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Viaje al origen de Javier Escriche en el Claustro de San Pedro Viaje al origen de Javier Escriche en el Claustro de San Pedro
Los contraluces atraen especialmente a Escriche, como el que refleja en esta imagen tomada en Vieng Khan (Laos), en 2013. Javier Escriche

Viaje al origen de Javier Escriche en el Claustro de San Pedro

El fotógrafo turolense expone sus trabajos hasta el 14 de junio
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El concepto del viaje es uno de los más utilizados en la literatura, la música o el cine, entre otras disciplinas artísticas, por ser la metáfora que mejor puede ajustarse a casi todos los procesos vitales del ser humano, del nacimiento a la muerte, pasando por cualquier tránsito que implica la transformación intermedia entre dos estaciones.

A ese concepto alude el fotógrafo Javier Escriche en la exposición El viaje (2009-2013), organizada en colaboración con la Fundación Amantes de Teruel y que puede visitarse hasta el 14 de junio en el Claustro de San Pedro.

Muchas de las imágenes expuestas describen dinamismo y cotidianeidad. J. E.

La exposición está formada por catorce imágenes que trasladan al espectador a lugares como Laos, Camboya, Vietnam, Inglaterra, Madrid o Irlanda. Supone el regreso a las salas de exposiciones del fotógrafo que trabaja para DIARIO DE TERUEL entre otros medios de prensa o para diferentes instituciones turolenses, cuatro años después de la publicación de su libro En mi camino (2020) y de exposiciones como Marruecos (2016), Cuba, entre luces y sombras (2016), Around the Andes (2015) o su primera exposición, On the road Southeast Asia (2014).

Javier Escriche es viajero empedernido y prácticamente todos los proyectos personales de fotografía que ha emprendido han tenido que ver con hacer las maletas. En el libro En mi camino había recogido parte de sus experiencias viajeras entre 2012 a 2016. En este caso el turolense se aprovechó el parón de la pandemia para sumergirse en una parte de su extenso archivo que tenía todavía por revisar. El correspondiente a los años entre 2009 y 2013. En esa época, con 25 años, decidió emprender un viaje a través de numerosos lugares del planeta, con pequeñas estancias intermedias en Teruel, que abordó con la intención de crecer profesionalmente, empezando con un máster en Madrid, y también en lo personal.

Imagen del vecindario de Bristol donde vivió el autor en 2012. J. E.

Más de diez después Escriche revisa cada uno de esos viajes y de las enseñanzas que supusieron para él, y les da forma de imagen a través de alguna de las miles que capturó su cámara. Más allá de la plasticidad y la intención que siempre tienen las fotografías de Javier Escriche, el turolense invita a mirar hacia atrás de vez en cuando y detenerse a observar las cosas con diferente -o no- perspectiva.

Escriche juega con catorce sinónimos de viaje, uno para cada fotografía, y una frase personal que no siempre tiene que ver con la imagen en sí, sino en sensaciones personales que pasaban por la cabeza del turolense en esos momentos. Sin embargo no es difícil deducir a través de lo que se ve qué despertaba esas sensaciones en Escriche, por lo que la muestra radiografía sus estados de ánimo a lo largo de esos meses de aventura y autobúsqueda.

Javier Escriche regresa a las salas de exposiciones tras un largo periodo. M. A.

Cronológicamente la exposición comienza durante un periodo en 2010 en Madrid durante el cual el fotógrafo amplió su formación. El turolense cursó un máster que paradójicamente estuvo a punto de acabar con su vocación. “Acabe un poco desencantado de la fotografía, porque ese máster fue casi lo contrario a aprender. Fueron diez meses sumergido en la fotografía, cada semana un workshop con un fotógrafo diferente. Me abrumó, y además también aprendí cosas de cómo funcionaba el mundo de la fotografía profesional”, de cómo no basta con hacer grandes imágenes sino que además hay que conocer a la gente adecuada que las valore.

Vuelta a los orígenes

El caso es que tras el máster Javier Escriche decidió marchar a Inglaterra, primero a Liverpool y después a Bristol, como terapia para volver a encontrarse. Tardó en volver a coger la cámara, pero la experiencia de tirar de nuevo fotografías por puro placer, por necesidad de expresar, fue la que reenganchó de nuevo a Escriche. De ahí marchó primero a Asia, donde estuvo varios meses en países como Vietnam, Camboya, Laos o Myanmar, y después a Irlanda, donde ya pudo dar rienda suelta a su creatividad y dar por cerrado ese viaje de edificación personal, que realmente ha dado sus frutos recientemente.

Una de las últimas fotografías de la muestra, cronológicamente, en Dublín. J. E.

Hasta ahora los proyectos expositivos en los que había participado el fotógrafo, incluido el libro que publicó en 2020, estaban basados en su trabajo a partir de 2013, por decirlo de algún modo en las fotografías tiradas tras la finalización de su periodo formativo. “Pero yo sentía que faltaba algo, una referencia a esta primera fase, quizá por eso revisaba continuamente este archivo”. Utilizando una terminología clásica, podría decirse que son fotografías de su periodo de formación, aunque en términos generales el autor sigue reconociéndose en ellas. “Es posible incluso que sean las fotografías en las que más me reconozco, al formar parte de mis inicios”, asegura el autor. “Aunque también es cierto que de un montón de fotografías he seleccionado catorce, que lógicamente ahora mismo me gustan, porque si no las hubiera descartado”.

Con más de diez años de perspectiva, Escriche ha decantado las experiencias de aprendizaje que supuso esta fase, y afirma que “seguramente ahora me gustan más de lo que me satisfacían cuando las hice en su día, porque de hecho en el libro En mi camino pude meter algunas de esta fase y no lo hice. En su día no di importancia a algunas imágenes que ahora, viéndolas con retrospectiva, me resultan muy buenas. Por eso digo que todo este proyecto ha sido realmente un viaje personal”.

Un relámpago fotografiado en Madrid, en 2010. J. Escriche

El sueño de muchos artistas de la cámara es la fotografía de viaje, el concepto de vivir aventuras mientras se documentan a través del objetivo. Eso es lo que lleva a muchos a ese arte y, desde luego, uno de los lugares donde más a sus anchas se siente Javier Escriche. Pero muy pocos creativos consiguen llenar la nevera con sus proyectos personales e íntimos, y el turolense paga sus facturas gracias a la fotografía de prensa y la fotografía de eventos para instituciones y particulares. “Los trabajos creativos necesitan una reconexión periódica, un proyecto realmente personal que te permita escapar de la vorágine del trabajo diario que lo puede convertir en algo muy rutinario”, explica. “Pero en el fondo mi trabajo me gusta, y también me permite abordar reportajes que son interesantes, en el mundo de la cultura, del documental, incluso sucesos... mi alma creativa está en el viaje, desde luego, pero de algún modo puedes seguir cultivándola en el día a día”.

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