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Josué García Cobeña, doctorando de Paleontología: Josué García Cobeña, doctorando de Paleontología:
Josué García Cobeña, la semana pasada en El Castellar

Josué García Cobeña, doctorando de Paleontología: "Visitar Dinópolis de niño me marcó para luego querer dedicarme a la paleontología"

"La ciencia está infravalorada y con lo que hemos visto con el coronavirus debería aprenderse y apoyarla más"
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Josué García Cobeña está haciendo el doctorado en paleontología con la Fundación Dinópolis, cuyo director, Alberto Cobos, y el paleontólogo Javier Verdú, le están dirigiendo su tesis sobre ornitópodos de la Formación El Castellar. Es un caso paradigmático porque se trata de uno de los niños que visitaron Dinópolis cuando se abrió en 2001 y quedaron prendados. Es de Madrid y no ha dejado de visitar el parque paleontológico desde entonces, además de haber hecho varios años el curso de Paleontología de la Universidad de Verano de Teruel. Es un ejemplo del papel que juega Dinópolis en la creación de vocaciones científicas entre los niños que lo visitan.

-¿Por qué decidió dedicarse a la paleontología?
-Mi pasión empezó con los dinosaurios y mi interés por la vida en la Tierra surge cuando tenía 7 años. Siempre me han gustado los dinosaurios, básicamente cuando vi la primera escena de Jurassic Park. Yo creo que para casi todos los paleontólogos de mi generación fue una escena que les impactó. Además, en el año 2001 es cuando se inauguró Dinópolis, lo visité y me impresionó.

-¿Cómo recuerda aquella experiencia siendo un niño?
-Visitar de niño Dinópolis fue fantástico porque había estado en otros museos paleontológicos pero no me impactó tanto. Las primeras reconstrucciones que recuerdo que vi fueron las de Brachiosaurus y Tyrannosaurus rex. Recordé la primera escena de Jurassic Park en la que sale un dinosaurio, que es un ejemplar de Brachiosaurus. Ver aquella reconstrucción del Museo de Dinópolis me impactó, porque era mi dinosaurio favorito y fue increíble ver el esqueleto en el museo. Yo creo que visitar Dinópolis de niño me marcó para después quererme dedicar a la paleontología.

-¿Cuántas veces regresó de niño?
-Estuve volviendo a Dinópolis con mis padres no todos los años, pero sí cada dos, y me seguían encantando las reconstrucciones de los esqueletos. En otra de esas visitas otra de las cosas que me encantó fue el esqueleto de Archelon, la tortuga gigante, y fue de las cosas que también me impactaron para seguir volviendo a visitarlo, lo mismo que el laboratorio de Dinópolis viendo a los especialistas trabajando en la restauración.

-¿Qué le decían sus padres cuando veían su interés?
-Alucinaban un poco, porque sí que es verdad que siempre me han gustado un poco los animales, pero claro, es muy diferente los de ahora que con los que ya se han extinguido. Como no te gusten los huesos, creo que es complicado entender esto.

La decisión

-¿Y cuándo decidió que quería ser paleontólogo?
-Desde esa temprana edad, con siete u ocho años mi objetivo siempre era ser paleontólogo. Posteriormente algunos profesores del instituto siempre me echaban un poco para atrás porque decían que era una profesión que no tenía futuro y como me gustaban tanto los animales me animaban a que hiciera veterinaria. Al final me informé cómo podía llegar a ser paleontólogo y las ramas básicas eran la geología y la biología, y opté por la primera porque hay más labores de campo que es lo que más me gusta.

-Interés no le ha faltado porque cuando pudo se apuntó a los cursos de Paleontología de la Universidad de Verano de Teruel.
-Sí, creo que el primero al que acudí fue en 2014 o 2015. Fue entonces cuando conocí a Alberto Cobos, director de la Fundación Dinópolis, y posteriormente volví cuatro o cinco años y siempre me apasionaba las cosas que explicaba sobre la geología de la zona, además de ver la abundancia de animales del tránsito Jurásico-Cretácico.

-Lo que veo que tiene claro es que Dinópolis marcó su vocación científica.
-Yo diría que sí. Además de Dinópolis, las conversaciones que he tenido con mi director de tesis también me han ayudado bastante, porque cuando estaba haciendo Geología todavía tenía la duda de si seguir haciendo paleontología u otras ramas como estratigrafía, sedimentología o petrología. También han influido las personas que trabajan en la Fundación. Ana (González), por ejemplo, me ha ayudado bastante en las tareas de campo.

-¿Qué es lo que más le gusta de esta ciencia?
-A mí me gustan todas las labores del paleontólogo, pero disfruto mucho más en el campo, y es una de las cosas que he aprendido de Alberto (Cobos).

-De niño quería investigar sobre dinosaurios, y ahora está haciendo su tesis sobre ornitópodos de Teruel, es como hacer realidad un sueño, ¿no?
-Yo creo que en esta vida todo es constancia cuando te quieres dedicar a algo, estudiar la carrera y hacer el máster, y luego que mis dos directores de tesis, Alberto y Javier (Verdú), me hayan dado la oportunidad de estudiar los fósiles. La primera vez con el trabajo de fin de máster no sabía cómo estudiar unos huesos de dinosaurio, y cuando te pones y te explican ya te aclaras, y a partir de ahí llegar a unas conclusiones es lo más bonito que hay.

-¿Cree que Dinópolis está ayudando a crear vocaciones científicas?
-Sí. Yo cada día lo veo más como mi segunda casa porque aparte de haber pasado bastantes horas disfruto como si fuera todavía el niño aquel que lo visitó por primera vez.

-Hacer una carrera científica en España es complicado, ¿cómo afronta ese futuro?
-Realmente no lo pienso, voy sobre la marcha y me atendré a lo que surja tanto en España como en el extranjero.

-¿Debería haber más apoyo a la ciencia?
-Por supuesto, la ciencia está infravalorada, y con lo que hemos visto en estos dos últimos años con el coronavirus se debería aprender, apoyarla más e invertir en ella.

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