de televisión o recibirán un premio. Personas como Elvira, que lleva 30 años ejerciendo la prostitución en el barrio barcelonés del Rabal: “Esa es mi heroína, es una gran socióloga, aunque nadie la va a conocer nunca, que ha hecho mucho por las mujeres”, desveló emocionada.

López Torres es freelance y se ocupa de todo el proceso, desde la toma de imágenes a su postproducción. Se definió a sí misma como “fotógrafo orquesta” que combina la realización de temas con exposiciones, clases o charlas. Indicó que su intención es que sus trabajos tengan repercusión en las sociedades a las que retrata, aunque lamentó que no siempre lo logra. Algunas veces sí ocurre, y relató ayer en Albarracín como una de sus publicaciones en The New York Times abrió el interés de muchas personas por ayudarles, entre ellos un profesor de Biología que se ofreció a pagarle los estudios a una de las niñas reflejadas en el trabajo.

La fotógrafa mostró algunas imágenes de El color del azúcar, que retrata el movimiento de orgullo afro y de resistencia frente al elevado racismo que hay en Cuba. Relató que está trabajando en un diálogo entre el pasado, que destila ese poder derivado del tráfico de azúcar y el interés por el blanqueo de la piel de los cubanos, y la actualidad, donde la música se está convirtiendo en la punta de lanza del movimiento reivindicativo. Concretó que “la elite cultural, política en Cuba son blancos y son racistas a más no poder”.

Durante el coloquio posterior, Sandra Balsells, codirectora del Seminario de Albarracín junto a Gervasio Sánchez, especificó que el tema de Cuba es uno de los más fotografiados del mundo, pero Núria López Torres da con temas desconocidos en los que la mujer tiene un papel protagonista. Alabó tanto el estilo fotográfico y el tratamiento del color como la delicadeza con la que aborda ciertas situaciones.

Núria López Torres aconsejó a los fotógrafos documentarse bien antes de relacionarse con quienes pretenden retratar, porque “así queda claro que no estás ahí por el morbo” que provocan algunos temas como la transexualidad, reflejada en un gran número de instantáneas.

Alemán bucea entre la religiosidad, la fiesta y el Madrid atípico de la pandemia

La encargada de cerrar las intervenciones de la mañana fue Carmenchu Alemán, que mostró un par de trabajos centrados en la religiosidad y la fiesta, por un lado en España y Portugal y, por otro, en los Sanfermines, en Pamplona.

Sobre el trabajo de Hispania Sacra, destacó que lo que le interesa eminentemente es la religiosidad popular, cómo las personas van a esos lugares creyendo que van a conseguir lo que ellos le están pidiendo a Dios: “Es eso lo que me resulta muy interesante, me llega mucho ver la devoción con la que se mueven y ofrecen cosas”, dijo.

Entre los temas que aborda a través de su objetivo no está solo la religiosidad, sino también la relación con la muerte, y mostró cómo cada Jueves Santo un grupo de penitentes se ponen en un pueblo de Zamora su propia mortaja: “Su relación con la muerte es mucho más aséptica”, aseguró.

Otro de los aspectos que le generan expectación y así se refleja en sus capturas es la gente que asiste como espectador a esas romerías y procesiones, con tantos momentos de espera, aburrimiento e incluso descanso.

La fotógrafa, cuyas capturas son todas en blanco y negro, desveló que aunque no es creyente, sí cree en la fuerza que le dan a las personas estas romerías: “Me siento muy cercana a ellas”, aseguró.

También habló de la importancia de tener buenas fuentes documentales y especificó que una de las mejores que tuvo para su trabajo Hispania Sacra fue un vendedor de exvotos con el que peregrinó por las diferentes romerías gallegas.

Un total de 180 personas participan en el XXI Seminario de Fotografía de Albarracín

El loco San Fermín del milenio es el título de la obra ambientada en las fiestas del siglo XXI, en el que las mujeres han dejado de ser un elemento decorativo y han empezado a participar de la misma forma que los hombres. Sin embargo, relató que en estas dos décadas ha habido una vuelta al puritanismo y es más difícil encontrar, por ejemplo, a mujeres mostrando los pechos y también a gente besándose en la calle, algo que antes era muy habitual.

De esta fiesta le interesa sobre todo el comportamiento humano y, tras mucho investigar y observar a los protagonistas de la fiesta, indicó que la única explicación que tiene esta explosión es el corsé en el que vive la ciudad de Pamplona el resto del año, cuyos ciudadanos necesitan una válvula de escape y ruptura de los cánones.

Finalizó su ponencia con el trabajo realizado durante la pandemia en Madrid, una ciudad apocalíptica donde encontró esos días de calles vacías y emociones de puertas para adentro “una iconografía que jamás había visto”. Relató que ver las avenidas y plazas desnudas de gente le llevó a descubrir que lo importante y bello de una ciudad no son los monumentos, sino las personas.

En las imágenes de Hispania Sacra quedaba patente el influjo de Cristina García Rodero y así lo planteó desde el público uno de los asistentes en el turno de preguntas. Carmenchu Alemán reconoció que la fotógrafa de Ciudad Real no solo es su “referente principal” sino que comenzó a tomar fotografías de fiestas gracias a ella. El codirector del curso, Gervasio Sánchez, matizó que las influencias están presentes en todos los fotógrafos, pero destacó la particularidad de las fotografías de Alemán, sobre todo las de Sanfermines: “Es un punto de vista muy personal, ha sabido hacer fotos originales” de un tema muy manido, alabó.

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