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Carmen Magallón, científica y presidenta del Seminario de Investigación para la Paz: “En los intereses que hay en la industria bélica existe una raíz potente para la guerra” Carmen Magallón, científica y presidenta del Seminario de Investigación para la Paz: “En los intereses que hay en la industria bélica existe una raíz potente para la guerra”
Ilustración de Elena Castillo para el Calendario Pioneras 2022 con la imagen de Carmen Magallón

Carmen Magallón, científica y presidenta del Seminario de Investigación para la Paz: “En los intereses que hay en la industria bélica existe una raíz potente para la guerra”

La alcañizana cree que conseguir la igualdad y la paz es un proceso “impensable de la noche a la mañana”
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Doctora en Ciencias Físicas, diploma de Estudios Avanzados  en Filosofía, cursó un postgrado de Historia de la Ciencia y estudios de Psicología. Es el perfil de Carmen Magallón, la alcañizana que preside la Fundación Seminario de Investigación para la paz y que a lo largo de su carrera ha conseguido poner nombre y apellidos a un sinfín de mujeres científicas no reconocidas en su tiempo. Su trayectoria se ha centrado en la búsqueda de la igualdad y la paz en la humanidad, por lo que es toda una eminencia para hablar de la complicada situación que se vive en el mundo. Ella es una de las doce mujeres turolenses que dan forma al calendario Pioneras, presentado por la Diputación de Teruel.

-¿Qué es para usted una mujer pionera?

-Una mujer pionera es la que abre camino y entra en ámbitos en los que otras mujeres no habían entrado. Al abrir camino se convierten en modelo y dan libertad a las que vienen más tarde.

-En ese camino que usted ha abierto, ¿se ha encontrado con muchas dificultades?

-Mi carrera tiene una base científica, pero se ha orientado principalmente en rescatar a mujeres de la ciencia. Mi labor ha sido visibilizar a mujeres de la ciencia de las que no se transmitieron sus experiencias. Hace unos años se empezaron a visibilizar las contribuciones a muchos de los campos del saber, pero a la ciencia no tanto. Cuando Amenábar hizo la película Ágora todos se preguntaban cómo no se sabía nada sobre Hipatia de Alejandría. Claro que se sabía, el problema es que no se transmite.

-¿Cuánto camino falta por recorrer para que esa transmisión suceda con normalidad?

-Es un camino a través del cual se avanza para el presente, pero también para el futuro. Las mujeres que se presentan, tanto en la ciencia como en otros campos, se convierten en modelos para las niñas. Está muy bien que las jóvenes tengan modelos sociales variados y muy diversos para que tengan libertad. Tener modelos es como tener ventanas que permitan ver que ellas también pueden hacer lo que deseen. Es una cuestión que hay que trabajar cada día, también para los chicos. Los hombres también deben tener modelos mediante los que puedan llegar a ser todo lo que se les ha ocultado a ellos: enfermeros, maestros, cuidadores...A mí me gustar decir que hay que construir la igualdad con los mejores ladrillos de la experiencia de hombres y mujeres.

-¿Se puede decir que las nuevas generaciones ya tienen incorporada la concepción de igualdad?

-Afortunadamente la empiezan a tener incorporada, pero debemos tener cuidado porque el mundo es muy complicado y hay muchas bolsas de población. No todos los grupos sociales se han educado en las mismas condiciones. Lo que vemos ahora con la guerra, que pensábamos que estaba erradicada, es un buen ejemplo.

-¿Qué cree que le está pasando a la sociedad actual para que eso siga ocurriendo?

-En 1915, las sufragistas que estaban reuniendo el principio para recoger el voto se juntaron en La Haya para proponer medidas para construir una paz permanente. Una de sus resoluciones decía que había que acabar con la producción y el comercio de armas. En los intereses que hay en esa industria existe una raíz muy potente para la guerra. Hay mucha gente que gana dinero con el conflicto bélico. Como se dice en el movimiento pacifista: a quien tiene un martillo, el mundo le parece un clavo. Si hay tantas armas y las negociaciones diplomáticas no van bien existe una gran tentación. Y cuando detrás  hay un líder como Putin, no solo existe la tentación sino que además se usan las armas. Es terrible.

-Pero, ¿qué puede hacer un ciudadano de a pie?

-No es fácil. De la noche a la mañana es impensable. Ahora se nos pregunta a los pacifistas, pero llevamos cien años diciendo cosas que se pueden hacer, pero son lentas. Sin embargo, de la noche a la mañana quienes tienen las armas las usan. Esa es la principal diferencia. Quienes trabajamos aquí, en la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, o en otras instituciones similares tratamos de construir cultura de paz. El problema es que esto es una labor lenta. En aquellas ciudades donde hay una industria que produce algo relacionado con armamento (en Zaragoza mismo hay) la población tiene que sensibilizarse y decidir si está dispuesta a dejar sus puestos de trabajo para así no producir armas.  

-¿Qué cree que puede llegar primero: la igualdad o la paz?

-Si elegimos para gobernarnos a determinadas personas existe una responsabilidad. A Hitler lo votó la gente. ¡A Hitler! La igualdad es importante dentro de una sociedad, pero también es importante una formación de la población para que tengan una cultura con valores. Con los valores de paz o de igualdad. La humanidad no se desarrolla igual en todos los lugares y nosotros también tenemos algo de culpa. ¿Por qué no se recurre a Naciones Unidas en casos como el de Rusia? Se crearon para evitarles a nuestros hijos el flagelo de la guerra, o eso dice en el preámbulo. Hay que volver a la legislación internacional, que tanto ha costado de construir. Se dice que la guerra es el fracaso de la política, pues en este caso es el fracaso de la política internacional.


 

 

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