Síguenos
Para Bea Para Bea
banner click 244 banner 244
Javier Silvestre

Bienvenida al mundo, Bea. No tienes ni 24 horas y ya te he podido ir a conocer. Más pequeña de lo esperado y muy colorada; con una buena mata de pelo en la cabeza; con pies y manos grandes; y unos ojos que abrías intentando saber de dónde procedían esas voces que decían tu nombre sin parar. Mientras me contaban con emoción cómo habías llegado al mundo -esta madrugada y contra pronóstico- te observaba. Me parecía increíble que me cogieses el dedo con tanta fuerza mientras estornudabas de forma espontánea. Me maravillaba que algo tan frágil albergase tanto potencial aún por descubrir.

No sé cuándo podrás leer esto. Y menos aún, cuándo llegarás a entender esta carta que te envío. Pero seguro que habrán pasado muchos años y el mundo que conocemos hoy será otro totalmente distinto. Aunque no lo sepas, llegas en un momento raro. Venimos de intentar superar una pandemia mundial que nos ha cambiado la vida a todos; que nos ha demostrado la fragilidad de nuestro -hasta ahora- inquebrantable mundo. Seguro que lo habrás estudiado en el colegio, al igual que verás como hechos históricos, acontecimientos que aún están por llegar y que nos tienen un tanto preocupados: el desabastecimiento global; el auge de los extremismos; el cambio climático irreversible....

No sé en qué clase de planeta te encontrarás cuando leas esto. Espero que un poquito mejor que el existe ahora. Yo tengo esperanza en que así sea. Porque creo que el ser humano es capaz de lo mejor… aunque también de lo peor. Pero no te dejes engañar: ser bueno, construir en vez de destruir, es lo que da sentido a nuestro paso por esta pequeña canica azul que viaja a dos millones de kilómetros por hora por el espacio. Aunque eso sólo lo descubrirás a fuerza de vivir y de equivocarte.

Seguirá siendo un mundo hostil, no te engañes. Ni todo el mundo será bueno, ni todos tus iguales te pondrá las cosas fáciles. Pero ante estas adversidades tendrás que endurecerte y erguirte sacando pecho.

No respondas con la misma moneda. Sé lista y escucha a los que te quieren porque ellos te darán cobijo y consejos sabios que no se pueden pagar ni con todas las criptomonedas del planeta. Y sobretodo: vive con toda la intensidad.

Si tienes que amar, que te explote el pecho. Si tienes que reir, rómpete a carcajadas. Si te apetece llorar, llena un mar con tus lágrimas. Y quiérete mucho. Y quiere mucho a los que te quieren. Y no pierdas el tiempo con los que no valen la pena. Porque la vida pasa rápida y cuando leas esto... a saber dónde estamos los aquí presentes. Vivir es algo emocionante: con sus momentos de felicidad y sus ratos dolorosos.

El secreto es fluir entre ellos y dejar que pasen. Saborear los buenos y aprender de los malos. Y ver el vaso siempre medio lleno. Buscarle el lado bueno a las cosas, porque siempre lo tienen aunque no lo parezca.

Sé generosa. Porque no hay nada que reconforte más que dar algo a los demás. Regala un abrazo, escucha a una amiga, dile a tus madres cuánto les quieres cada día, ayuda a un compañero en apuros o sonríe a un desconocido cuando creas que lo necesita. Y no esperes nada a cambio, porque ya lo estarás recibiendo aunque no te des cuenta.

¡Ah! Y pásatelo muy bien. Exprime la vida todo lo que puedas, haz alguna locura de vez en cuando y baila, canta y ríe siempre que puedas. Aprende a ser feliz estando sola, no dependas de nadie. Y cuando decidas compartir tu vida, hazlo sabiendo que las parejas y los amigos vienen y van. Nada es para siempre. Asimila que estar viva es una constante sorpresa y que ahí está la gracia.

Tienes una vida por delante y me pregunto cómo estaré yo cuando me leas. Quizás esta carta también sea para mi y no sólo para Bea.

El redactor recomienda