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Tontos de botijo Tontos de botijo

Tontos de botijo

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Javier Silvestre

No soy capaz de entender por qué el nuevo presidente de Aragón, Jorge Azcón, no ha fulminado a los dos directores generales de Vox que tenían publicados en sus redes sociales varios mensajes exaltando el franquismo. “Las publicaciones se produjeron antes de tener responsabilidades políticas y se han borrado", justificaba en una entrevista radiofónica el popular tras varios días sin pronunciarse sobre el asunto. Añadía que "ese tipo de situaciones no se van a repetir" y remataba asegurando que “son cuestiones que, por desgracia, forman parte del juego partidista". Considera Azcón que la petición para que destituya a estos directores son "hipérboles de quienes tratan de repartir carnets de demócrata".

Yo creo que la cosa va mucho más allá. Creo que, como está pasando habitualmente con los nuevos partidos políticos, la cantera deja mucho que desear. Y que, por supuesto, hay que alarmarse al ver las publicaciones de Esmeralda Pastor (Justicia) elogiando la labor de Franco y las de Jorge Valero (Caza y Pesca) haciendo lo propio con Millán Astray. Es como nombrar consejero de Sanidad a alguien que ha publicado tiempo atrás mensajes antivacunas. ¿De verdad estaría usted tranquilo aferrándose a la idea de que hay que juzgarlo “por lo que haga de ahora en adelante”?

Por supuesto que la gente evoluciona su forma de pensar con el tiempo. Usted mismo ponía de ejemplo a su consejero Pedro Olloqui, que proviene del Partido Comunista. Pero, discúlpeme: no es lo mismo. La directora general de Justicia mantenía en su perfil una foto con una bandera preconstitucional y sus publicaciones alabando al dictador español son de hace cinco años. Es decir, no se pueden achacar a delirios de juventud.

Así que creo que usted ha hecho mal o es rehén de sus socios. Estando totalmente de acuerdo cuando dice que hay gente que se dedica a “repartir carnets de demócratas”, también le digo que la hemeroteca digital es tan afilada como la periodística.

En política siempre van dos pasos por detrás de la realidad. Y lo cierto es que al igual que las empresas hacen verdaderos rastreos en las redes sociales a los candidatos que optan a un puesto de trabajo, quizás usted debería haber hecho lo mismo. Muchos me dirán que cómo va a ser alguien tan torpe como para dejar ese tipo de mensajes cuando van a optar a un cargo público… pero es que catetos con cargo los hay a patadas en toda España.

Si Pastor y Valero se olvidaron de borrar sus propias publicaciones son unos ineptos y es suficiente motivo para no confiarles una dirección general en la DGA. Si conscientemente pasaron de borrarlas son entonces unos trasnochados que desmerecen los valores democráticos y suficiente motivo para que no formen parte del Gobierno. Y si las borraron por orden de sus superiores son unos hipócritas que renuncian ahora a lo que seguramente aún piensan para así poder ocupar un cargo.

Es cierto que a todos nos pueden rescatar frases y comentarios del pasado en redes sociales. La cuenta de Twitter del propio Pedro Sánchez es un manantial de contradicciones (perdón, “cambios de opinión”). Pero lo que trasciende de las publicaciones de estos dos directores generales hace estremecer a más de uno. Así que el señor Azcón tenía que haberse mostrado mucho más contundente. No trate al votante como si fuera tonto y deje de tirar de los manidos mantras que sólo demuestran que escurre el bulto.

Se limitó a calificarlas como “declaraciones desafortunadas” cuando debería de haber dicho, como demócrata que es, que eran una auténtica barbaridad y que iba a tomar medidas al respecto. Y si es su socio el que le impide echar a semejantes individuos de su Gobierno, simplemente, dígalo y aguante el chaparrón.

Lo de estos dos directores generales me preocupa más por la forma que por el fondo. Trasnochados del franquismo hay en todas partes, desgraciadamente. Pero me inquieta más que ni se les haya ocurrido borrar los mensajes cuando les dijeron que optaban a un cargo político democrático. Porque eso sólo puede querer decir dos cosas: que creen estar por encima de todo o que son más tontos que un botijo.

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