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Liberal...  pero poco Liberal...  pero poco

Liberal... pero poco

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Víctor Guiu

En este mundo de fantasía política, donde gran parte de los ciudadanos e instituciones hemos relegado al rincón de pensar las más elementales certezas, nos madrugamos cada día con un sinfín de expertos economistas que nos dan una matraca incesante de propuestas neoliberales.

Cogidas de aquí y de allá, desde un estado de watsapp a un comentario en twitter de un trol, pasando por la enésima tocadura de huevos en la comunión de cualquier sobrina; sin olvidar al anónimo por redes sociales que pide menos Estado y más tralará… o la imperturbable chaladura del político de turno con acento argentino.

Así empieza una y otra vez esa visión plagada de lugares comunes que, como cagadas de pájaro en la luna de un coche, nos enmarcan a todos en una visión esperpéntica.

Al mantra de los impuestos le vamos sumando cada año el famoso “que cada perro se lamine su cipote”. Hasta los patriotas del grifo del agua helada insuflan las teorías anti-estado. Si levantara José Antonio la cabeza. Eso sí, que no les quiten el importante papel del ejército en la sociedad del s.XXI o el pataleo de sus asesores.

Porque el estado ya no somos tú y yo, el estado es alguien con nombre y apellidos y, según dicen estos expertos de la Nada, el dinero debe de estar en los bolsillos… de los de siempre, añadiría yo. Incluso en el bolsillo del currela que nunca tendría para pagar un tratamiento de cáncer para un familiar pero que echa pestes de sus propios intereses mientras se limpia el sudor de su frente con la bandera de España.

Pocos hablan de que lo que hay que reformar de verdad es la gestión y aplicación de lo que pagamos. Con ánimo de ofender: hablan agricultores (PAC), pensionistas (pensión), artistas (con su mayoría de bolos con dinero público), banqueros (¿se acuerdan del rescate?), organizaciones patronales... Menos Estado. Menos impuestos. Menos ayudas. Autorregulación. Aporofobia al cuadrado. De los ricos no digas nada. Habla mejor de paguitas, que queda más moderno.

Te tienes que reír, claro. Son liberales, sí, pero solo un poco.

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