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Cruz Aguilar

Por Mari Cruz Aguilar *

50 pavos me acaba de pedir la pitonisa Lola por adivinarme el futuro. Me río yo de sus pronósticos. No porque me hagan gracia, sino porque seguro que acierta. ¿Pues no va y me dice que el Diablo, los Enamorados y la Estrella sugieren que he tenido tiempo para la reflexión? ¡Cómo para no tenerlo si llevo meses que sólo hago que trabajar!

Hoy es lunes y, como cierro la peluquería, me he venido al mercado. La he visto ahí, con su mesa de tablero cubierta por un mantel marrón de estrellas y soles, sujeto por el peso de una bola de cristal, como la de la Bruja Avería, y no he podido evitarlo. La última vez que me echaron las cartas era una niña; Tere, la del tercero iba de espiritista y practicaba conmigo. La verdad es que nunca le hacía mucho caso porque, como hoy la pitonisa Lola, decía cosas tan genéricas que lo difícil es que no se cumplieran.

Ahora resulta que estoy en un periodo de transición de mi vida. Sí, de los 47 a los 48. No te jode. Lo más concreto de estas cartas es que conoceré a una mujer en el mes de mayo que me ayudará a proyectar mi futuro. Falta que de aquí a un mes me acuerde de estar pendiente de una mujer, como casi no conozco en la peluquería…

Lo que más me interesa es saber si me voy a echar novio, y va y me suelta que, en esa primera tirada, he elegido “cartas neutrales en cuanto al aspecto sentimental”. Vamos, que me quedo como estoy, pero con 50 euros menos.

Los dos siguientes arcanos, el Colgado y el Papa, hablan de pérdidas de dinero, traiciones o robos. No me extraña nada, tal y como está el pueblo, que el otro día le entraron a la Pili mientras yo le ponía los rulos. “Inestabilidad económica” susurra con esa boca que parece que duela al hablar de lo pequeña que es y que deja ver, entre los labios finos, encarnados y brillantes, unos dientes tan blancos que está claro que no son los que venían de serie. Como para tener solvencia con mi ex en el paro, ocupándome yo de todos los gastos de los críos y con unas clientas que ahora van de modernas y han dejado de teñirse. Que si Grey blending, que si la princesa Letizia, que si todo lo que quieras, pero 30 boniatos menos que se dejan en cada visita.

Eso sí, una de cal y otra de arena esta pitonisa Lola que, después de decirme lo floja de pasta que voy, me anima a alejar los malos pensamientos y a salir del bache con mi carácter. Pues para eso he acudido a ella, para que me diga que voy a echar un polvo pronto, que es lo que de verdad me ayudaría a ver la vida de color de rosa, aunque después no lo echara, solo con pensarlo ya sería otra cosa.

Luego alinea al Ermitaño y al Mago y en ellos ve que mi vida no siempre ha sido fácil. Pues como la de nadie, supongo. Mientras me lo dice la miro a la cara y sus arrugas parecen los surcos que están abriendo en la calle de la pelu para soterrar el gas. El pote barato que se echa no es capaz apenas de disimularlas y son tan profundas que cabe toda su tristeza y la mía juntas. Sus manos están trabajadas, la baraja de naipes no es lo único que han masajeado en esta vida, y su pelo es rojo y ralo, al igual que el pañuelo con el que lo protege, que parece tejido en la época que pretenden recrear las figuras de la baraja.

En esa triada de cartas también está la Justicia. Según la pitonisa indica que distingo perfectamente las personas que me han echado una mano en la vida y las que me han fastidiado. Toma subidón de autoestima, ¡qué perspicaz soy! Estoy por levantarme y gritar en medio de los puestos del mercadillo si hay alguien que no reconozca a quien le ha jodido alguna vez. Pero me callo porque, por fin, llega a lo que me interesa: se me va a acercar alguien “delgado y con rizos” para tener una relación sólida. ¡Anda que no lo pone difícil la tía ni nada! Con rizos a mi edad solo veo a los modelos de las revistas de la peluquería. Tienen unas facciones tan finas que has de mirar dos veces para saber el género. Lo del ligue será en abril, así que al menos está más cerca que lo de la mujer que me ayudará a proyectar el futuro. Mi mente se va ya al calendario y me pongo a buscar fines de semana para hacer cosas y ver gente nueva, que a los de aquí ya los tengo muy vistos y está todo perdido. Me dice que debo tener decisión y fe, que todo saldrá a mi favor. ¿Qué querrá decir con decisión, que tengo que dar yo el primer paso? Pues lo que haga falta, oye, que no es que no tenga buena mano, pero siempre es mejor jugar en pareja.

La última carta es la Papisa, y la pitonisa Lola la interpreta como que debo estar más atenta a todo lo que me rodea. Me cuadra, porque antes me ha dicho que me van a engañar, esta es para que, si me la acaban colando, decirme que me lo ha dicho y requetedicho. Y, si al final salgo de rositas, que fue gracias al consejo de la Papisa. Esta mujer no da puntadas sin hilo, todo lo que te vaticina con sus naipes es para que, cuando te pase algo, lo relaciones con la tirada y vuelvas. Pero vamos, que yo o echo un casquete o no me ve más. Que para ganar uno de 50 tengo que lavar muchas cabezas y dejarme las uñas con los tintes.

Que sí, que sí, que estaré atenta. Suelto el billete, que lo llevo en el puño cerrado. Está arrugado y húmedo del sudor que he acumulado. No porque me ponga nerviosa lo que me pueda decir, sino por si se ha perdido por allí alguna clienta y le tengo que dar explicaciones.

Nada más levantarme me viene un aroma a tostado, especias y coñac y, a lo lejos, veo la furgoneta de los pollos a l’ast. Me voy hacia ella con decisión, como me ha dicho la pitonisa, que también hace falta para solventar la comida de hoy. A medida que me acerco veo que el pollero es nuevo y que encaja con la descripción que ha salido de las cartas. Donde no cuadra es en la imagen hercúlea que yo me había hecho de un tipo delgado y de pelo rizado. Lleva una camiseta negra de Ron Barceló y unos vaqueros que parecen heredados por lo anchos que le van. Bajo ellos se adivinan unas garrillas de gorrión que culminan en unas zapatillas deportivas. En su día fueron blancas y ahora tienen el recuerdo de prácticamente todas las aves que se han cocinado en ese puesto ambulante. Los rizos no se parecen demasiado a los del papel couché que ojean mis tertulianas, cuelgan sobre los hombros bajo una capa grasienta que los apelmaza, aplastándolos en la zona más pegada a la cabeza. No, no es el plan que mi imaginación había trazado pero, sin duda, es toda una señal del destino. Clarísima. Me dejo de remilgos y pienso en mi prima Paca, que siempre está con que me descuelgue de la nube, que el listón ya lo bajé bastante con el que me llevó al altar. Y tiene toda la razón. Hoy follo, y mañana con patatas.

* Vivo de escribir, de contar historias de otros que, en ocasiones, son noticia. Hay otras veces que esos relatos ocultan pequeños detalles que no caben en una información pura y dura, pero resultan inspiradores. Mis cuentos siempre tienen a la gente, sus miedos, alegrías, grandezas y preocupaciones como punto de partida. Son pequeñas historias de grandes personas (a veces reales, otras inventadas) que no son noticia, pero también merecen ser contadas.

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