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Pepe Villegas: “Lo que nos mueve es ser felices y hacer felices a los demás con la música”  Pepe Villegas: “Lo que nos mueve es ser felices y hacer felices a los demás con la música” 
Algunos de los músicos más jóvenes de la formación turolense, durante la segunda edición del segundo campus musical Arcos de Teruel que tuvo lugar en la sierra de Albarracín

Pepe Villegas: “Lo que nos mueve es ser felices y hacer felices a los demás con la música” 

La Orquesta Arcos de Teruel cumple 15 años con treinta intérpretes jóvenes pero virtuosos
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Se creó en 2008 con el objetivo de ofrecer enseñanzas musicales a los jóvenes y de proveerles de una agrupación con la que ensayar y actuar en directo regularmente. Más de década y media después está formada por más de 30 músicos, de su seno han salido incluso parejas que han terminado en matrimonio, y reúne dos formaciones que pronto serán tres, con la orquesta de cuerda titular, la joven orquesta de iniciación y el coro vocal, cuyo estreno oficial todavía no se ha producido.

La Orquesta Arcos de Teruel es una de las agrupaciones musicales más veteranas de la capital -pese a que está formada principalmente por jóvenes- y con mayor actividad concertística, con una treintena de conciertos anuales que suelen tener lugar en periodos vacacionales como Navidad, Semana Santa y verano, y que en buena parte se desarrollan en residencias de ancianos y otros centros asistenciales.

Arcos de Teruel está dirigida por el violonchelista turolense Pepe Villegas. Profesor de la Escuela de Música de Teruel hasta 2008 -y actual músico en la Banda de Santa Cecilia-, en ese mismo año puso en marcha este proyecto formativo para jóvenes músicos de cuerda frotada. Comenzó dirigiendo y dando clase a media docena de chavales, se constituyó como asociación y en 2009 ofreció su primer concierto en el colegio de San Nicolás, donde estuvieron hasta 2011 cuando se mudaron a la parroquia de San León.

Pepe Villegas (centro), al frente de los músicos de la Orquesta Arcos de Teruel


“Poco a poco se fueron apuntando más chicos y chicas y nos empezaron a pedir actuaciones”, explica Pepe Villegas. “Había asociaciones, como Vivir con el Río, que nos llamaba de vez en cuando, y además organizábamos recitales benéficos en residencias de ancianos, en el hospital San José, en el Pinar... así que fuimos creciendo y la orquesta se asentó”.

Pepe Villegas entiende la enseñanza de la música como un fenómeno integral, que va más allá de la simple interpretación de un instrumento, desde la colaboración con ONG’s -han cooperado varias veces con Cooperación Internacional para recaudar fondos- hasta los viajes y experiencias colectivas relacionadas con la música. Durante varios años, antes de la pandemia por covid, un grupo de músicos de la Orquesta Arcos de Teruel realizó el Camino de Santiago, y, apoyados por automóviles que transportaban los instrumentos, organizaban conciertos en las localidades por las que iban pasando, algunos de ellos completamente improvisados. También han organizado viajes para actuar en lugares como Lisboa o Fátima (Portugal), prácticamente todos los veranos organizan alguna gira fuera de la provincia -muchas de ellas por el Pirineo oscense- y durante los dos últimos años han organizado un campus musical formativo para los más pequeños en la Sierra de Albarracín, que se repetirá el próximo verano, donde combinan lecciones de música con tirolinas, monta de caballos y conciertos en localidades como Pozondón, Monterde, Moscardón o Torres de Albarracín, donde actuaron este año.

La Orquesta Arcos de Teruel tras un concierto que ofrecieron en Naval (Huesca)

El director trata de que la Orquesta Arcos de Teruel llene un hueco que sufren estudiantes y músicos de cuerda, que tras un año estudiando y ensayando, llegan las vacaciones y prácticamente se ver forzados a parar. “Cuando llevas 5 o 6 años y empiezas a dominar tu instrumento, lo que te gusta es actuar en directo, sobre todo durante tus periodos de vacaciones”.

Sin embargo la meta que llevó a iniciar el proyecto de la Orquesta Arcos hace quince años va más allá: “Mi objetivo principal es sobre todo que seamos una gran familia”, asegura el director. “Yo empecé con 13 años en la Banda de Música de Teruel y recuerdo que tuve una infancia tan bonita que quiero que otras personas tengan la oportunidad de vivirla. Las amistades que se forjan en torno a la música perviven siempre”.

