

Cristina Fallarás, periodista, escritora y activista: “Mi lucha es contra el silencio, porque la violencia queda impune en el silencio”
“Los medios hacen dejación de sus funciones y es más peligroso que cuando había censura, al menos se sabía”Marwan completó el sueño musical y cultural del público que acudió al V Festival de Libros
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La periodista y activista Cristina Fallarás se ha convertido en un símbolo para las mujeres víctimas de agresiones. El pasado domingo participó en la Feria Libri de Libros, en el marco del Festival Mi Pueblo Lee y compartió charla con lectoras y seguidoras.
-En sus novelas hay tanto 'thriller' como autobiografía. ¿Cómo elige el género literario con el que va a trabajar?
-Responde a lo que quiero relatar. Cada historia me pide, por un lado, una sintaxis concreta, y por otro, un género específico. He utilizado muchos géneros, thriller con Las niñas perdidas, autoficción en Honrarás a tu padre y a tu madre, testimonial con A la puta calle, histórica en La loca o postapocalíptica con Últimos días en el puesto del este. Cada cosa que quiero narrar me pide su propio género. Hay que escuchar a la novela, a lo que te exige.
-En sus obras la rabia aparece como una emoción constante. ¿Qué papel juega en su proceso creativo?
-La rabia es un motor muy potente. Hay que saber colocarla, dosificarla, porque da brío y nervio a la novela. Creo que nos han domado en el silencio de la rabia, y eso no puede ser. La rabia forma parte de la respuesta del cuerpo ante la injusticia. Soy muy partidaria de la rabia. Con la edad uno se atempera, pero siempre hay que saber darle cauce.
-Ha recibido premios tanto por su labor literaria como por su activismo. ¿Qué pesa más para usted, el reconocimiento literario o el impacto social?
-Me parece maravilloso que reconozcan el trabajo de una, y en ese sentido me da igual si es como escritora o como activista. Pero los premios a veces son una trampa, porque nunca se premia lo que realmente molesta. Cuando una acción mía ha incomodado de verdad, han intentado hacerla desaparecer.
-En ocasiones se le ha acusado de ser incómoda o radical. ¿Cree que estas etiquetas son fruto del machismo estructural?
-Soy radical, sí. Y molesto. Me parece estupendo, porque si no molestas como periodista, tienes un problema porque estás obedeciendo. El periodismo debe decir la verdad y mostrar la realidad, y la realidad molesta. Se tapa todo, la guerra, la muerte, la vejez, el cuerpo, la diferencia… Y cuando lo muestras, se te castiga. A mí no me importa. Vengo preparada, porque uno de mis objetivos es molestar. No he venido a ser cómoda. Intento que lo que digo no sea agresivo, pero sí incómodo, porque la realidad lo es. Me formé en un periodismo que debía incomodar. Hoy eso ya no pasa.
-¿Qué responsabilidad tienen los medios en perpetuar las estructuras patriarcales y silenciar ciertas voces?
- Los medios lo son todo. Tenemos la obligación de retratar la sociedad como un espejo. Pero no lo estamos haciendo. Me da igual que hablemos de la guerra de Gaza, de la extrema derecha o de la violencia machista. Los medios hacemos dejación de funciones. Me desespero cuando veo cómo el Poder Judicial trata a las madres protectoras de sus hijos y los medios no lo denuncian. Los jueces entregan custodias a padres agresores y no alzamos la voz. Vivimos en una sociedad donde los medios han aprendido a parecer feministas, a parecer pacifistas… pero solo eso, parecer. Es aún más peligroso que cuando había censura, porque entonces al menos sabíamos que la había. Hoy no. Afortunadamente existen las redes sociales. Han sido ellas, no los medios, quienes han puesto presión en casos como la exhumación de Franco o el cuestionamiento de la monarquía. Incluso el foco sobre la violencia machista vino de las redes y las calles, no de los medios.
-Usted fue una de las primeras periodistas en hacer público que había sido víctima de agresiones sexuales. ¿Qué cambió tras dar ese paso?
-Creo que las mujeres con voz pública y fuerza tenemos la responsabilidad de relatar lo que hemos vivido. Porque cuando lo hacemos nosotras, que parecemos fuertes, enseñamos a otras que no es cuestión de debilidad, que nos pasa a todas. Lo mismo ocurrió cuando conté mi desahucio. Recibí miles de mensajes de mujeres, porque parecía que eso solo le pasaba a quien duerme en un cajero, y no es así. Yo era subdirectora de un periódico cuando me despidieron y acabé desahuciada. Es nuestra responsabilidad y yo la asumo.
-¿Qué le inspira hoy a seguir escribiendo, pese al desgaste de la lucha constante?
-Mi hija y mi hijo. Romper la herencia. El silencio se hereda, y lo que deja en herencia el silencio es más silencio, y por tanto más violencia. Porque la violencia queda impune en el silencio. Mi lucha es contra el silencio. Y cuando me faltan fuerzas, pienso en ellos. No quiero dejarles eso como herencia.
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