Alejandro Lumbreras, investigador del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón: “Siempre nos sorprende el cielo, no sabes qué nuevo hallazgo va a aparecer mirando al espacio”
“La colaboración de los aficionados es importante y la astronomía es de las ciencias en las que aportan mucho”Alejandro Lumbreras es investigador del Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (Cefca) y ha liderado la investigación que ha esclarecido el misterio de la nebulosa SDSO-1, una gran nube de gas descubierta por unos astrónomos aficionados y que no se sabía si estaba en la galaxia Andrómeda o en la Vía Láctea, cuando está en esta última como así ha determinado la investigación realizada con equipos del Observatorio de Javalambre y del Gran Telescopio Canarias.
-¿Qué les llamó la atención de esa nebulosa que no sabían dónde estaba ubicada, la SDSO-1?
-Que era muy grande en el cielo, ocupaba el tamaño como de tres lunas llenas, y, sobre todo, que había aparecido junto a la galaxia Andrómeda, muy cerca. Es una galaxia que llevamos 130 años haciéndole fotos los astrónomos, y es la galaxia espiral parecida a la Vía Láctea más cercana que tenemos, y en todo ese tiempo no se había descubierto que había esa nube enorme de gas justo al lado.
-¿Qué es una nebulosa y por qué esa es de tamaño tan grande?
-Una nebulosa es una región del espacio en la que hay gas y también algo de polvo. El gas es muy poco denso comparado con el de la atmósfera terrestre, y este gas a menudo brilla con distintos colores y suelen ser estas imágenes tan bonitas que vemos en los medios de comunicación. La clave con esta nebulosa es que podía ser muy grande por dos razones: porque era gigantesca, casi del mismo tamaño que la galaxia de Andrómeda, si estaba junto a ella, pero también podía parecer gigantesca porque estaba muy cerca de nosotros y casualmente estaba colocada en la misma dirección que si mirases a Andrómeda.
-¿Cómo es posible que no se hubiera visto?
-Por dos razones, era muy tenue y brillaba muy, muy poquito. Entonces han hecho falta horas y horas de apuntar con los telescopios a esa zona hasta que por fin ha llegado suficiente luz como para verla. Y además de brillar poco, brillaba solo en unos colores muy concretos, en un azul turquesa. Entonces si hacías una foto normal, el resto de la luz de otros colores te la emborronaba. Los aficionados que la descubrieron tuvieron que utilizar un filtro que dejaba solo pasar la luz turquesa y así es como la pudieron ver.
-¿Cómo pudieron discernir que su ubicación estaba en la Vía Láctea y no en Andrómeda?
-Primero porque pudimos ver la estructura en detalle de la nebulosa, las capas de gas con distintas propiedades. Eso es como leer la letra pequeña. Eso significa que la tienes muy, muy cerca porque eres capaz de distinguir las cosas pequeñas. Es lo típico en otras nebulosas de la Vía Láctea. Eso lo hicimos con el telescopio de Javalambre, pero también pudimos medir la velocidad a la que se movía la nebulosa con el Gran Telescopio de Canarias y la velocidad resultó ser pequeña para estándares astrofísicos, 30 kilómetros por segundo hacia nosotros, mientras que la galaxia de Andrómeda viene hacia nosotros a 300 kilómetros por segundo.
-Esto evidencia tal vez que los instrumentos y el software del Cefca ofrecen más aplicaciones científicas que la realización de grandes cartografiados, ¿no?
-Por supuesto. Esto fue un proyecto especial, tiempo extraordinario del director, pero además hay varios proyectos más que ya están en marcha, que se dedican a otros temas diferentes a los cartografiados J-PLUS y J-PAS.
-Cuando surgen estos misterios, ¿qué cosas pasan por la cabeza del investigador en un principio?
-Lo primero es qué foto tan bonita. Los astrónomos aficionados, con mucho trabajo y mucho tesón, consiguen unas imágenes espectaculares. Pero también es una sensación de que llevamos décadas y décadas trabajando en la astrofísica, pero incluso en zonas muy conocidas, siempre nos sorprende el espacio. Es la sensación de que siempre hay algo, nunca sabes cuándo te despiertas qué nuevo descubrimiento va a aparecer mirando al cielo.
-¿Conocemos poco todavía entonces de lo que nos rodea en el cosmos?
-Conocemos mucho, pero desconocemos mucho también.
-¿El conocimiento supera al desconocimiento o es al revés?
-Esa es probablemente una de las preguntas más complicadas que se puede hacer a un astrofísico. Yo he pasado muchos años estudiando todo lo que conocemos, entonces yo te diría que conocemos más de lo que desconocemos, porque conocemos muchas categorías de objetos y cómo se relacionan entre sí y demás. Pero la realidad es que si vamos a casos como este, a apuntar a una zona del cielo concreta, hay infinidad de objetos astronómicos que no hemos estudiado en tanto detalle como otros. Así que desde ese punto de vista desconocemos mucho más.
-¿De qué forma colaboran los aficionados con los investigadores en el desarrollo científico?
-Pues hay muchas maneras. Hay desde descubrimientos que hacen ellos solos, fortuitamente, y luego los comunican, como esta nebulosa, a colaboraciones directas que se crean como por ejemplo para el estudio de la variabilidad de estrellas. La colaboración de los aficionados es importante y la astronomía es una de las ciencias en las que aportan mucho.
