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Un refugio bajo tierra para no olvidar el pasado ni a quienes tuvieron que usarlo Un refugio bajo tierra para no olvidar el pasado ni a quienes tuvieron que usarlo
Alrededor de 40 metros de largo tiene el refugio antiaéreo de las calles Santo Domingo y Teniente Moore de Alcañiz

Un refugio bajo tierra para no olvidar el pasado ni a quienes tuvieron que usarlo

La Oficina de Turismo de Alcañiz ha organizado visitas guiadas gratuitas este fin de semana
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La tarde del 3 de marzo de 1938 nadie corrió a resguardarse en los refugios antiaéreos que se habían construido en Alcañiz para proteger a la población en caso de bombardeo. En el ataque perpetrado por 14 aviones italianos Savoia-79, que descargaron 10 toneladas de bombas de 50 y de 100 kilos de peso en el municipio, ningún alcañizano logró llegar a los refugios que se habían construido a lo largo de 1937, porque las sirenas no sonaron. De haberlo hecho, el bombardeo de Alcañiz no hubiera sido tan mortífero (se calculan unos 500 muertos y cientos de desplazados).

El pasado fin de semana se organizaron en Alcañiz tres visitas guiadas al refugio antiaéreo de las calles Teniente Moore y Santo Domingo que rehabilitó en el año 2010 la Escuela Taller de Alcañiz. Dos de estos grupos visitaron el refugio el sábado y uno ayer domingo. Las 60 personas que han podido conocer esta estructura subterránea disfrutaron de la visita gracias a la luz artificial, un recurso del que carecía el abrigo en el año 1937.

Señalización del refugio, con información que indicaba número del abrigo, su doble acceso y capacidad

Acompañados de un guía de la Oficina de Turismo, los grupos recorrieron los 40 metros cuadrados que tiene de largo este subterráneo del casco viejo alcañizano, un museo de pequeñas dimensiones que narra, a través de paneles explicativos, cómo fue vivir en el Alcañiz de la guerra civil y cómo se construyeron los 40 refugios antiaéreos que hay documentados en el casco urbano. (Éste es el único que está restaurado y es visitable). Al final de la visita, un audiovisual con testimonios de la época narra cómo se utilizó durante la contienda.

El refugio antiaéreo es una especie de pasadizo de 40 metros de largo con techo de bóveda encofrada de hormigón que sigue el trazado de la tercera muralla de la ciudad, junto a la Ronda de Belchite. Su acceso se hizo en recodo para evitar, gracias a un tabique, que los restos de las bombas chocaran contra la puerta de acceso y llegaran al interior donde se refugiaba la población civil.

Refugio antiaéreo de la carretera de Castelserás, cuyo acceso se conserva

Durante las obras de limpieza y consolidación (2010), la Escuela Taller halló impresos en la bóveda dos sellos de la CNT realizados mediante encofrado. Además, en el muro se localizaron dos objetos, un casquillo de rifle soviético y una moneda del siglo XVIII. Asimismo, se encontraron hierros en una de las paredes que podrían haberse destinado a la sujeción de estanterías.

El arqueólogo que dirigió las excavaciones de la Escuela Taller, Eduardo Díez de Pinos, señala en el estudio arqueológico sobre estos trabajos que “conserva prácticamente intacta su estructura, salvando que tras la contienda se dejó como único acceso al espacio la puerta de la calle Santo Domingo, lo que conllevó, por practicidad, la eliminación del ya poco útil tabique de protección, así como una pequeña reforma en su fachada, consistente en picar un poco con el fin de encajar una puerta cuadrada en lo que originalmente es una entrada con forma de arco rebajado”.

El guía de turismo, antes de la entrada al refugio

Asimismo, durante el estudio arqueológico del refugio se localizó la base de un torreón cuadrangular que se cree habría pertenecido a la muralla y que tenía unas dimensiones de cinco metros de lado y una altura de más de nueve metros.

Los trabajos de restauración dejaron a la vista esta estructura. Según el arqueólogo José Antonio Benavente, “en toda esta zona se conservan tramos de la antigua muralla que han quedado insertados bajo las casas; de hecho, algunas de ellas apoyan sobre esta muralla del siglo XIV, y este refugio en concreto parece adosado o excavado, como empotrado, en la misma muralla”, que desciende por la Ronda de Belchite. Según el experto, “las alineaciones del refugio y la base del torreón dan esa impresión”.

La construcción del refugio de la calles Santo Domingo y Teniente Moore se decidió en la Reunión del Comité Antifascista de Alcañiz a 15 de febrero de 1937, cuya Comisión Técnica de Obras ordenó realizar un estudio para la construcción de refugios antiaéreos para que la población civil pudiera guarecerse en caso de bombardeo. A priori, el refugio de la calle Santo Domingo no salía citado en los documentos que datan del año 1937, pero sí aparece en una publicación posterior. Era el número 40 y estaba pensado para albergar a unas 230 personas.

Varias personas, en el refugio antiaéreo número 40 durante las visitas realizadas este fin de semana

Se estima que unas 5.400 personas cabían en los 40 abrigos que se construyeron en el año 1937.

“Para la construcción de estos refugios se usaron bodegas de viviendas, entre ellas las de la Casa Mainar (actual sede de la Comarca del Bajo Aragón) o la del Palacio Ardid (sede de la biblioteca municipal)”, comentó el arqueólogo, que cita otro relevante “en la rampa de acceso a la iglesia de Santa María La Mayor” o en la Posada Barnolas (donde ahora una empresa proyecta construir una discoteca). Otros “fueron acondicionados o de nueva construcción”, señaló.

Algunos de los refugios antiaéreos de Alcañiz se han conservado bien durante años, aunque solamente el de las calles Santo Domingo y Teniente Moore fue rehabilitado (apenas hace 13 años). Benavente citó “otros refugios que siguen en pie y en buena conservación”, como es el de la travesía de la Ronda de Castelserás. Situado en un cabezo, “tiene una estructura interior en forma de T y con bóvedas de hormigón, todavía se conserva la entrada y el murete con la puerta”, señaló el arqueólogo, quien lamentó que “cada día que pasa se deteriora todavía más”.

Mujeres alcañizanas saludan, brazo en alto, la llegada de las tropas italianas, en una calle donde se señala el Refugio-34

Fue la Escuela Taller de 2010 la que también colocó una puerta en este abrigo antiaéreo que, según el arqueólogo, “merecería ser rehabilitado”, a la vista, además, de que “dentro de la ley de Memoria Democrática se contemplan rutas o circuitos relacionados con lugares emblemáticos de la guerra civil”. En este sentido, subrayó la importancia de mantener este patrimonio, a la vista de que “buena parte de los refugios de la guerra se han perdido, al ser muchos bodegas de carácter privado”.

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