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El fuego, otra vez El fuego, otra vez

El fuego, otra vez

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Sofía González Millán

“Volutas de humo gigantes arrasando el cielo,/ un sol rojo mirando la fatalidad,/ el mundo asistiendo en silencio a la quema de todo lo olvidado.” El lunes pasado las lenguas de fuego vinieron a visitarnos de nuevo, hacía un año que os había narrado desde este rincón la angustiosa situación que vivimos en el pueblo, una de nuestras ermitas rodeadas de pinar se quemaba ante la impotencia de los que aquí vivimos.

Hace un año, el pinar fue la mayor víctima, pero la cercanía de la residencia de ancianos hizo temer por su seguridad. Finalmente se llegó a sofocar sin que hubiera que evacuar a los ancianos.

Casi un año después volvemos a vivir la misma situación, pero todavía con mayor intensidad.

La última ola de calor no presagiaba nada bueno, con unas temperaturas muy altas para esta zona, el riesgo de incendios estaba muy presente.

La luz extraña que entraba por las ventanas de mi casa hizo que subiera a la terraza a ver qué ocurría, a lo lejos se divisaba una enorme columna de humo, según decían procedía de Castejón de Tornos.

No podía imaginar que al cabo de unas horas el incendio iba a llegar hasta nuestra residencia de ancianos.

Las condiciones eran inusuales, como he dicho estaban las altas temperaturas, pero también nos encontrábamos con un viento cuyas rachas hacían que el fuego saltara y se propagara a gran velocidad.

El sonido de los altavoces en el pueblo nos hizo salir corriendo de casa, se pedía desde el ayuntamiento que todo aquel que tuviera un vehículo acudiera a la residencia para ayudar al desalojo de los ancianos. No os podéis imaginar la sensación que esto produce, nervios, angustia, preocupación… sobre todo cuando, al salir a la calle, nos encontramos con un paisaje irreconocible por la gran cantidad de humo. En un momento estuvimos montados en los coches y llegando al lugar. Volví a sentir la misma admiración por todos los profesionales que se dedican a la extinción de fuegos, su celeridad, el trabajo en equipo, la organización terrestre y del aire…

Todos los ancianos fueron evacuados con rapidez, la respuesta del pueblo fue increíble, una fila de coches esperaba para llevarlos al pabellón, habilitado para su llegada, con todo lo necesario para atenderlos.

Durante las siguientes horas el fuego se extendió, debido al viento, hasta los términos de Báguena y Luco del Jiloca. La gran cantidad de maleza seca hizo que el fuego tuviera alimento para varias horas. Pinos, carrascas, monte bajo… todo ardía, encontrando en alguna ocasión freno en los campos trabajados, pues al estar arreglados sin vegetación seca, controlaban su paso.

Fue una tarde y una noche llenas de incógnitas, ¿se habrá quemado mis campos, mis árboles, mi casa en el monte? La labor de los efectivos fue ardua, hasta llegar a controlar todos los focos. La colaboración de los vecinos de Báguena, Burbáguena y los pueblos de alrededor en el avituallamiento, el aporte de maquinaria agrícola…etc, junto con protección civil, hicieron posible que estos efectivos tuvieran ayuda en su tremenda labor.

Al día siguiente llegaron las respuestas, algunas buenas, el acebo que da nombre a uno de los lugares más bonitos del pueblo “Valdelacebosa”, se había salvado. Se trata de un ejemplar único por su envergadura (unos 8 metros de altura) y por su edad, pues dicen que es centenario. En lo personal también tuvimos una buena noticia, el peral de la familia, también centenario, había quedado algo quemado, pero se había salvado.

No deja de ser irónico que se haya producido tan cerca de la noche de San Juan, una noche en la que se encienden hogueras en buena parte de España, para quemar lo malo y pedir deseos escritos en un papel.

Mi deseo en este momento es que pongamos entre todos los medios para que no vuelva a producirse esta situación, ya sea con acciones desde la administración como con pequeñas acciones que podamos realizar los que vivimos aquí. Estamos seguros de que la tierra resurgirá de las cenizas, los animales volverán a recuperar su territorio y el verde volverá a nuestros montes, con la ayuda de todos. Solo queda dar las gracias a los que directa o indirectamente hicieron posible la extinción del incendio, gracias de corazón.

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