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Carmen Sánchez Celaya, coordinadora del centro de salud de Alcorisa y médica de Ejulve: Carmen Sánchez Celaya, coordinadora del centro de salud de Alcorisa y médica de Ejulve:
Carmen Sánchez Celaya, durante sus últimos días en el consultorio de Ejulve

Carmen Sánchez Celaya, coordinadora del centro de salud de Alcorisa y médica de Ejulve: "En el MIR todos tendrían que rotar por consultorios rurales; el que viene, se engancha"

La facultativa se despide de la provincia tras 16 años de satisfacciones profesionales: "La sanidad rural llena"
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Carmen Sánchez Celaya dejó este jueves de ser coordinadora del Centro de Salud de Alcorisa y médica principalmente de Ejulve, donde la han despedido con el cariño de un pueblo agradecido por el trato sanitario y humano recibido. Se acerca a Zaragoza, donde reside, aunque no dejará de ser facultativa de familia en el rural, al que invita a sus colegas más jóvenes para ejercer.

-¿Cuándo entró en el Centro de Salud de Alcorisa?
-El 3 de diciembre de 2005. O sea, que va para casi 17 años.

-¿Cómo llegó?
-Yo llegué de casualidad. Me presenté a una oposición en la que salían 40 plazas y, cuando estaba entre el tercer y cuarto examen, me enteré de los destinos que había. Yo no sabía ni dónde estaban y estuve a punto de dejarlo. Y habría cometido el error más grande de toda mi vida. Elegí y dije: Bueno, pues me voy a Teruel. ¿Cuál es el pueblo que está más cerca de Zaragoza en línea recta? Pues Alcorisa. Y me vine para aquí.

-Ha realizado un esfuerzo tremendo para, sin dejar su vida en Zaragoza, trasladarse todos los días a Alcorisa y de ahí a otros pueblos ¿Cuántas horas de carretera tenía cada día?
-Pues unas tres horas al día. Una y media por delante y otra y media por detrás. Pero a mí no me ha costado ningún esfuerzo nunca venir aquí. Jamás en la vida me he levantado y he dicho: Buff, otra vez. Nunca, jamás.

-¿Cómo se ha acostumbrado?
-El ratito de carretera diario era mi momento para pensar. Mis hijos eran pequeños, de hecho la pequeña nació estando ya aquí. Tenía a mi madre como gran apoyo. Si no hubiera sido por ella no habría estado aquí.

-¿Nunca se planteó vivir en el Bajo Aragón?
-No, porque mi marido es secretario en tres pueblos de Calatayud y es inviable. Teníamos que vivir en el centro.

La sanidad rural


-¿Qué le ha aportado la sanidad rural a su carrera?
-Todo. La sanidad rural no se estudia en las facultades pero te lo aporta todo. Llena mucho porque la relación con los pacientes, con los compañeros o con el farmacéutico es mucho más familiar. Yo aquí he crecido como persona y como profesional.

-Pueblos muy pequeños han estado muy bien cubiertos hasta ahora gracias a su esfuerzo y el de sus compañeros. ¿Ha sido por vocación o porque así viene marcado por el área de salud?
-Es que el centro de salud de Alcorisa es un centro excepcional. Funciona muy bien, hemos sido una piña y, más que compañeros, somos amigos. Al final ha sido por la voluntad y coordinación de todos que nunca se ha dejado de cubrir una consulta ni de atender ningún servicio.

-Y eso que en todos estos años han tenido que sufrir la falta de voluntad de colegas para venir a Teruel, recortes en sanidad y una pandemia.
-Nos han afectado los recortes y que la gente joven no quiera venir a trabajar a los pueblos, entre otras cosas porque ahora hay mucho trabajo en las ciudades. El problema es el desconocimiento absoluto porque, el que viene, se engancha.

-¿Y qué habría que hacer para revertir esta situación?
-Habría que enseñar la medicina rural en las facultades, porque no se enseña. Y desde luego en el MIR yo creo que todos tendrían que rotar por consultorios rurales de verdad.

Carencias

-¿Qué carencias ve en la sanidad rural?
-Son sobre todo carencias estructurales. Es verdad que trabajar en un sitio que está tan lejos de un hospital con recursos hace que haya como una discriminación con respecto a la gente que vive más cerca. Se salva de otra manera porque al final aprendes a hacer muchas cosas. Y es problema también de recursos humanos, porque planificarlos para una zona con tanta dispersión geográfica es diferente. A veces no es el número de pacientes sino el número de kilómetros que tienes que cubrir.

-¿Los tiempos de covid han sido especialmente difíciles?
-Ha sido muy duros porque hemos tenido que tener mucha distancia con los pacientes y a ese tipo de asistencia no estamos acostumbrados. Yo durante toda la pandemia me venía a Ejulve y encendía la luz con el único objetivo de que todos vieran que estaba cerca y, si pasaba algo, estaba allí para atenderles.

-¿Ha echado broncas o ha tenido que insistir para vacunar?
-He llamado a gente por si quería vacunarse, sí. Broncas he echado pocas, solamente doy consejos. Excepto una vez que me paré en el bar y les mandé a todos ponerse la mascarilla. Estoy súper agradecida y voy a llevarles siempre en el corazón.

-¿Ahora dónde va a ejercer?
-Sigo en la medicina rural. Me voy a Leciñena (Zaragoza) y he decidido que allí me jubilaré si no me echan. Regresaré muchas veces, porque Ejulve ya es mi pueblo. El 16 de julio vuelvo de voluntaria a una carrera ciclista.

-¿Qué le lleva a tomar la decisión de trasladarse?
-Son los kilómetros. Yo antes me lo echaba todo a la espalda pero los años pasan factura, y la carretera tiene su riesgo. He pasado así los años más complicados de mi vida, que es cuando mis hijos eran pequeños, pero me he organizado bien. Ahora ya es que me canso. Yo no me iría si empujáramos Ejulve y lo acercáramos un poco a Zaragoza.

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