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San Sebastián vuelve al retablo renacentista de San Pedro tras décadas desaparecido San Sebastián vuelve al retablo renacentista de San Pedro tras décadas desaparecido
El hueco que durante décadas ha estado vacío en la prevela de la iglesia de San Pedro volvió a ocuparse ayer para dejar libre el que pertenece a San Sebastián

San Sebastián vuelve al retablo renacentista de San Pedro tras décadas desaparecido

La imagen apareció en un almacén del Museo de Arte Sacro y no se sabe quién la depositó allí
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Como un puzzle al que le falta una pieza. Eso era para el historiador del Arte, Pedro Luis Hernando, el retablo de la iglesia de San Pedro. Lo que solo unos pocos se preguntaban, a él le venía a la cabeza cada vez que entraba al templo sin saber que la respuesta la encontraría él mismo, en su propio lugar de trabajo. Hace apenas un año, en el inventario que periódicamente hace en los almacenes del Museo de Arte Sacro, del que es director, encontró una caja de madera y en su interior, la pieza del rompecabezas que le faltaba.

Alguien lo había dejado allí, porque en el inventario de un año antes no estaba. No sabe cómo pudo llegar al museo ni quien lo dejó en el almacén, pero no dudó en que se trataba de San Sebastián, la pieza perdida del retablo de San Pedro, aunque primero había que cerciorarse. Podría ser una copia o pertenecer a otro retablo. Pero todas las pruebas que hicieron para asegurarse vinieron a coincidir en que efectivamente se trataba de la figura que faltaba en la prevela.

Aunque se creía que habría podido desaparecer en la Guerra Civil, los trabajos de documentación demostraron que en una imagen de 1974 San Sebastián estaba en el retablo. Lo que pasó después con esta figura no se sabe, como tampoco quien la pudo devolver al almacén del Museo. “Pero lo importante es que la tenemos aquí de nuevo”, aseguró ayer Pedro Luis Hernando.

Lo hizo en un acto que se celebró en la iglesia de San Pedro, organizado por la Fundación Amantes para dar la bienvenida de nuevo a San Sebastián y para ubicarlo no en la hornacina que durante años ha estado vacía en la prevela, sino en otra, a la derecha del retablo, donde estuvo durante varios siglos y que documenta las fotografías tomadas antes de la contienda española, que pertenecen al archivo Cabré y al del Instituto del Patrimonio de España.

La directora general, la gerente de la Fundación, los profesores Carmen Morte y Pedro Luis Hernando y los patronos, ayer

Los turolenses estaban invitados a este acto, que concluyó con un juego de luces y música para celebrar que el retablo renacentista estaba por fin completo y ordenado. Los patronos de la Fundación Amantes no quisieron perderse este momento único y dieron las gracias a los historiadores Pedro Luis Hernando y Carmen Morte por la labor de investigación realizada sobre esta magnífica obra. Así lo expresaron el obispo José Antonio Satué, la alcaldesa, Emma Buj y la directora general de Patrimonio del Gobierno de Aragón, Marisancho Manjón, que tomaron la palabra. También acudió Carlos Sánchez, director provincial de Ibercaja.

El desorden de las seis figuras de la prevela se debe a las vicisitudes que pasó este retablo renacentista de su periplo para huir de la guerra. Los trasladaron a Valencia, Barcelona o Zaragoza antes de regresar a Teruel y cuando se volvió a montar en su emplazamiento original no se hizo en el mismo orden en el que estuvo durante cuatro siglos.

De cómo se construyó este retablo, atribuido a la escuela del francés Joly, quien lo encargó y cómo evolucionó a lo largo de los siglos habló la historiadora del Arte, Carmen Morte, que junto a Hernando, han escrito un artículo con las últimas investigaciones realizadas sobre este monumento renacentista que está previsto que se publique en la revista científica Emblemata.

Morte explicó la relación de este retablo con una rama de la familia Sánchez Muñoz, de los que aparecen los escudos en la parte central del retablo, y se refirió a la autoría de Joly, quien pudo hacer los dibujos sobre los que trabajaron después en su taller, aunque el falleció en 1538 y el retablo se construyó entre 1539 y 1541.

Por qué no se policromó es otro misterio que el tiempo ha dejado en aire. Morte tiene claro que se hizo para pintarlo posteriormente pero quizá motivos económicos frenaron esta empresa. La historiadora animó a contemplar el retablo con prismáticos porque así se podría apreciar que los detalles están cuidados hasta en la parte superior, donde se representa la pasión de Cristo y se puede apreciar que los ladrones crucificados tienen las piernas quebradas.

Durante la restauración que la Fundación Santa María de Albarracín realizó al retablo en 2006, la investigadora pudo “abrazar” estas figuras, que todavía conservan detrás las etiquetas del inventario de cuando marcharon de Teruel y estuvieron a punto de salir de España. Ahora la restauradora Belén Díez ha intervenido en la pieza de San Sebastián para que se reúna de nuevo con el resto de imagenes del retablo de la iglesia de San Pedro. De nuevo el puzzle está completo.

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