Además Villegas sabe mejor que nadie que la educación musical tiene evidentes beneficios en la formación y educación de los niños y jóvenes, desde la matemática que encierra la música a la disciplina que requiere, pasando por la autoconfianza o la capacidades para actuar en público o para concentrarse: “Que un chaval esté con su instrumento en lugar de con el teléfono móvil, o que eche horas de estudio y trabajo para dar un concierto en un hospital o residencia para hacerle la vida más agradable a otras personas es algo que tiene un enorme valor”, afirma. “No queremos tener un gran nivel... está bien aprender, claro, y tocar lo mejor posible, pero lo que nos mueve es ser felices y hacer felices a los demás a través de la música”.

Como director, a Pepe Villegas le gusta tener en cuenta las preferencias y los gustos de sus músicos a la hora de elegir los repertorios. Obviamente en Navidad toca un setlist navideño compuesto por villancicos y ese tipo de temas -aunque este año en la Catedral de Teruel sorprendieron con un concierto navideño muy atípico y divertido-, pero en el resto del año incluyen músicas de muy diversa índole. “Tocamos temas contemporáneos o bandas sonoras de cine, por ejemplo, que suelen ser muy divertidas tanto para el músico como para quien la escucha”. También incluyen piezas tradicionales de música celta, temas populares y también del periodo clásico, “aunque prefiero temas que no sean especialmente difícil y que permitan disfrutar tocándolos”.

Imagen del concierto solidario con el Proyecto Monkole que la formación ofreció en la Catedral de Teruel en diciembre

En Semana Santa suelen llevar un repertorio más sobrio. Tradicionalmente ofrecen un concierto el Sábado Santo en la iglesia del Salvador, donde se hace un vía crucis recitado con la colaboración de Jesús Cuesta, y se cierra con El oboe de Gabriel, El último mohicano o temas de Haendel o Hayden, aunque no necesariamente de música sacra.

También suelen participar en las Bodas de Isabel, con un concierto que suele tener lugar una semana antes de la celebración de esta fiesta, con música de ambientación celta y medieval.

...y nivel heterogéneo

El nivel de los músicos es bastante heterogéneo aunque eso no representa un problema para Villegas. “Entran chicos de 8 o 9 años que no tienen ni idea y yo les doy las primeras nociones de lenguaje musical, mientras que a otros los preparo para entrar en el Conservatorio”. Además el director cuenta con otros músicos experimentados que sirven de apoyo, como la violinista María Popa, una de las referencias educativas en Teruel, o Virgina Casino, que está poniendo en marcha el Coro Vocal.

Villegas apuesta por la paciencia y la ausencia de presión para aprender a tocar al mismo tiempo que a amar la música. El violín, la viola o el chelo son algunos de los instrumentos a los que más cuesta sacar un sonido más o menos aceptable, “y al principio es muy duro, te da problemas en los dedos y crees que nunca vas a ser capaz de hacer sonar el instrumento”. Sin embargo con paciencia y trabajo se consiguen resultados excepcionales, solo hay que acudir a uno de los conciertos que ofrece Arcos de Teruel para comprobarlo.

Un corazón dividido entre la trompa y el violonchelo

Pepe Villegas comenzó con 13 años en la Banda de Música de Teruel, donde como tantos niños se apuntó con sus amigos. Comenzó tocando la trompa, instrumento que sigue siendo su favorito y con el que participa en la Banda de Música de Santa Cecilia. Aprendió con José Orriols, y cuando terminó en la Escuela quiso ampliar sus estudios. “Aquí en el Conservatorio de Teruel no había trompa, así que nos fuimos a Lliria (Valencia), y una vez a la semana durante seis o siete años estuvimos yendo unos cuantos amigos”.

Villegas estaba cada día más enamorado de la trompa, pero empezó a tener problemas con la garganta, “que ha sido siempre mi debilidad”. “Fuí a médicos, probé vacunas, pero lo único que mejoraba mi garganta era dejar de tocar”. Así que Villegas tuvo que abandonar su amada trompa, no sin antes terminar la carrera musical en este instrumento. “Y ya con 30 años, como no iba a dejar de tocar, aprendí violonchelo, primero en Valencia y después, cuando estuvo ya la especialidad en el Conservatorio de Teruel”, aquí.

Villegas reconoce que fue un duro varapalo cuando le dijeron que debía dejar la trompa. “Pero en 1980 tenía claro que quería ser profesor de música, por eso empecé con el violonchelo”. Desde entonces ha llovido mucho y numerosos alumnos han pasado por sus manos, a pesar de lo cual asegura que sigue “aprendiendo cada día de todos, incluso de los niños más pequeños que empiezan”.

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