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Desasosiego feliz Desasosiego feliz

Desasosiego feliz

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Javier Lizaga

Quizá sea por el aniversario de Soares, pero disfruto el desasosiego. Acostumbrado a la frustración de nunca llegar a todo y a convivir con el montón creciente de libros pendientes, se hace uno experto en sinvivires. Para Remedios Zafra solo hay dos estados de ánimo que hacen que la vida valga la pena: el noble goce de una pasión creadora o el desamparo de perderla. En el segundo punto nos hemos hecho fuertes algunos. Por eso, cuando una jefa de prensa te dice “llevo días discutiendo con esta gente, odio a los investigadores”, sabes que va a ser una mañana magnífica.

Imaginen la sensación de entrar en una ermita (sí, una ermita) y encontrarse el suelo técnico. En frente una mesa larga de ordenadores, un panel de fotos (con algún gato entre ellas) y paneles de pladur, pintados de colores, antepuestos a los muros ruinosos. Arriba un laboratorio precioso. Y reparar que esta ermita, llena de jóvenes investigadores (mayoría de mujeres) no tiene ese olor a viejo.

En la ermita de Santa Bárbara huele a madera y a hongos. La lignina y el micelio son los dos componentes a partir de los cuales buscan materiales naturales que sustituyan al plástico. Han hecho desde envases a un casco de bici. Tan apabullante como sencillo cuando te lo explican Amanda o Sergio, o cualquiera de los 10 investigadores. Porque a diferencia de esas cifras de empleo futuro que dan los CEO, ellos llevan 2 años haciendo ciencia, en Aguaviva y con jóvenes turolenses, que han vuelto, claro, porque ya se habían marchado a estudiar fuera.

Lo dejo a su elección. Podríamos poner a Zoocánica como ejemplo de que los jóvenes a veces vuelven al medio rural (si la propuesta es digna, hostia!). Hablar de que los pueblos ya no son “lo que queda”, de invertir bien en patrimonio y de que se puede hacer algo más para “salvarlos” que ponerles un molino o diez. Dice Zafra que no se desea lo que no se conoce o lo que precisa tiempos no productivos, ya saben: pensar, aburrirse, soñar, poetizar… Esa es la única putada de ir a Aguaviva, que uno descubre que hay otras opciones. 

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