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La gran desmotivación La gran desmotivación

La gran desmotivación

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Fabiola Hernández

Estados Unidos, agosto de 2021. La fase más dura de la pandemia toca a su fin. Cuatro millones de trabajadores dejan su empleo. El coronavirus les ha recordado la fugacidad del tiempo y ha reordenado sus prioridades. Buscan trabajos más flexibles y valoran más que nunca el llamado “salario emocional”, es decir, que la empresa les pague en horas de vida. Meses después, el todopoderoso The New York Times le pone nombre al fenómeno (ya se sabe que lo que no se nombra no existe): La Gran Dimisión, y la lluvia fina del ejemplo empieza a calar en las sociedades occidentales.

España, mayo de 2022. Preparados para recuperar la vida que el virus nos robó, nuestro país vuelve a los primeros puestos en la jerarquía de destinos en los que disfrutar del poco tiempo que de repente recordamos que tenemos. La hostelería levanta la persiana, pero antes de sacar las mesas a las terrazas, empiezan los problemas: faltan trabajadores. Según el Ministerio de Trabajo, unos 100.000 puestos no se cubrirán pese a que tenemos un 13´3% de paro, y como es habitual, en vez de buscar soluciones, estalla la guerra. Sindicatos y ministerio achacan el problema a los bajos salarios (1.119,5 euros brutos mensuales de media en 2020), mientras los empresarios, que consideran demagógica esta afirmación, argumentan que el inconveniente son los complicados horarios. Como cualquier problema importante, no tiene una única causa ni una solución fácil, pero el primer paso es asumir, que cada vez menos trabajadores están dispuestos a consagrar su vida al enriquecimiento de la de los demás, y no solo hablo de cuestiones económicas, que también.

La cadena de hamburgueserías andaluza La Grillaera acumula currículums para sus ofertas de empleo: 1.500 euros brutos al mes, cuarenta horas semanales, todas ellas cotizadas a la Seguridad Social con dos días consecutivos de descanso. Qué menos, ¿no? Lo mínimo, si se quiere empezar a reconstruir un mercado laboral que entienda que no funcionará jamás mientras se cimiente en la servidumbre, y no en la motivación.

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