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Lorca Lorca
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N.A.

A principios del siglo XX, Lorca ya describía a España como un país en el que el pueblo llano estaba sometido a los caprichos de unos cuantos poderosos. Tal era su afán por plasmar en el cuaderno su lucha por la libertad, que esa misma lucha le llevó a recibir un tiro y a estar enterrado en una cuneta por los siglos de los siglos.

Mientras yo escribo estas líneas, y en estas mismas horas, hace 85 años, en España, miembros de los sublevados se presentaban en la casa del poeta Luis Rosales para detener a Federico García Lorca. El 18 de agosto, le mandaron a dar un paseo, el granadino pidió clemencia y le respondieron con un disparo.

Ese día en España se asesinó a un poeta y se perdieron entre borbotones de sangre miles de ideas y futuras obras que hoy seguirían llenando todos los teatros de las ciudades.

El legado de Lorca sigue presente porque su objetivo en vida fue aferrarse a ella. Duele escribir de él como un poeta que murió a los 38 años, porque es hacerlo de alguien que, parece que no tenga otro destino que seguir presente.

La misma censura con la que el franquismo quiso reducirlo a “persona maleante”, le convierte hoy en un símbolo universal contra la represión. Lorca fue asesinado por rojo, por intelectual y por homosexual.

El autor de La Casa de Bernarda Alba cuestionó lo correcto de aquella época, él fue muy criticado pero en su escritura dejó claro que cuando las leyes de lo apropiado las marcan cuatro caciques, un país no puede avanzar.

Menos aún avanza frente a la extrema derecha en un momento donde su mensaje no solo llena de veneno los hemiciclos, sino que también decide qué carteles discriminan. Alzan la voz por “ofensas extremas a la virgen”, sin que esta última todavía se haya pronunciado, pero, a la vez, colocan carteles en el metro señalando a colectivos vulnerables o llenan de odio las ciudades desde sus autobuses.

García Lorca, en la mayoría de sus obra ilustró la lucha entre la represión y la libertad, pese al trágico final de estas, el mensaje que se extrae es que uno tiene que defender su libertad ante todo. Los artistas y todos los ciudadanos tenemos que usar ese derecho, enmarcado en la Constitución, pero amenazado por la extrema derecha.

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