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Artemis Artemis
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Javier Silvestre

¡Manda narices con Artemis! Me ha dado por buscar de dónde viene el nombre de la misión espacial que volverá a llevar al ser humano a la Luna y me he quedado de piedra. La diosa griega de la Luna (de ahí su elección por parte de la NASA) también lo era de la naturaleza y de la caza… y según los griegos tenía un carácter de lo más intratable. Doncella y protectora de la virginidad (de la suya, está claro) no dudó en convertir en ciervo al pobre Acteón, cuyo único pecado fue toparse con ella cuando se bañaba desnuda en un arroyo y mirarla (con deseo, eso sí). 

La maja de Artemis no sólo lo transformó en un cuadrúpedo sino que hizo que sus propios perros de caza le devorasen hasta no dejar ni la cornamenta. No fue la única muestra de empoderamieto de la hermana melliza de Apolo, dios griego del Sol, que se llevaba por delante a quienes la desafiasen en materia de caza o en cuestiones más sórdidas. La diosa ya apuntaba maneras de pequeña…

A los tres años, Artemisa pidió ocho deseos a su padre, Zeus. Entre ellos, permanecer siempre virgen, tener un arco y flechas para poder cazar, y tener sesenta hijas (todas de nueve años) para su coro. Todas ellas, por supuesto, debían permanecer vírgenes y la que osaba ni tan siquiera a flirtear con cualquier efebo o deidad sufría castigos implacables. Algunos relatos cuentan que fue la encargada de llevarse por delante al mismísimo Orión, que eso sí, antes habría intentado arrebatarle su pureza. 

El culebrón de Artemis no acaba ahí porque otras versiones aseguran que también acabó con Adonis por unas rencillas sobre quién era mejor cazador. Vamos, que la diosa de la Luna tenía un pronto como para llevarle la contraria. Eso sí, compaginaba sus labores en pro de la pureza con ser la diosa que ayudaba a dar a luz a las mujeres y que protegía a toda fémina de cualquier enfermedad. Cazadora aguerrida también participó en misiones de rescate y era venerada por toda Grecia como una de las doce inquilinas del Olimpo con mayor poder. 

No sé yo qué pensarán hoy de Artemis algunas ministras, pero viendo estos antecedentes, o vetarían su nombre de cualquier proyecto espacial o le darían una plaza en cualquier barrio de nueva construcción. 

Creo que los estadounidenses no le han dado tantas vueltas al asunto y se han quedado con que tan sólo es la diosa griega de la Luna. Pero les garantizo que en la AEE (la futura Agencia Espacial Española -cuya sede ojalá recaiga en Teruel-), los nombres de las misiones tendrían que pasar por un comité de expertos independientes que buscase un bautizo políticamente correcto y a gusto de todes… con lo que, ténganlo claro, nos quedaríamos sin nombres a la hora de mandar cualquier cohete al espacio. Por el momento, a falta de Agencia Espacial patria nos conformamos con la NASA, que pasa de estas polémicas tan made in Spain y bastante tiene con conseguir poner en órbita el nuevo cohete que deberá alcanzar la Luna en 2023. 

Tras dos intentos fallidos, ya pueden ir poniéndole velas (o sacrificando cabras, que es lo que hacían los antiguos griegos) a Artemis porque la cosa promete… pero para mal. Aunque si abrimos el melón de sacrificar carneros en pleno auge del movimiento woke puede que esta columna acabe como la batalla de las Termópilas.

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